La tortilla ha cambiado. El hecho de que la gente tenga un trabajo estable al que regresar tras el periodo de descanso estival se convierte en la mejor cura para un trastorno al que millones de españoles se apuntaban cada septiembre. En síntesis, la crisis es un antídoto para los que tienen dicho síndrome. No quiero parecer cruel ni desconsiderado pero 4 millones de españoles, por desgracia, no lo pueden sufrir: están en el paro.
Otros síndromes leves ligados al “no pegar ni sello”:
- Síndrome prevacacional: días, semanas o meses antes de las vacaciones la gente no hace más que repetir “no puedo más, estoy agotado, cansado, reventado, hecho polvo, etc.” Nuestros ancestros no tenían vacaciones y nunca se quejaban del cansancio prevacacional
- Síndrome del fin de semana: el viernes por la tarde todo el mundo esta más contento y animado. El domingo por la tarde todo el mundo está más desinquieto"" porque ha de trabajar al día siguiente. Si, encima, ha perdido su equipo de fútbol preferido el cabreo el lunes por la mañana puede ser mayúsculo
- Síndrome del puente: En septiembre mirar todos los correspondientes al año siguiente para saber cuántos días podrán dejar de trabajar “legalmente”. Si coinciden con fines de semana -el puente desaparece- despotrican del calendario gregoriano
- Síndromes “familiares”. Algunos son de obligado cumplimiento como cuidar a personas mayores- abuelos o tíos próximos- y, otros forzados por los hijos; éstos se van de vacaciones y dejan a los nietos al cuidado de los abuelos