La razón esgrimida para justificar una subida que deprimirá todavía más el consumo y la inversión, cuyo único fin es llenar los bolsillos de los políticos, esquilmados por el despilfarro y la crisis, es "que se repartan equitativamente los sacrificios", pero los sacrificios de la Administración socialista no se ven por ninguna parte, lo que convierte la subida de impuestos en abusiva, injusta y opresora.
El despilfarro público en Andalucía es tan escandaloso y obsceno que asusta y repugna a los demócratas y a los ciudadanos decentes. Basta un ejemplo para entender el sistema de poder creado por el socialismo andaluz: cada consejería dispone de un delegado en cada provincia andaluza, que vive como un virrey, rodeado de una pequeña corte que incluye servicios de prensa, asesores, una nutrida dotación de funcionarios, coches oficiales, dietas y un presupuesto muy generoso. Los expertos afirman que con un solo delegado de la Junta por provincia habría más que suficiente, pero el gobierno andaluz mantiene a 22 delegados en cada una de las capitales.
La subida de impuestos tiene una única lectura veraz, aunque cuidadosamente ocultada: es la negativa del gobierno socialista a asumir la austeridad que demandan los tiempos. Incapaces de gobernar sin los bolsillos llenos, han preferido arrebatarle el dinero a los ciudadanos antes que reducir coches oficiales, altos cargos, corrupción, comisiones y muchos males, desmanes y abusos que anidan en el sector público andaluz.