Rodrigo Rato, el que fuera vicepresidente económico de los gobiernos de José María Aznar y una de las personas más influyentes de nuestro País ha sido detenido por unos presuntos delitos de blanqueo de capitales, fraude fiscal y alzamiento de bienes, por orden de la Fiscalía. Y he tenido sensaciones contradictorias. Por un lado de sorpresa, pues siempre he tenido al señor Rato como alguien eficaz, inteligente y gran gestor; aunque claro, eso no es incompatible con actuaciones fuera de la Ley. Por otro lado he tenido la sensación de que el sistema funciona. Y me explico. Esta detención tiene su origen, según parece, en una investigación de la Agencia Tributaria tras acogerse Rodrigo Rato a la amnistía fiscal aprobada por el Gobierno en 2012, es decir, Rato no se ha ido de rositas. Y ha sido la propia Fiscalía la que ha denunciado al ex vicepresidente del Gobierno; sí, la misma Fiscalía a la que la oposición acusa de estar manipulada y al servicio del ejecutivo. Y luego tenemos a los socialistas, rasgándose las vestiduras, pidiendo dimisiones y exigiendo explicaciones. Que me parece muy bien, pero de muy poca vergüenza. Los mismos socialistas que promocionan y premian a Juan Pablo Durán, del que hablábamos al inicio, que llamaba asesinos a la derecha, haciéndolo presidente del Parlamento andaluz y los mismos socialistas que tienen a Chaves, Griñán y compañía declarando como imputados ante el Tribunal Supremo, ¿por eso no exigen dimisiones? Lo que sí tengo claro es que no se le puede exigir responsabilidad al Gobierno de Rajoy ni al Partido Popular por algo que Rodrigo Rato hizo cuando ya no era político. Y más cuando esas investigaciones y denuncias las ha promovido e instado el propio Gobierno del PP. Y es que con el Partido Popular el sistema funciona, con otros parece que no.
Rodrigo Rato, el que fuera vicepresidente económico de los gobiernos de José María Aznar y una de las personas más influyentes de nuestro País ha sido detenido por unos presuntos delitos de blanqueo de capitales, fraude fiscal y alzamiento de bienes, por orden de la Fiscalía. Y he tenido sensaciones contradictorias. Por un lado de sorpresa, pues siempre he tenido al señor Rato como alguien eficaz, inteligente y gran gestor; aunque claro, eso no es incompatible con actuaciones fuera de la Ley. Por otro lado he tenido la sensación de que el sistema funciona. Y me explico. Esta detención tiene su origen, según parece, en una investigación de la Agencia Tributaria tras acogerse Rodrigo Rato a la amnistía fiscal aprobada por el Gobierno en 2012, es decir, Rato no se ha ido de rositas. Y ha sido la propia Fiscalía la que ha denunciado al ex vicepresidente del Gobierno; sí, la misma Fiscalía a la que la oposición acusa de estar manipulada y al servicio del ejecutivo. Y luego tenemos a los socialistas, rasgándose las vestiduras, pidiendo dimisiones y exigiendo explicaciones. Que me parece muy bien, pero de muy poca vergüenza. Los mismos socialistas que promocionan y premian a Juan Pablo Durán, del que hablábamos al inicio, que llamaba asesinos a la derecha, haciéndolo presidente del Parlamento andaluz y los mismos socialistas que tienen a Chaves, Griñán y compañía declarando como imputados ante el Tribunal Supremo, ¿por eso no exigen dimisiones? Lo que sí tengo claro es que no se le puede exigir responsabilidad al Gobierno de Rajoy ni al Partido Popular por algo que Rodrigo Rato hizo cuando ya no era político. Y más cuando esas investigaciones y denuncias las ha promovido e instado el propio Gobierno del PP. Y es que con el Partido Popular el sistema funciona, con otros parece que no.