El calamón de Isla Sur o takahe (Porphyrio hochstetteri) es una de las aves más fascinantes y enigmáticas de Nueva Zelanda. De plumaje azul y verde brillante y robusto pico rojo, el takahe es un símbolo de la resiliencia de la naturaleza y de los esfuerzos humanos por conservarla. La historia de este animal es un viaje a través del tiempo, marcado por descubrimientos, extinciones aparentes y redescubrimientos milagrosos.
El primer encuentro documentado con el takahe se produjo en 1847, cuando el naturalista neozelandés Walter Mantell desenterró algunos restos óseos del animal en dos localidades de la Isla Norte de Nueva Zelanda. Enseguida se dio cuenta de que estaba ante un ave robusta y no voladora, estrechamente relacionada con los miembros de la familia rallidae, un grupo de aves gruiformes ampliamente extendido por el mundo. A pesar de no estar aún catalogada por la ciencia, la especie era conocida por los maoríes de la Isla Norte, quienes la habían cazado en tiempos anteriores y se referían a ella con el nombre de moho, pero aseguraban no haber visto un ejemplar en mucho tiempo.
Al año siguiente, los huesos fueron utilizados por el paleontólogo Richard Owen para describir una nueva y aparentemente extinta especie a la que en un principio nombró Notornis mantelli, denominación que posteriormente sería sustituida por Porphyrio mantelli.
En 1849, para sorpresa del mundo científico, un individuo de la especie fue capturado vivo por el perro de un cazador de focas, pero esta vez en uno de los islotes pertenecientes a la Isla Sur. Su piel fue comprada por Mantell y enviada al Museo Británico. Por aquel entonces, trascendió que los maoríes de la Isla Sur conocían al animal con el nombre de takahe. Tan sólo dos años más tarde sería capturado un nuevo ejemplar en la Isla Sur, pero después de esto, tendrían que pasar casi tres décadas hasta el avistamiento en 1879 del siguiente animal.
Sería el zoólogo alemán Adolf B. Meyer, quien, tras comparar especímenes de las dos islas, llegase a la conclusión de que el moho y el takahe eran lo suficientemente distintos como para ser considerados especies separadas. Decidió nombrar a la especie de la Isla Sur como Notornis hochstetteri, en honor al explorador Ferdinand Von Hochstetter, quien se había dedicado sin éxito a su búsqueda durante los 28 años previos sin avistamientos del ave. Sin embargo, estudios posteriores llegaron a la conclusión de que ambos animales eran la misma especie, degradando al takahe a una mera subespecie (N. mantelli hochstetteri).
Imagen de un calamón takahe tomada en la isla de Maud, una de las muchas pequeñas islas de la parte septentrional de la Isla Sur de Nueva Zelanda. Autor: Sid Mosdell (fuente).
No se volvería a tener noticia de un nuevo avistamiento hasta 1894, año en que se produjo la primera captura de un ejemplar vivo en la Isla Norte. Era la primera vez que se producía tal evento desde el descubrimiento de sus huesos en 1847. Desde esa captura hasta la actualidad, ningún otro especimen ha sido capturado o siquiera avistado en la Isla Norte, por lo que hoy en día se considera la existencia de una sola especie denominada comúnmente takahe (Porphyrio hochstetteri).
Mientras que en la Isla Norte no se volvieron a tener noticias del animal, un nuevo ejemplar hizo reaparición en la Isla Sur en agosto de 1898, -una vez más capturado por un perro- a orillas del lago Te Anau. Se trató del primer ejemplar completamente preservado y fue depositado en un museo en la ciudad de Dunedin. Repitiéndose el mismo patrón que en ocasiones anteriores, no volverían a tenerse noticias del animal durante mucho tiempo, hasta tal punto, que los expertos llegaron a creer muy seriamente que, esta vez sí, había desaparecido para siempre.
Afortunadamente, no todo el mundo estaba convencido de la extinción del takahe. Una de estas personas era Geoffrey Orbell, un médico neozelandés cuya figura sería clave en la historia del ave neozelandesa. Había recogido gran cantidad de información proveniente de los testimonios de maoríes que habitaban el entorno del lago Te Anau, donde habían sido avistados y capturados algunos ejemplares en el pasado. Se dio cuenta de que en las montañas que surcaban las orillas orientales de este lago, existía otro gran lago aún sin documentar por los occidentales, que además, supuestamente era -según los testimonios- hogar del takahe. De hecho, se creía que era lugar de anidamiento de estas aves.
Orbell lideró una pequeña expedición al recién descubierto lago en abril de 1948. Aunque encontró algún rastro indicativo de la presencia del animal en la zona, no avistó directamente ningún ejemplar. Siete meses después, volvería a lanzar otra expedición en el mismo lugar, para finalmente, tropezarse con el "extinto" animal el 20 de noviembre de 1948. Mientras Orbell y sus acompañantes caminaban por un valle, un ejemplar de takahe se cruzó en su camino. A finales de aquel mismo año, el equipo de Orbell había logrado capturar vivos a dos individuos a los que examinaron y filmaron meticulosamente antes de volver a soltarlos.
En 1949, Orbell lideró una nueva expedición al valle en que había descubierto la presencia de takahes. Como fruto de las observaciones realizadas, estimó que habría unas 20 parejas reproductoras viviendo en la zona, a las que habría que sumar varias más en otro valle adyacente. La región fue declarada zona protegida inmediatamente, recibiendo el nombre de Takahe Valley y englobando todo el área de distribución de la especie.
Sello postal de Nueva Zelanda dedicado al takahe (fuente).
Los registros subfósiles indican que en el pasado la especie estuvo distribuida por toda la Isla Sur de Nueva Zelanda, pero en el momento de su redescubrimiento en 1948, ya se encontraba confinada en un área de unos 650 kilómetros cuadrados en las montañas Murchison, dentro del Parque Nacional Fiordland, en el suroeste de la Isla Sur. La población total de la especie se estima actualmente en unos 418 individuos, con aproximadamente 130 parejas reproductoras. Si bien históricamente el número de efectivos ha sufrido grandes fluctuaciones, se calcula que la población ha venido creciendo alrededor de un 10% al año desde 2015 gracias a la protección de la que gozan estos animales. Aun así, el ave se encuentra en peligro según el baremo de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza).
Se trata de un ave sin capacidad de volar debido a su elevado peso. Es una especie monógama que se reproduce entre octubre y diciembre construyendo un nido en el suelo en el que la hembra pondrá de uno a tres huevos que eclosionarán al cabo de un mes. Los polluelos -que serán alimentados por ambos progenitores- nacen con el plumaje oscuro, pero poco a poco va tornando en el azulado-verdoso del adulto. El pico también es oscuro al nacer, volviéndose rojizo con el tiempo. Alcanzan la madurez reproductora en su segundo año de vida. Tienen una dieta principalmente herbívora, alimentándose de hojas, semillas, brotes, varios tipos de hierbas e incluso algunos insectos.
Hembra de takahe incubando la puesta en su nido (fuente).
Históricamente, la caza por humanos, la deforestación y la introducción de depredadores como el armiño (Mustela erminea), han contribuido a la desaparición de esta especie de muchas zonas de su rango de distribución. Otras especies introducidas, como es el caso del ciervo rojo (Cervus elaphus) compiten con el takahe por el alimento. La endogamia también parece suponer un problema en las poblaciones pequeñas.
Desde su redescubrimiento, se han implementado numerosos esfuerzos de conservación para proteger la especie. El Departamento de Conservación de Nueva Zelanda ha establecido programas de cría en cautividad y ha reintroducido takahes en varias islas libres de depredadores. Además, se han llevado a cabo esfuerzos para controlar las poblaciones de estos últimos y el acceso del público a su área de distribución está estrictamente limitada desde hace décadas. Uno de los programas de conservación más exitosos ha sido el de la isla Tiritiri Matangi, donde se ha conseguido establecer una población viable.
Por último, destacar que el takahe no sólo es importante desde el punto de vista ecológico, sino también cultural. Para los maoríes, es un tesoro que tiene un significado espiritual y cultural profundo. La conservación de esta especie es vista como una responsabilidad compartida entre el gobierno y las comunidades locales, especialmente las compuestas por maoríes. El redescubrimiento del takahe es un recordatorio poderoso de la capacidad de la naturaleza para sorprendernos y de la importancia de la conservación.
Más información sobre el calamón takahe de Isla Sur:
https://www.iucnredlist.org/species/22692808/170983662#taxonomy
https://es.wikipedia.org/wiki/Porphyrio_hochstetteri
Galería de imágenes del takahe
https://animalia.bio/es/south-island-takahe?letter=t
https://crux.org.nz/crux-news/takahe-breeding-success-5-nests-in-greenstone-valley
https://birdsoftheworld.org/bow/species/takahe3/cur/introduction?lang=es
https://www.muyinteresante.com.mx/medio-ambiente/38693.html
https://mundoextinto.com/descubriendo-la-gallina-de-los-takahe-en-nueva-zelanda/