El tapón, un pequeño elemento de enorme importancia en un gran vino (1 de 3)

Por Vinopremier Dario Vinopremier @vinopremier

El vino se comporta como un ser vivo, en el sentido que si no se cuida, dada su evolución natural puede estropearse y a la hora de saborearlo, no encontremos lo que buscamos.

En este proceso, el tapón que cierra la botella es esencial. El vino necesita ir ‘respirando’, ya que de esta forma la oxigenación se produce poco a poco y se consigue que el vino evolucione.

Como todo ser vivo, termina muriendo por exceso de oxigenación (realmente una oxidación). La pregunta es, ¿Cómo vamos a conseguir que respire y al mismo tiempo no matar ese vino?

La respuesta es muy simple, a través del tapón.

Tradicionalmente el tapón estaba fabricado con corcho natural, tanto es así que vulgarmente lo llamamos ‘corcho’. Inicialmente los tapones eran de piezas de corcho. Luego llegaron los aglomerados, y en épocas recientes se ha sustituido por siliconas.

Un vino con tapón de corcho, puede omitir la fecha de caducidad, debido a que sin importar el tiempo que transcurra, el corcho impide que entre algún elemento a la botella, situación que no se puede asegurar con tapones de plástico o metálicos, los cuales, conforme pasa el tiempo pueden perder su hermeticidad y el contenido de la botella se puede corromper.

Está por demás comentar que en el caso de vinos con tapones de plástico o metal, estos no igualan las características del corcho para la conservación del vino, por lo que es recomendable consumirlos lo antes posible.

El corcho, ya sea natural o aglomerado, es un material poroso, por el que el aire exterior puede entrar en la botella. Evidentemente la cantidad de aire que puede entrar es muy poca, y así ha de ser. Con los tapones de silicona, dada la nula porosidad, no entra nada de aire.

El tapón de silicona

Inicialmente los tapones de silicona eran totalmente estancos, aunque ahora mismo se están produciendo con diversos métodos para permitir la adición de oxígeno al vino, mediante diversos métodos.

Otra característica importante es el comportamiento del material con los años. Mientras el corcho esté mojado, se expande sellando la botella más fuerte y dosificando la entrada de aire de la atmósfera casi al mínimo, aportando al vino el oxígeno que se encuentra almacenado en el interior del corcho, de forma natural.

La silicona a los 3 años comienza a reducir su volumen, con lo que pierde capacidad de sellado.

Los vinos blancos y rosados se caracterizan tradicionalmente por ser vinos que jóvenes, afrutados, donde destacan los aromas cítricos. Se llaman jóvenes porque no hay envejecimiento y se deben consumir en el año de ser producidos. ¿Significa que si tienen dos años ya no están bien?, pues sí y no. Están bien (más o menos), pero desde luego no es lo más óptimo, ya que los aromas frutales son más volátiles, y son los primeros que desaparecen del vino.


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