Por Benda Lehbib Lebsir / Taleb Alisalem / Fuente: 1saharaui / talebalisalem
Y se volvió soñador y quiso ser amigo de la libertad Y de la flor y del amor Y quiso ser poeta en la ciudad Y no encontró la luz del sol Y mudo entre la gente se quedó
“El Soñador” Jose Luis Perales
Dos de las cosas que más nos asustan en la vida son las decisiones y los cambios. No me digáis que no. Nos pasamos la vida retrasando el momento de decidir algo y aplazando ese cambio que tanto necesitamos pero que nos resistimos a llevar a cabo.
Hace no mucho os decía que creo que las cosas realmente buenas, las experiencias que dejan huella y marcan nuestra vida, no ocurren dentro de la zona de confort sino que hay que salir a buscarlas. Esto, no siempre resulta fácil. Todos tenemos una rutina, unos hábitos, unas costumbres que nos hacen sentir bien, personas cerca con las que nos gusta estar y que alegran nuestro día a día…
A menudo nos da miedo lo desconocido, probablemente de aquí salió el famoso dicho “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Nunca he entendido este refrán. ¿Y si lo que queda por conocer es muy bueno? ¿Por qué conformarse?.
Como muchos de los que me leéis sabéis, que me encanta contaros vivencias, historias pero sobre todo me chifla acercarme a otras realidades, es una pequeña forma de escaparme de mi entorno y empaparme en otro mundo no lejano al mío y eso sí, un chute brutal de sencillez pero sobre todo de humildad. Del sueño de Yassin, os hablo:
-Yassin vamos, que llegaremos tarde al colegio, YASSIN!
Era una mañana fría y aún teníamos que andar un buen rato para llegar al colegio, pero Yassin no contestaba, seguirá durmiendo pensé, así que decidí irme, pero justo antes de marcharme un balón sale disparado de la puerta de su Jaima.
-Siempre igual, deja la pelota y vamos-.
Pero no, Yassin no dejó la pelota, no la dejó ni un día de su vida, le encantaba jugar al fútbol, hablar de fútbol, vestía siempre con la camiseta de algún equipo, daba igual si estaba rota o si no era de su talla. Cuando jugábamos los amigos algún partido, siempre hacíamos alguna que otra trampa para hacer que Yassin jugase en nuestro equipo, era la única manera de asegurarnos que nuestro equipo ganaba.
Después de muchos años corriendo tras el balón, Yassin se marchó a la ciudad de Tindouf, es la ciudad Argelina más cercana a los campamentos de refugiados saharauis.
Empezó a jugar en un equipo de la ciudad y rápidamente se dieron cuenta de su talento, tras un tiempo, Yassin ya era conocido por todos, pero Tindouf no deja de ser una pequeña ciudad al sur de Argelia, por lo cual Yassin decide marcharse al norte del país, en busca de suerte y de que reconozcan su talento.
Eso implicaba dejar aparcadas temporalmente algunas cosas, como el reencuentro diario con el grupo de amigos. Una decisión que tuvo clara desde el primer minuto ya que nunca se me le había pasado otra cosa por la cabeza que no fuera perseguir sus sueños. Una decisión, por otro lado, complicada después de todos esos años haciendo lo que más le gustaba, estar con su familia y amigos. Los que le conocen de verdad saben que el futbol es su pasión y su sueño desde niño.
Los primeros meses en la nueva ciudad no fueron nada fáciles para él, esta vez solo, sin dinero y lejos de aquellos campamentos donde creció, tuvo que buscar un trabajo para poder pagar el alquiler de una habitación y su sustento. Yassin, finalmente encontró trabajo en la construcción, un trabajo realmente difícil debido a las condiciones en las que trabajaban, se pasaba casi todo el día en la obra y cuando regresaba a casa, apenas tenía tiempo ni fuerzas para jugar al fútbol, para ser él.
Pero su constancia y su amor por el fútbol pudieron superar las circunstancias en las que se encontraba y consiguió ser fichado por un equipo de aquella ciudad. Un par de partidos jugados fueron suficientes para demostrar su valía y conseguir llamar la atención tanto de la afición como de sus compañeros. Pero, un nuevo revés vuelve a truncar su sueño, Yassin no tenía la documentación exigida para poder legalizar su condición de jugador en aquel club, motivo por el cual se vio obligado a dejar aquella ciudad y volver a los campamentos de refugiados.
Fue entonces cuando nos volvimos a reencontrar después de unos cuantos años sin vernos, yo recién llegado de Europa para pasar unas cortas vacaciones en los campamentos y Yassin venia del norte de Argelia con su sueño casi truncado, en aquellos momentos desee poder haberle dado la oportunidad que yo tuve, pues estaba seguro que él habría llegado muy lejos de haber tenido la oportunidad de vivir en algún país europeo, pero ya era tarde y eso era imposible. Lo animé a seguir luchando, me confirmó como de costumbre que siempre será así, nos despedimos. Hasta la próxima, hermano.
Un día, chequeando mis redes sociales, una noticia llamó mi atención, era un titular que aparecía en diferentes periódicos digitales, pero no es el titular el que me llama la atención, sino la foto que acompañaba aquella noticia, era la foto de Yassin. Minutos después y tras una corta búsqueda en internet, veo que Yassin se encontraba en Mauritania, jugando en uno de los mejores equipos de aquel país. Era la estrella del equipo Mauritano FC Nouadhibou, y hacía un mes había sido fichado de forma oficial por la Selección de Fútbol de Mauritania.
Me encuentro en una cafetería en el centro de Bilbao, tras pedir un café y sentarme en una de las mesas del fondo, en ese rincón que tanto me gusta, de allí puedo ver todo o casi todo el que pasa por aquella calle, es una especie de escaparate que se está de cine. De pronto, me llega un mensaje al móvil, es Yassin, me informa de que está en Túnez con la selección de Mauritania, tienen que jugar un partido importante allí, – mucha suerte Yassin, contesté, tragándome la sensación de orgullo en absoluto silencio, aquella que sólo se entendería con un abrazo. Aún así, en la distancia, me quedé reflexionando unos minutos, (con just give me a reason, de Pink de fondo) decidí ojear algunas fotos que había rescatado hacía poco de los campamentos, y en ellas como no, aparecía Yassin con el balón.
Hoy, haciendo un paréntesis en el blog, quiero sumarme al aplauso unánime de estos días en los que Yassin, ha vuelto a demostrar sus valores, su fortaleza, su saber estar, su generosidad, su humildad, su templanza, su nobleza…Una de las mayores suertes de la vida es compartirla con alguien a quien admiras profundamente. Yo tengo esa suerte. ¡Suerte amigo, te irá genial, estoy seguro!
De vez en cuando la vida afina con el pincel: se nos eriza la piel y faltan palabras para nombrar lo que ofrece a los que saben usarla
De vez en cuando la vida, Joan Manuel Serrat
Gracias Taleb Alisalem por tu colaboración.