Bien, punto número uno. No me puedo creer, no me cabe en la cabeza cómo los diseñadores crearon estos pantalones, con toda la intencionalidad del mundo de enseñar. Tampoco me puedo creer que las grandes empresas de la moda los vendan, y menos todavía, que el poder de dicha industria sea tan sumamente grande como para normalizar una prenda con total naturalidad. La sociedad ha aceptado que las niñas adolescentes se pongan esos pantalones en los que enseñan el culo, y todos nos quedamos tan pichis. Por que la franja de edad que compra el tangalón, por lo que he visto, suele ser de trece hasta los veinticinco..... aproximadamente. Las treinteañeras no tenemos necesidad de enseñar el culo. Y luego otra cosa, por que si te pones esos pantalones no puedes ponerte bragas, por que se verían. Tienes que ponerte un tanga o nada.
¿Qué será lo próximo? Un trozo de tela con dos agujeros en los que irán las tetas bien airedadas?
Es imposible no mirar el culo de una chica con estos pantaloes. IMPOSIBLE. Si vas por la calle tranquilamente y de repente ves un cacho de culo, pues lo miras, por que no es muy habitual ir por la calle y ver un culo. Aunque al sector masculino sí que le gustaría. Por otra parte... esta prenda va dedicada a la mujer. Y ¿los hombres qué? Pues se quedan de rositas mirando el culo de las adolescentes, o púbers como dice una amiga.
Ahora es cuando me pongo conservadora y pregunto ¿esas chicas no tienen padres? Podréis llamarme anticuada, pero esta prenda da a entender una hipersexualización de la mujer, y muchas de las que lo llevan seguramente ni lo sean. Que cada uno tiene la libertad de ponerse lo que quiera. Eso está claro y no se puede discutir. Pero hay que ser coherente con el mensaje que estás trasmitiendo al mundo.
Es increíble la facilidad con que las empresas y en este caso, el mundillo de la moda, nos puede llegar a influenciar. Estoy segura de que años atrás, el que se vendieran y que fueran moda estos pantalones cortos sería impensable. Cuando yo era adolescente también seguía la moda, como buena consumidora potencial. Tenía mis botas de tacón destroy y un montón de pantalones de PHO acampanados y de un montón de colores a cada cual más chillón. Me alegro de haber vivido en aquella época.
Y ya para acabar, me despido con esta divertida imagen que me ha hecho mucha gracia. No viene al tema, pero como es domingo y he comido kilos de tortilla de patata, pues lo pongo.