Ayer, leía en un diario, que las peticiones de subsidio para el alquiler habían desbordado las previsiones en Euskadi y que al Departamento de Asuntos Sociales, no le iba a quedar más remedio que incrementar la partida, ya que tal y como está la Ley es un derecho que no puede verse restringido por las limitaciones presupuestarias.
El subsidio al alquiler es un complemento a la renta de garantía de ingresos, y se le concede a la gente que se encuentra en riesgo de exclusión social.
El mismo diario editorializaba sobre esta cuestión y acababa su análisis con la siguiente frase: "Un sistema asistencial basado en la "sopa boba" no sólo sería injusto, resultaría simplemente insostenible".
Por un lado, cabe destacar que por mucho que el PIB en el último trimestre haya mejorado mínimamente, la crisis está siendo de semejante calado y de tan mala gestión pública, que puede que aumente el PIB, pero lo que no va a mejorar es la situación de muchísimas familias que sin arte ni parte en la crisis se han visto sin empleo y sin poder afrontar los gastos más básicos de supervivencia.
Es lo que tienen los contratos basura y los despidos baratos, las empresas vuelven a ganar dinero pero cada vez pagan menos a sus trabajadores, y el que se queja, a la calle.
Por otro lado, siempre estamos con lo mismo, cada vez que se habla de ayudas públicas parece que quien las cobra lo hace por pura vagancia y normalmente con altos índices de fraude. Y si a esto, le añadimos el componente de la inmigración, entonces ya es el acabose.
Creo que en Euskadi deberíamos estar muy orgullosos del sistema de protección social que tenemos y deberíamos tener bien presente que la gran mayoría de perceptores de la renta de ingresos mínimos, o bien trabaja o bien es pensionista, pero tiene un sueldo o una pensión tan de miseria que no para lo más básico.
Estamos yendo hacia una sociedad tan individualiza y antisolidaria que todo aquel dinero público que no recibe uno mismo acaba siendo tachado de inadmisible por el personal.
Nadie cuestiona el gasto en educación, sanidad, interior, industria, etc. ahora, las ayudas sociales, esas no, esas son para vagos y maleantes.
La inmensísima mayoría de gente que recibe estas ayudas preferiría poder trabajar y ganar un sueldo digno y dejar de cobrarlas que vivir permanentemente bajo la acusación de vago y fraudulento.
Que pueda hay un porcentaje de fraude, de acuerdo, como en casi todo en este país, pero esto se resuelve con la inspección, que me consta se está reforzando, y no con el escarnio público a quien cobra estas ayudas.