Aunque decidamos no encomendarnos a ella permanentemente, es probable que todos creamos en la suerte. Por eso la tentamos de vez en cuando, por si acaso. Un billete de lotería para Navidad, una apuesta semanal de la Primitiva, la papeleta para la rifa de un jamón..., todos hemos puesto unos euros de confianza en la ínfima probabilidad de verlos devueltos en nuestro bolsillo felizmente multiplicados por n.
De vez en cuando sonrío al recordar el comentario de un antiguo compañero de trabajo que mencionaba a otro como "el del sueldo Nescafé". Éste, joven militar en la reserva, disfrutaba de un sueldo del Ejército aunque ya no prestase servicio activo en su correspondiente cuerpo. A esa remuneración se refería aquél con tanta sorna y acierto.
Más allá de los "extras" que algunos reciben más o menos merecidamente, están los que llegan con un golpe de suerte. De la misma manera que los "pluses" derivan del empeño y el tesón que se ha puesto en atraerlos, se debe cautivar a la fortuna con una dosis cierta de esfuerzo.
Por mi parte, siendo todo lo prosaico que puedo, voy a intentar atraparla en forma de sueldo Nescafé puro y duro. Ahora tengo al lado unos cuantos sobrecitos de café instantáneo que he ido guardando cada vez que me he tomado un descafeinado por acá y por allá. Unos sobre otros, conservan una franja superior rasgada, justo sobre las letras blancas de la conocida marca. La clásica taza roja humea sugerentemente, siempre invitando a tomarla.
Me ahorro reproducir el mensaje que informa de la retribución mensual que uno puede ganar si participa en la promoción. Sin más, será cuestión de introducir unos códigos en la web de la marca y, ¡oh, diosa de las dichas!, ya veremos.