El sueño del celta

Publicado el 18 febrero 2011 por Icíar

Escritor: Mario Vargas Llosa
Roger Casement, algo poeta, “con mirada soñadora”, para algunos un místico, fue un irlandés que nació en 1864 en el seno de una familia probritánica y unionista. Practicamente ajeno a los antecedentes de su cultura directa, la irlandesa, desarrolla su carrera profesional, llegando a puestos relevantes dentro de la Corona británica, como ocupar el puesto de cónsul británico, e incluso serle otorgado el tratamiento de “sir”. Con esta biografía Mario Vargas Llosa recupera a un personaje en tiempos reverenciado y después mancillado, como traidor a la Corona británica, y por unos polémicos diarios ….
Nace en esa época en que llegan a Inglaterra noticias sobre los nuevos territorios antes nunca cartografiados, con personajes legendarios como Livingston, Richard Burton y Speke. Son los años en que nos llega, por ejemplo, la primera traducción de “las mil y una noches”. Una época fascinante, aunque también, ignominiosa, ya que conforme se van colonizando e instalando negocios en estos territorios nuevos, llegarán otro tipo de noticias, mucha más desgarradoras, que hará que la sociedad se remueva, algunas de las cuales fueron gracias a la capacidad activista de este personaje, Roger Casement, el celta, que no dudó en trabajar duramente para que sus denuncias llegaran a la opinión pública europea.

Sir Roger Casement


En ese ambiente envolvente de sueños inicial, Roger sueña con conocer también otras culturas, orgulloso de su condición de miembro del Imperio Británico, como país a la vanguardia de la civilización en el mundo, decide que su sueño es viajar, como decía Yeats de él: “Roger Casement es el irlandés más universal que he conocido. Un verdadero ciudadano del mundo”, pero este sueño, en su evolución irá cambiando, hasta acabar en el nacionalismo radical irlandés.
Con 20 años se va a África, concretamente al Congo, y allí poco a poco va conociendo el desequilibrio de intercambios. Y es que como se decía, los barcos iban cargados de armas, municiones, estampitas, crucifijos, piedrecitas de colores, y a cambio, esos mismos barcos venían cargados de pieles de animales, mucho marfil, muchísimo caucho, entre otros saqueos. Este intercambio era el que iba a llevar la ¡“civilización”!, o más bien fue el intercambio gracias al cual se estaban formando inmensas fortunas en Europa.

Estatua de sir Roger Casement, mirando al mar, en Ballyheigue, Co-Kerry


Después de vivir la realidad africana, ya nada verá igual, empieza a encontrarse y refugiarse en sus raíces, en Irlanda, a la que empieza a ver de otro forma. La ve como lo que ya no es, sino como lo que queda tras la colonización que todo lo arrasa. Por eso, lo de “el sueño del celta”. Ahora ya para Roger, en su vida más bien solitaria, se siente conectado con esta idea de sueño, en la que la lengua, y una cultura ancestral celta puedan ser recuperadas.
Tras leer el libro, no dejará a nadie indiferente, sobre lo que fue la colonización del Congo belga en tiempos del “monarca humanitario” (es ironía del propio escritor) Leopoldo II, cuya fortuna particular creció más que considerablemente, y que junto a su explorador Henry Morton Stanley, pasarán a la Historia, con el galardón de “los malos de los malos”. Tampoco dejará indiferente lo que es contado sobre la situación de los indígenas en las caucherías de la amazonia peruana, el siguiente destino de Casement y lo que trae es no menos espantoso. Mario Vargas Llosa no ahorra detalles.
Este libro es más que una biografía, porque no sólo se disfruta con amenidad lo allí escrito, sino que también está trabajado casi como un documento histórico, lleno de datos, detalles y personajes reales que retratan una época y una faceta humana que no hay que olvidar, porque allá donde no hay control, justicia ni gobierno, se convierte en el paraíso de las mentes más psicópatas que pueden "realizarse" desplegando toda la imaginación de la que son capaces. Y donde los otros, más normalitos, se dejan arrastrar, dejando los principios para otros momentos.
Roger Casement, muere ahorcado, despreciado y abandonado por muchos, en 1916. Contaba con 52 años. Dos de las personas por las que más sintió su falta de apoyo, fueron la del escritor Joseph Conrad, y la de su compañero en la lucha, Edmund D. Morell, en la campaña por la que se sacaron a la luz la realidad del negocio que era el Estado Independiente del Congo de Leopoldo II.

Por fin, en 1965, descansa en el cementerio de Glasnevin, en Irlanda

A propósito de Joseph Conrad, lo conoció y  entabló una relación amistosa en el mismo Congo, justo antes de que Conrad iniciara  ese viaje río arriba, que inspiraría su famoso libro “El corazón de las tinieblas”. Y es que el mismo Conrad decía que mucho tenía Roger que ver con el libro, ya que de alguna forma, Casement le había abierto los ojos. Se podría decir que si las palabra que están presentes en el libro de Conrad es la de: “el horror, el horror”; en este libro de Vargas Llosa, las palabras presentes todo el rato pudieran ser la de: “la codicia, la codicia”.
Sobre los nacionalismos, para dejar un poquito de polémica, una cita del libro: “No dejemos que el patriotismo nos arrebate la lucidez, la razón, la inteligencia”, a lo que Bernard Shaw contesta: “Son cosas irreconciliables. No se engañe: el patriotismo es una religión, está reñido con la lucidez”
Una curiosidad: en el libro de “Tintín en el Congo” del belga Hergé, los blancos “malos” sí iban a la cárcel, y a Tintín le llamaban “Bula-Matari”, que en Kikongo significa “el que rompe las piedras”, que es el mismo apodo con el que era conocido el maléfico Henry Morton Stanley, lo cual nos da una idea de lo poco que se conocía la verdadera personalidad de este personaje cuando el cómic fue escrito.