El susurro del ‘bobby’

Publicado el 26 septiembre 2012 por Manuelsegura @manuelsegura

Hace unos cuantos años, viajé a Londres en visita profesional. Por la tarde, un grupo de compañeros nos acercamos al típico pub a tomar unas pintas. Allí estuvimos un rato, hasta que se nos hizo la hora de cenar. Salimos del mismo y nos encontramos de frente con un numeroso grupo de personas que ocupaban la calle. Los concentrados, que acababan de presenciar un partido de fútbol por televisión en los locales de la zona, celebraban ruidosamente el resultado. Los coches no podían pasar por la calle e incluso algunos viandantes lo hacían con suma dificultad.

En esto, aparecieron por allí dos bobbys (policías metropolitanos). La pareja estaba formada por un tipo alto, fornido y robusto y otro de envergadura mucho más discreta. Recuérdese que este cuerpo policial no porta armas de fuego. El primero de los agentes requirió la presencia del cabecilla de aquella multitud, que acudió raudo a su presencia, y le susurró algo al oído. El hombre se giró, se fue hacia los reunidos, les dijo unas palabras y éstos se dispersaron como las aguas del Mar Rojo ante la presencia de Moisés. Ahí acabó el incidente.

Siempre he recordado este episodio cuando de aplicar la autoridad se trata por parte de quien la debe hacer notar. No por ir pertrechado de pistola, cascos, escudos y porras se impone mejor el cumplimiento de la ley. Aquel bobby londinense, con solo la palabra, fue capaz de disolver a una muchedumbre que no se comportaba con arreglo a la legislación vigente. Y es que, muchas veces, es más efectiva la autoridad moral que la del palo y tentetieso.