La jornada de huelga convocada ayer por CC.OO y UGT en Euskadi no tuvo el éxito que merecía. Tampoco lo tuvo el paro convocado el pasado 25 de mayo por ELA y LAB. Una vez más, queda demostrado que la división, sea política, sindical o social, debilita a quienes defendemos un nuevo modelo de desarrollo, basado en la superación del capitalismo, la justicia social y los derechos laborales, el primero de todos ello el empleo. La derecha, en cambio, actúa siempre a piñón, tal vez porque toda ella, incluido el PSOE, responden a las directrices y mandatos de los mismos amos: la banca, la patronal y el mercado.
Así se explica que, coincidiendo con los actos de protesta llevados a cabo ayer, el ministerio de Industria haya filtrado a los medios de comunicación una noticia, según la cual tiene previsto incrementar las tarifas eléctricas en un 10 por ciento para los hogares y pymes, un 5 por ciento para la mediana empresa y un 0 por ciento para los grandes consumidores, es decir, compañías cementeras, químicas, siderúrgicas,… Sé que parece increíble, pero es cierto. Estamos a 9 de junio y no a 28 de diciembre, día de los inocentes. Por cierto, a partir de julio el IVA que pagamos todas y todos en el recibo de la luz será del 18 por ciento, en lugar del 16 por ciento actual.
Nos bajan los salarios, nos imponen la reforma laboral, nos congelan las pensiones, nos suben dos puntos el IVA, nos recortan las prestaciones sociales, nos aumentan la tarifa de la luz,…. ¿Es éste el socialismo de Zapatero? Al principio, pensamos que el plan de ajuste nos haría la vida más difícil, ahora sabemos que nos la hará imposible. El presidente del Gobierno ha pasado de denunciar el capitalismo “sin ética”, según sus propias palabras, a ser su mayor adalid. Al inicio de la crisis, Zapatero exigía la reforma del modelo de libre mercado; hoy, en cambio, lo apuntala, sin importarle que la ciudadanía sea cada día un poco más pobre, mientras la banca y la patronal son cada día mucho más ricos,
En este contexto, nada puede sorprenderme. En Alava, su diputado foral, Xavier Agirre, ha propuesto, entre otras medidas, incrementar la presión impositiva a las rentas superiores a 150.000 euros anuales. Ya era hora de que alguien apostara por modificar la política fiscal, exigiendo un esfuerzo mayor a quienes más tienen, en lugar de cargar todo el peso de crisis en los sectores sociales más vulnerables. Pues bien, a sus compañeros de partido no les ha gustado la idea, faltaría más, y la han calificado de “simplista y demagógica”. Es obvio que la política fiscal no se toca, pero, les guste o no, esta vez si toca garantizar la equidad, luchar contra el fraude y penalizar la especulación financiera. Los argumentos contrarios a esta práctica son tan falsos como insultantes. Se habla de estabilidad y certidumbre para justificar el sometimiento de las instituciones al capital. ¿Y la solidaridad?