Q: What is Yellowstone doing to prevent an eruption?¿Qué está haciendo Yellowstone para prevenir una erupción?
A: Nothing can be done to prevent an eruption. The temperatures, pressures, physical characteristics of partially molten rock, and the immensity of the magma chamber are beyond man's ability to influence--much less controlNo se puede hacer nada para prevenir una erupción. Las temperaturas, presiones, características físicas de la roca parcialmente fundida y la enormidad de la cámara de magma están más allá de la capacidad del hombre para afectar – y mucho menos controlar.
National Park Service. USA
1.600 d.C.
Desde las zonas más profundas y ardientes del manto terrestre, las más cercanas al núcleo, se elevan como columnas enormes flujos de roca fundida. La materia asciende porque la temperatura altera su densidad, haciéndola más liviana. En el interior de nuestro planeta hay inmensos ríos verticales de 500 kilómetros de diámetro que, ya cerca de la corteza, detienen su avance y fluyen hacia los lados, adoptando la forma de un inmenso hongo.
La presión que ejercen sobre la litosfera es enorme, y en estos puntos calientes la actividad plutónica es incesante. Hawái, Japón o las Canarias tienen su origen en estos pilares de magma.
Cerca de la superficie el magma se enfría y regresa a las profundidades en forma de columnas descendientes. Esta circulación de calor se denomina convección del manto terrestre.
En el año 1.600 d.C., en una zona del manto que confluye con un punto caliente del oeste de los Estados Unidos, 500 kilómetros cúbicos de magma inician un rápido ascenso. Su destino es inusual: no será un lugar de encuentro entre placas, que permita disipar parte de la energía acumulada. Cerca de la superficie se acumula una cantidad enorme de material candente en una cavidad monstruosa. El empuje final del magma que ha iniciado hoy su ascenso romperá un frágil equilibrio, y la corteza terrestre se fundirá y cederá, incapaz de detener la presión.
Comenzamos, pues, esta historia en el siglo XVII, el siglo de Newton, Galileo, Cervantes o Velázquez. Sin que lo sepamos ni podamos impedirlo, en el interior del planeta se han desatado unas fuerzas que, cinco siglos más tarde, acabarán con la civilización.
Un supervolcán estallará en Yellowstone al comienzo del segundo milenio.
1959 Yellowstone ya relata una historia geológica preocupante. Hay indicios en las piedras de al menos tres grandes erupciones en el pasado, la última de hace unos 600.000 años. La fuerza de la erupción parece descomunal, y lo más extraño es que no se encuentra el cráter ni la caldera. En este mismo año Yellowstone se agita por un terremoto de una magnitud de 7,5 sobre la escala de Richter en el que fallecen 28 personas. Sucede entonces algo asombroso: en el fondo del lago Hegben se abre una enorme grieta que lo vacía por completo. Posteriormente, los sedimentos taponan la herida y las aguas vuelven. Yellowstone, sea lo que sea, está vivo.
1970 Aunque geólogos y vulcanólogos son cada vez más conocedores de la potencia destructora de Yellowstone en el pasado, y de su incesante actividad geotermal y sísmica, no conocen nada parecido a los supervolcanes. Los vulcanólogos sí saben de la existencia de Traps o Grandes Provincias Ígneas: inmensas extensiones de material volcánico, fundamentalmente basalto, que ocupan áreas de cientos de kilómetros cuadrados. Pero Yellowstone es otra cosa. Está lo bastante concentrado para no ser considerado un trap, pero a su vez es demasiado grande y destructivo para ser un volcán. En el verano de 1975 se produjo otro gran terremoto de una magnitud de 6,1.
A finales de los 60 la NASA quiso probar equipos de fotografía a gran altura como parte del proyecto Apolo, en la Luna. Preguntó al Servicio Geológico Norteamericano si había un lugar en la Tierra que quisieran fotografiar desde tan alto. La respuesta fue inmediata: Yellowstone. Cuando revelaron las fotografías, descubrieron por fin al monstruo: una caldera de 70 kilómetros de largo y 30 de ancho. Era demasiado grande para verla desde tierra.
Los vulcanólogos habían descubierto un supervolcán activo.
1992La vigilancia sobre lo que sucede en Yellowstone aumenta. Un sistema de 22 sismógrafos repartidos por todo el parque recibe las ondas de los terremotos, y analizándolas se generan imágenes de la cámara de magma. Tiene más de 20 kilómetros de largo, diez de ancho y cinco de profundidad. Se detecta una vez más un ascenso de la caldera desde el verano de 1992 al verano de 1995. El satélite, por su parte, confirma sucesivas elevaciones que finalizan en junio de 1997. El suelo de Yellowstone se mueve; a 10 kilómetros de profundidad el magma y los sistemas hidrotermales están bailando, en un juego peligroso por desconocido. Un estudio de septiembre de 1998 confirma finalmente estos datos que, sin embargo, no son de conocimiento público.
2.000 Comienza una actividad frenética que intenta averiguar lo que está sucediendo. Un estudio muestra la existencia de antiguos ríos de lava de 32 kilómetros de longitud, los mayores encontrados jamás. Algunos son de hace sólo 70.000 años. El estudio de la lava muestra la personalidad explosiva de Yellowstone: la lava contiene cristales de cuarzo que a su vez contienen titanio. La cantidad de titanio varía según la velocidad de ascenso de la lava. Pues bien: la lava de Yellowstone subió rápidamente. Se sabe que la última gran erupción del supervolcán de Yellowstone, la llamada erupción de Lava Creek, expulsó cerca de 1.000 km3 de roca, polvo y ceniza. Los efectos afectaron a toda Norteamérica, incluido México. El clima de todo el planeta se vio alterado por un invierno nuclear. Es demasiado grave, demasiado grande para mantenerlo oculto. Cuando las productoras, imbuidas del ambiente catastrofista propio del cambio de milenio, buscan temas para sus documentales, Yellowstone ve la luz. El año 2000 la prestigiosa BBC produce un documental sobre el Supervolcán de Yellowstone. Por cierto, el término “supervolcán” aparece por primera vez en este programa. No todos los vulcanólogos lo admiten como apropiado.
La conmoción es tal que el gobierno de los EEUU se ve obligado a actuar. En mayo de 2001 se crea el “Observatorio Vulcanológico de Yellowstone” (YVO). Es fruto de la colaboración entre el servicio geológico Norteamericano, el parque nacional de Yellowstone y la Universidad de Utah. Su misión: estudiar la evolución del supervolcán y anticipar los riesgos de una erupción. Yellowstone es el volcán más vigilado del mundo.
2003. El 10 de agosto el Denver Post informa del descubrimiento de una gran y súbita elevación en el fondo del lago Yellowstone. Esta prominencia mide nada menos que 630 metros de largo por 30 metros de alto. El descubrimiento de una elevación a un kilómetro de la costa, que confirma el Salt Lake Tribune el mes de noviembre, motiva el envío de un submarino y su estudio por sónar. Hay preocupación porque se produzca no tanto una erupción como una explosión hidrotermal masiva. Es decir: el lago Yellowstone, con sus 32 kilómetros de longitud, 23 kilómetros de anchura y hasta 118 metros de profundidad, situado encima de la cámara de magma, puede colapsar por un terremoto o por el aumento de la presión de la cámara. Si el agua entra en contacto con la lava hirviendo, la explosión hidrotermal puede ser devastadora y desatar el caos.
En marzo de 2004 un biólogo descubre los cuerpos de cinco bisontes muertos por envenenamiento debido a la emanación de gases junto al geiser Norris. En abril aumenta la actividad sísmica en todo el parque.
2006 Científicos del observatorio de Yellowstone y del Servicio Geológico de los Estados Unidos (UEGS) presentan las conclusiones de un estudio sobre lo que está sucediendo en Yellowstone. Reconocen que hay cambios en la actividad hidrotermal y en la cámara de magma, pero, en palabras de un geólogo del UEGS ,“aún no estamos seguros de si esta actividad es normal o no”. Si se habían observado por satélite variaciones en la caldera de 4 a 6 centímetro por año.
2007 El 30 de abril se detectaron 16 terremotos de una magnitud superior a 2,7. El UEGS le otorga a Yellowstone el rango de “sistema de alto riesgo". Al fin y al cabo, la caldera seguía subiendo a un ritmo cada vez mayor: 7,6 centímetros por año desde 2004 a 2008. El mayor nivel desde que se iniciaron las observaciones en 1923. Sin embargo, en 2009 el ritmo de crecimiento se desacelera, y en enero del 2010 el USGS hace público un mensaje tranquilizador: "el levantamiento de la caldera de Yellowstone se ha desacelerado significativamente".
Pero durante meses ha reinado la inquietud: entre diciembre y enero de 2008 y 2009, en un plazo de siete días, se monitorizaron 500 terremotos, algunos de una intensidad de 3,9. El 1 de enero de 2010 la Universidad de Utah hace pública una nota de prensa en la que afirma que “el Servicio del Parque Nacional de Yellowstone se mantiene al tanto sobre la actividad sísmica que está teniendo lugar, por vía electrónica y por teléfono con la Universidad de Utah y el USGS y que la Oficina de Seguridad Nacional de Wyoming está revisando los Planes de Respuesta a Terremotos”.
Los interesados pueden realizar un seguimiento en tiempo real de lo que está sucediendo en Yellowstone en la página:Seguimiento volcánYellowstone
2010 El año comienza muy movido. Entre el 17 de enero y 1 de febrero se detectan 1620 pequeños terremotos. A tantos sismos continuados se los denomina “enjambres”. Se observó que terremotos acaecidos a grandes distancias (incluso a 3.200 Km) afectaban al sistema de Yellowstone. El enjambre de 2010 guarda relación con el terrible terremoto de Haití de 12 de enero del mismo año, que causó más de 200.000 muertos.
2013. El 10 de septiembre Yellowstone parece volverse loco. Durante seis días se sucedieron los terremotos; 130 en total. Un profesor de geofísica de la universidad de Utah, visiblemente preocupado, afirma que “nunca he visto nada igual en 53 años de investigación en Yellowstone. Nunca he sido testigo de tres enjambres sísmicos simultáneos”.
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Los científicos llaman a la tranquilidad. La situación en Yellowstone no indica que vaya a producirse una erupción a corto plazo.
2017. El 14 de marzo el nivel de las aguas en la orilla sureste del lago de Yellowstone ha ascendido dos metros. No es la primera vez que los árboles de la orilla se ven inundados súbitamente por el agua. Los satélites muestran que se ha producido un aumento repentino del suelo de la zona norte de la caldera, lo que ha desnivelado el nivel del lago. Hay un fuerte olor a gas en la zona. Se recomienda a los visitantes que eviten el lugar.
El 23 de octubre dos hectáreas de arbolado muerto parecen afectadas por la emanación de gases. Los árboles se han secado, y hay ardillas y otros pequeños mamíferos muertos por intoxicación. Se clausura la zona e impide el acceso. El 12 de diciembre se observa un cambio en los patrones de funcionamiento de los géiseres. En concreto, una docena dejan de expeler agua.
2019. El comportamiento del sistema hidrotermal del parque se hace más impredecible. La UEGS remite al gobierno un informe confidencial en el que muestra su preocupación por estos nuevos indicios. Todo parece indicar que está aumentando la presión de la cámara de magma. Los enjambres sísmicos son cada vez mayores, y se detectan los focos a una menor profundidad. Las mediciones en el lago muestran un aumento de su nivel de acidez, lo que implica que se están disolviendo gases provenientes de grietas del fondo de la caldera. No es necesario elevar el nivel de alarma, pero se recomienda revisar los procedimientos de desalojo y actuación en caso de erupción.
2024. Los últimos tres años han sido tranquilos; incluso ha remitido la actividad sísmica. Pero de repente, el 4 de febrero, el parque sufre un terremoto con una intensidad de 6,8 localizado en una de las fallas que atraviesa el parque de norte a noroeste. Una cantidad indeterminada de agua del lago Yellowstone, que se encuentra congelado, ha desaparecido. La actividad geotermal de todo el parque se detiene bruscamente. Es la peor señal. El observatorio de Yellowstone cierra el parque y recomienda desalojar a la población civil que viva dentro de un diámetro de 60 kilómetros del parque. Los noticiarios dedican su programación por entero a lo que está sucediendo en Yellowstone.
El 23 de junio el estado de alarma se ha enfriado bastante en la opinión pública. El parque permanece cerrado, pero se oyen voces de empresarios y políticos pidiendo su reapertura. Los medios de comunicación se vuelcan en la noticia de un escándalo político. El día amanece tranquilo y caluroso. En el Observatorio de Yellowstone, que monitoriza con un equipo científico de refuerzo la actividad sísmica y tectónica del volcán al segundo, el responsable del turno de noche informa de un temblor de pequeña magnitud, 2,5, pero a una profundidad de apenas 7 kilómetros. El sismo se ha producido en el centro de la caldera, bajo el lago. Los sistemas hidrotermales siguen sin mostrar actividad alguna.
A las 12 de la mañana un becario, que se encuentra fumando en el exterior, llama a su supervisor. Le señala el cielo. Miles de aves abandonan Yellowstone en dirección sudeste, oscureciendo el cielo. No es época de migraciones. El supervisor llama por radio a los encargados de vigilar la actividad por todo el parque. Desde los puestos de observación se repite la misma noticia: los animales se mueven. Abandonan Yellowstone. El máximo responsable del observatorio descuelga un teléfono con línea directa a los asesores científicos del Presidente de los Estados Unidos.
Los animales no mienten: Yellowstone va a estallar.
El 25 de junio el silencio es aterrador, No se escuchan aves ni animal alguno. Los satélites informan que el lecho de la caldera se ha elevado diez metros en apenas 24 horas, pero en la orilla del lago ha bajado el nivel del agua casi tres metros. El olor sulfuroso impregna todo el parque, y queda un retén de voluntarios refugiados a 50 metros bajo tierra. La Guardia Nacional está evacuando a toda la población civil que vive en un diámetro de 90 kilómetros. La radio y televisión emiten mensajes institucionales recomendando a toda la población del oeste y centro de los Estados Unidos que se mantengan dentro de sus casas, hagan acopio de víveres y recojan las máscaras que el gobierno ha repartido por ayuntamientos y centros parroquiales. Si ven caer ceniza, no deben respirar al aire libre sin las máscaras. Es posible que no suceda nada, pero conviene estar preparados. En los mercados hay ya desabastecimiento de latas de alimento y envases de agua. Muchos han optado por intenta huir hacia la costa este, y en muchas carreteras el tráfico está colapsado. Empieza a faltar la gasolina.
El 28 de junio, a las 14:45, la caldera de Yellowstone finalmente colapsa. Un nuevo terremoto ha fisurado la corteza, prácticamente derretida por el inmenso calor, y los gases disueltos por efecto de la presión cambian súbitamente de fase, formándose burbujas que expanden al magma y elevan aún más la presión. Es una reacción en cadena que, en cuestión de segundos, libera una cantidad de energía inimaginable: más de 1.500 Km3 de materia incandescente explosiona en el mayor estallido que la Tierra haya presenciado en 70.000 años. Por un instante la corteza terrestre desaparece, hundiéndose decenas de kilómetros con un radio de 40 kilómetros. Es una herida abierta en el planeta, por la que sangra gas, polvo y roca. La erupción provoca que los miles de toneladas de agua del lago Yellowstone cambien súbitamente de fase por el contacto con las hirvientes entrañas de la tierra. Este hecho libera una inconmensurable cantidad de energía hidrotérmica en forma de explosión. La brecha que se abre es aún mayor: un enorme agujero de 70 kilómetros de diámetro libera toda la energía acumulada. Se ha dado el peor de lo escenarios posibles. La civilización humana está condenada.
En unos minutos muere todo rastro de vida en un radio de 200 kilómetros. De nada sirven refugios, provisiones o máscaras. Los mejor preparados podrán sobrevivir durante un tiempo, pero ya no pueden abandonar lo que será su tumba, aprisionados bajo metros de ceniza y roca.
Además, las temperaturas han bajado bruscamente, una media de 20 grados centígrados. El planeta entra en una era glacial, que no podemos combatir por la falta de suministro energético. La ceniza y las bajísimas temperaturas han obstruido, congelado e impedido el aporte de agua potable y gas a las casas, los vehículos no pueden circular porque los componentes de los motores se destrozan por los efectos de la ceniza. La aviación comercial sufre la acumulación de partículas, especialmente en las llamadas “corrientes en chorro”.
Pero lo peor está por venir.
El supervolcán libera a la atmósfera enormes cantidades de dióxido de azufre (SO2). Este gas en la atmósfera suma otro átomo de oxígeno y se convierte en trióxido de azufre (SO3). Esta molécula se combina con agua (H2O), incorporando los dos átomos de hidrógeno y el átomo de oxígeno (H2SO4).
Del cielo llueve ácido sulfúrico.
Todo resto de vida expuesta a esta lluvia muere.
El escenario es terrible. Los océanos sufren la acción de la lluvia ácida, que ataca el ciclo de carbono. Los animales con caparazones mueren; es decir, casi todo el zooplacton que se encuentra en la base de la cadena alimenticia.
Hay más: la destrucción de Yellowstone ha provocado fortísimas réplicas sísmicas en los EEUU. Hay cinco centrales nucleares especialmente expuestas, situadas en zonas de alto riesgo sísmico. En todo el mundo existe riesgo de contaminación radioactiva. Los sistemas de control de las cientos de centrales nucleares no han previsto un escenario tan terrible.
Las fuerzas del orden no son capaces de preservar el orden social. Proliferan los saqueos y ataques.
El derrumbe de la convivencia pacífica supone la muerte de la civilización.
Los humanos sobreviven, pero ya nada será igual. De un mundo poblado por 7.000 millones pasamos a otro con unos pocos centenares de miles.
Pasados diez años, en el 2034, tendremos que volver a empezar.
Coda:
Todo lo escrito hasta el 25 de noviembre de 2014 es absolutamente cierto. La pregunta es: ¿cuándo se producirá la erupción de Yellowstone? No podemos saberlo, pero todo parece indicar que no será un suceso próximo. Posiblemente, pasarán muchas generaciones hasta que alcancemos un nivel de auténtico riesgo. Incluso entonces, la erupción puede no ser tan catastrófica como la que describo.
Yellowstone no es el mayor peligro al que nos enfrentamos. Yo pondría en primer lugar el impacto de un gran meteorito. Sin embargo, el Centro de control de Yellowstone emite comunicados diariamente en tiempo real. Conviene estar atentos a las señales.
Vigilar. Aunque sea poco lo que podamos hacer.
Antonio Carrillo