Revista Cultura y Ocio

El sorprendente Hombre Araña, a la luz (o a la sombra) de Electro

Publicado el 05 mayo 2014 por María Bertoni

El sorprendente Hombre Araña, a la luz (o a la sombra) de ElectroEl sorprendente Hombre Araña 2. La amenaza de Electro se estrenó el viernes pasado en los Estados Unidos, ocho días después que en la Argentina. Ayer domingo la prensa de ese país anunció las primeras cifras de la recaudación nacional que promete ser millonaria, y que sin embargo parece frustrar a los altos ejecutivos del show bussiness. Tal como escribió Scott Mendelson para la revista Forbes, la película ya facturó 92 millones de dólares a lo largo de su primer fin de semana en cartel pero el debut apenas califica como “bueno” porque, en iguales circunstancias, su predecesora de 2002 recaudó 114 millones; la de 2007, 151 millones y la reciente Capitán América y el soldado del invierno, 95 millones de dólares.

En territorio extranjero, el film de Marc Webb facturó 116 millones de dólares, de los cuales 10.4 millones provienen del estreno chino. Si tenemos en cuenta los 255 millones de dólares invertidos en la producción de este tanque, entonces no está nada mal haber recuperado más del 80% en tres semanas de exhibición (según el cronograma de IMDb, el primer desembarco de este nuevo Spiderman tuvo lugar el 10 de abril en el Reino Unido). Impresiona todavía más que la exhibición de sólo tres días en USA ya haya cubierto el 36% del mencionado presupuesto de realización.

Mendelson analiza el desempeño taquillero de El sorprendente Hombre Araña 2 según el tipo de audiencia que supo convocar: más bien familiar, afecta a la tecnología 3D, no necesariamente fanática de los comics. Se trata -insistimos- de un artículo para Forbes; de ahí la ausencia de comentarios sobre la calidad narrativa y visual del largometraje.

En este punto cabe preguntar qué sentido tiene reseñar películas concebidas ya no sólo para explotar las ventajas comerciales e ideológicas del consumo masivo, en lo posible adictivo, sino para batir records de ganancias. En otras palabras, ¿dónde radica el interés de comentar las características de la nueva entrega de un producto serial cuando el objetivo del lanzamiento es tan explícito, y sobre todo tan ajeno a la pasión cinéfila (e historietística en esta oportunidad)? A tono con aquel viejo post sobre cinefagia, vale transferir la inquietud al rubro gastronómico y pensar que, si existen, serán pocos los sibaritas con ganas de intercambiar opiniones sobre las nuevas ofertas de McDonald’s.

“Hollywood se especializa cada vez más en disociar éxito y calidad”, sostuvimos en noviembre de 2013 cuando reseñamos Thor, un mundo oscuro. Hoy volvemos a experimentar esta sensación ante el retrato de un Hombre Araña que al parecer consigue convocar a una cantidad considerable de público con los siguientes elementos de un combo varias veces (a)probado: efectos especiales infaltables; participación de actores reconocidos (Jamie Foxx, Paul Giamatti, Sally Field, Campbell Scott) y en franco ascenso (Andrew Garfield, Emma Stone, Dane DeHaan); enfrentamientos simultáneos (ahora contra tres malvados); cameo de rigor de Stan Lee; coqueteo con cierta reflexión sobre la ética (empresarial y científica); lecciones de vida (sobre la finitud de nuestra existencia a partir del discurso de graduados que pronuncia Gwen Stacy, sobre el héroe que los simples mortales llevamos dentro a partir de la conducta ejemplar de Richard Parker, sobre los peligros del maltrato sistemático a partir del caso de Max Dillon).

La versión más canchera de este superhéroe es también la más insoportable. Una indigestión similar provocan las escenas de tira-y-afloje amoroso entre el protagonista y la mencionada Gwen, en parte porque ilustran la escasa capacidad de síntesis de los guionistas Alex Kurtzman, Roberto Orci y Jeff Pinkner, en parte porque algunos espectadores tuvimos bastante con el uso marketinero que los agentes de prensa de Marvel y la distribuidora Sony hicieron de la relación de pareja que Garfield y Stone mantienen en la vida real.

La caracterización del villano central -o de aquél mencionado en el título- constituye uno de los pocos ingredientes interesantes de esta nueva entrega arácnida. Por lo pronto, expone dos grandes obsesiones de nuestra época: el afán por la visibilidad (atributo que la gente le niega al perturbado Max); la disputa por la posesión y administración de los recursos energéticos (en la apropiación de la electricidad radican la fuerza y la capacidad de daño de Electro*).

Sin embargo, el acierto no alcanza para rescatar a El sorprendente Hombre Araña 2 del cúmulo de lugares comunes que algunos espectadores no supimos tolerar pero -atención- cuya capacidad remunerativa no debemos subestimar. Tomemos nota: entre su primera presentación en Gran Bretaña y los primeros días de proyección en los Estados Unidos, las nuevas aventuras cinematográficas de Spiderman recaudaron unos 208 millones de dólares. Para satisfacción o disgusto del show business, este cálculo es lo único que importa.

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Dicho sea de paso, las escenas de los apagones masivos y la amenaza de sumergir a la ciudadanía en la oscuridad total habrán evocado el recuerdo de la última experiencia estival con Edesur y Edenor en parte del público porteño.


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