El 2 de agosto de 1945 entra en el puerto de Midway un submarino estadounidense que muestra en su mástil una enseña de combate en la que aparece algo poco habitual en un sumergible. El submarino es el “USS Barb” (SS-220). El único en toda la Segunda Guerra Mundial que puede presumir de haber destruido… un tren.
El submarino recibió su nombre de un pez, el Barbo, en castellano. Esto era común entre todos los submarinos estadounidenses de la clase Gato, que por cierto, es otro pez, no el felino.
La clase Gato era una de las tres clases construidas por los estadounidenses durante la guerra. Estos tenían 95 metros de eslora y 8 metros y medio de manga. Con sus cuatro motores diésel y cuatro eléctricos, en superficie podía alcanzar una velocidad de 21 nudos (39 km/h) y sumergido los 9 nudos (16 km/h) navegando a una profundidad máxima de 90 metros, aunque se consiguió superar los 100 metros.
Fluckey se formó en la Academia Naval de Annapolis graduándose como alférez. Su primer destino fue en el acorazado Nevada, pero en 1938 pidió ir a la Escuela de Submarinos, tras la que realizó su primera patrulla en el USS S-42. Hasta diciembre de 1942, Fluckey sirvió en el USS Bonita desde donde pasó a la Escuela de Oficiales de Submarinos y de ahí al USS Barb, en el que realizó una patrulla como comandante en formación. A partir de marzo de 1944, se convirtió en su capitán.
Sea como fuere, el USS Barb destaca por varias razones. Fue uno de los poquísimos submarinos en los que no murió ninguno de sus tripulantes, lo que es muy raro en un submarino de la Segunda Guerra Mundial. Pero en donde el USS Barb realmente destacó fue sus dos últimas patrullas de guerra.
Su penúltima patrulla (11ª) entre diciembre de 1944 y febrero de 1945, la realizó en el estrecho de Formosa, la actual Taiwán y el Mar de China Oriental, frente a la costa este de China, entre Shanghái y Kam Kit. En el estrecho, hundieron cuatro barcos mercantes japoneses y numerosas embarcaciones enemigas de menor tonelaje. En la noche del 22 al 23 de enero, el Barb penetró en el puerto de Namkwan, en la costa china, frente a las islas Matsu, y causó importantes daños en un convoy de unos 30 barcos enemigos que se encontraban anclados para protegerse de los ataques nocturnos de los submarinos estadunidenses.
Maniobrando en aguas peligrosamente poco profundas, de apenas unos 10 metros, desconocidas y minadas, Fluckey ordenó el lanzamiento en abanico de 6 torpedos por los tubos de proa y otros 2 por los de popa y luego se retiró navegando en superficie. 6 de los torpedos lanzados lograron alcanzar a algunos de los barcos japoneses.
Cuando la guerra estaba llegando a su final y apenas había barcos japoneses que hundir, el agresivo Fluckey tenía alguna idea para poder seguir causando daños a los japoneses. Su idea era aprovechar la experiencia del lanzamiento de cohetes desde los barcos, adquirida durante operaciones de desembarco en las islas del Pacífico. Así que solicitó la instalación de una batería de cohetes de 130mm en el Barb. Era la primera vez que se hacía algo así.
Tras la revisión y las modificaciones, comenzó su 12ª y última patrulla el 8 de junio de 1945. En esta patrulla y por primera vez en la guerra submarina estadounidense, el Barb empleó con éxito sus cohetes contra las ciudades de Shari, Hokkaido; Shikuka, Kashiho; y Shiritoru, y con los cañones de cubierta, bombardeó la población de Kaihyo en la isla de Tyuleny, destruyendo más de la mitad de la ciudad y sus instalaciones fabriles.
La misión consistía en desembarcar un grupo formado por varios miembros de la tripulación que actuarían como eventuales “comandos”. Durante esa noche el Barb se aproximó a la costa y con cierta dificultad, los improvisados “comandos” desembarcaron en Karafuto, una de las islas del Japón, cargando con una carga explosiva de las que llevaban en el submarino por si debían destruirlo, para evitar que cayera en manos del enemigo.
Estuvieron a punto de ser descubiertos, pero cuando pasó el peligro, se acercaron a las vías del ferrocarril, que pasaba junto a la costa, y colocaron los explosivos. Los explosivos iban provistos de un detonador improvisado para que cuando pasara el tren, este lo activara con su peso.
El encargado de preparar y colocar la bomba fue el electricista de 3ª Clase Billy R. Hatfield, descendiente de una de las familias más famosas del oeste americano, que estuvo enfrentada con otra familia, los McCoy, en la frontera entre Kentucky y Virginia Occidental, en la segunda mitad del siglo XIX.
El improvisado “comando” del Barb fue el único comando aliado que llegó a pisar las islas principales de Japón durante la guerra.
Ya sin torpedos, regresaron a Midway y desde allí a casa sin sufrir ni una sola baja y siendo una de las tripulaciones más condecoradas de la US Navy.
Finalizada la guerra, el submarino no tuvo tanta suerte como su tripulación. Fue retirado y posteriormente entregado a la Marina Italiana (1953) en la que sirvió como el “Enrico Tazzoli”. En 1972 fue vendido como chatarra.
Un triste final para el submarino USS Barb. Pero su extraordinaria historia y la de su tripulación son una muestra de valentía y… suerte. Una extraordinaria hazaña, en una guerra en la que ser tripulante de un submarino era uno de los puestos más peligrosos de la contienda.
Para saber más:Thunder Below!, del Admiral Eugene B. Fluckey Naval History and Heritage CommandSofrepMilitary Wikia
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