La primera forma de empatía es la empatía cognitiva. Consiste en entender cómo los demás perciben al mundo. Para ello es preciso alcanzar un nivel de comunicación mente-mente tal que nos permita conocer de la otra persona qué piensa de las cosas, qué es importante para ella y cómo construye su mundo. Sólo cuando vemos el mundo desde los ojos del otro aprendemos la mejor forma de comunicar con él, lo que más le importa y qué palabras debemos emplear o evitar si queremos alcanzar una buena conexión.
Por otra parte, la empatía emocional es aquella que nos ayuda a entender lo que siente el otro. Se basa en una forma de atención diferente pues requiere una comunicación cuerpo-cuerpo. Sólo a través de las señales emocionales del cuerpo es posible sintonizar con los sentimientos de los demás. Por ello la empatía emocional requiere una atención cuidadosa a las señales y los códigos que las personas transmiten a través de su lenguaje facial, verbal o no verbal.
Finalmente, nuestra conciencia empática empática se manifiesta cuando expresamos nuestra preocupación hacia la otra persona. Este nivel de comunicación corazón-corazón no sólo es exclusivo del entorno familiar o de pareja, pues la puede encontrar en aquellos líderes que se muestran como personas que apoyan a los miembros de su equipo, que demuestran que se puede confiar en ellos y que son capaces de permitir que los demás se sientan libres de asumir riesgos y tomen decisiones.
Recuerde que las personas empáticas consiguen mejores resultados en todo lo que se proponen. Tanto si usted ocupa un rol de padre o madre como si ejerce de líder o de profesor, de político o de comercial necesitará trabajar las tres formas de empatía: la empatía cognitiva, la empatía emocional y la conciencia empática. Para ello debará comunicar desde la mente, desde el cuerpo y desde el corazón. Seguro que el resultado merecerá la pena.
NOTAS
Esta distinción sobre los tres niveles de empatía la he tomado de Daniel Goleman.