El Taburete de las Mil Historias

Por Elisa Gómez Fernández

 Tenía muchas ganas de ponerme manos a la obra y recuperar este taburete de la cocina de mi madre. 

- ¿Es antiguo? No.

- ¡Será muy caro! No.

 Nada de eso, se trata de un taburete corriente de cocina como hay muchos, sin valor económico, pero guarda muchos recuerdos, historias y anécdotas.  La cocina siempre fue lugar de reunión en mi casa, mi madre apoyada en su taburete y yo frente a ella, charlabamos sin tiempo, y muchas fueron las confidencias compartidas. 

La encontraba sentada en este taburete cada día que iba a verla, preparando la comida, pelando sus ajos, partiendo la verdura arrimada a la encimera... Ni sus huesos destrozados por la artrosis ni el corazón, la dejaban permanecer de pie mucho tiempo. Mi madre cocinó hasta sus últimos días, ya muy despacio, sin prisa y esa fue su manera de mantenerse viva y útil. No he conocido a nadie con tanta fuerza y ánimo, a pesar de todas las enfermedades que la atacaron. Mujer de gran carácter que le gustaba hablar con todos, mucho más con gente joven ya que ella nunca se consideró, ni siquiera, mayor. Tenía un sentido del humor envidiable y donde ella estuviera, nadie se aburría. Se reía hasta de sí misma y los que la conocieron bien, lo saben.

Ahora tengo aquel taburete en mi cocina, lo he restaurado y actualizado un poco pues ya tenía partes despegadas y el asiento algo deteriorado. Ha sido la manera de poder conservarlo durante mucho tiempo conmigo. 

...¿Cuánto vale? No tiene precio porque el cariño verdadero ni se compra ni se vende.

MATERIALES NECESARIOS

  • cola de carpintero
  • guata de grosor medio
  • tela antimanchas
  • imprimación 
  • grapadora
  • esmalte acrílico al agua Bruguer (multisuperficie)
  • brocha (procura que sea buena , suave y que no deje huellas)

MODO DE HACERLO

Lo primero que hay que hacer es limpiar bien toda la superficie con un paño húmedo pero sin exceso de agua. Secar bien. Tuve que desmontar parte pues había que encolar.

Una vez bien pegado y seca la cola procedí a dar la imprimación. Dí una sola mano. Dejé secar 24 horas. No hay que tener prisa. Después dos manos de pintura, dejando secar entre capa y capa. Aunque el fabricante indica que el repintado se puede hacer al cabo de 6 horas, también esperé 24 horas entre las dos manos.

Mientras tanto tapicé el asiento, algo deteriorado por el uso y el paso del tiempo. Puse una guata de grosor medio y tapicé con un retal de tela antimanchas que tenía en casa.

Ha merecido la pena el trabajo aunque a mí no me ha costado. Todo lo que se hace con ilusión tiene  su recompensa. ¿No os parece así?

                                       

Aquí se ha colado mi chiquitín que no se despega de mí ni un momento. Yo creo que a él le gustó mi trabajito.

Sé que mi amiga Marisa G. ya está hacindo hueco en el proyecto 1+/-100 Desperdicio 0, estos trabajos de reciclaje también tienen cabida en él. Piensa en dar nueva oportunidad a lo que tienes en casa, con un poco de ingenio darás nueva vida a mil cosas que irían a la basura irremediablemente.