'El sueño del celta' de Mario Vargas Llosa

Publicado el 12 mayo 2011 por Kovua


Roger Casement, es un irlandés que lucha denunciando los horrores del colonialismo y por el derecho a la libertad. Existen varios informes escritos en los viajes por el Congo Belga y la Amazonia sudamericana que conmocionaron a la sociedad en su época. Estos viajes y lo que vio en ellos cambiaran el punto de vista de Casement permitiéndole conocerse a sí mismo en términos cívicos e intelectuales, llegando a dudar de la inocencia y la solidaridad de la humanidad. A nivel personal, Casement, con varias caras públicas debido a la publicación de su diario, de veracidad dudosa, en los últimos momentos de su vida, que desvelaron unas aventuras sexuales escabrosas que le valieron para que sus compatriotas le despreciaran e ignoraran.
Esta aventura empieza en el Congo de 1903, cuando recaba información para denunciar a la Peruvian Amazon Company sospechosa de todo tipos de delitos contra sus caucheros (recogedores de caucho) y termina en una cárcel de Londres en el año 1916, en este tiempo se narra las desdichas y situaciones por las que pasó este irlandés por su lucha contra el nacionalismo y los derechos de los indígenas que cruelmente tratan y que se describe con gran precisión e incluso a enfrentarse a su admirada Inglaterra. Todo ello por la lucha de la libertad.
Recomendado para aquellos que quieran descubrir la crueldad, la oscuridad, el desprecio y la capacidad del ser humano por enriquecerse sin importarle las consecuencias. También para los que tengan curiosidad por la vida de Roger Casement, esta novela muestra la dura realidad del día a día de este irlandés y los delitos cometidos por la empresa de Julio Cesar Arana. Y por último para aquellos que quieran descubrir otro registro en la literatura del premio Nobel, Vargas Llosa.
Extractos:
–Explíqueme qué son las «correrías» –dijo Casemente.Salir a cazar indios en sus aldeas para que vengan a recoger caucho en las tierras de la Compañía. Los que fuera: huitotos, ocaimas, muinanes, nonuyas, andoques, rezígaros o boras. Cualquiera de los que había por la región. Porque todos, sin excepción, eran reacios a recoger jebe. Había que obligarlos. Las «correrías» exigían larguísimas expediciones, y, a veces, para nada. Llegaban y las aldeas estaban desiertas. Sus habitantes habían huido. Otras veces, no, felizmente. Les caían a balazos para asustarlos y para que no se defendieran, pero lo hacían, con sus cerbatanas y garrotes. Se armaba la pelea. Luego había que arrearlos, atados del pescuezo, a los que estuvieran en condiciones de caminar, hombres y mujeres. Los más viejos y los recién nacidos eran abandonados para que no atrasaran la marcha. Eponim nunca cometió las crueldades gratuitas de Armando Normand, pese a haber trabajado a sus órdenes por dos años en Matanzas, donde el señor Normand era administardor.
Roger se había distraído, recordando la alargada silueta de Éamon de Valera, su hablar tan solemne y ceremonioso. Advirtió que Alice se refería ahora a un caballo. Lo hacía con sentimiento y lágrimas en los ojos. La historiadora tenía gran amor por los animales, pero ¿por qué la afectaba éste de modo tan especial? Poco a poco fue entendiendo que su sobrino le había contado el episodio. Se trataba del caballo de uno de los lanceros británicos que el primer día de la insurrección cargaron contra la Oficina de Correos y fueron rechazados, perdiendo tres hombres. El caballo recibió varios impactos de balay se desplomó delante de una barricada, malherido. Relinchaba con espanto, traspasado de dolor. Conseguía a veces levantarse, pero, debilitado por la pérdida de sangre, volvía a caer al suelo luego de intentar algunos pasos. Detrás de la barricada hubo una discusión entre los que querían rematarlo para que no sufriera más y los que se oponían creyendo que conseguiría recuperarse. Por fin, le dispararon. Fueron necesarios dos tipos de fusil para poner fin a su agonía.
Editorial: Alfaguara
Autor: Mario Vargas Llosa
Páginas: 464 Precio:22 euros