Xabier Arzalluz definía cariñosamente a los terroristas callejeros vascos como “chicos de la gasolina”, igual que Iñaki Gabilondo, el principal comunicador español, le llama amistosamente “los muchachos” a los terroristas callejeros que incendian Francia.
Pobres muchachos incomprendidos, viviendo en supuestos guetos que son viviendas que ya quisieran millones de jóvenes españoles, con oportunidades inimaginables en varios países europeos, como los del Este, por ejemplo, con decenas de ayudas sociales que se van a incrementar más aún para que no sigan haciendo daño, pero empobrecidos por su mentalidad y endogamia cultural y religiosa premoderna.
Como un ministro le llamó canallas a los primeros incendiarios, y a tantos traficantes de drogas y de prostitución que hay entre ellos, y porque aprovechan su origen étnico-religioso para justificar su conducta salvaje, los pobres “muchachos” parecen tener sobrados motivos para quemar Francia, sugiere Gabilondo.
Este es el espíritu misionero con el que abrió Iñaki la Cuatro, nueva cadena de televisión del grupo PRISA, como la Ser, Sogecable y El País.
En la Ser, Gabilondo lograba un éxito gigantesco con su información doctrinal vendedora de buenas palabras para alimentar masas misericordiosas, adoradoras de lo políticamente correcto.
Ahora, en televisión, continúa con ese espíritu de cura obrero con guitarra y teología de la liberación que mira fascinado una metralleta.
En los vídeos promocionales de la Cuatro, Iñaki dice que su informativo pretende ”influir” socialmente. Informar, poco: el formato de entrevistas y noticias comentadas que ha llevado de la radio a la televisión da mínimas posibilidades. Lo que desea es “influir”, seguir forjando el pensamiento político de los espectadores telepredicando la “Alianza de Civilizaciones”.
Conseguirá gran audiencia entre quienes necesitan consignas, claves, e ideas nebulosas para calmar conciencias. Y ZP recuperará a su principal director espiritual, porque él es un producto típico de la factoría ideológica Gabilondo.
¡OPA, MONTILLA!
Las revelaciones de El Mundo sobre el crédito concedido por La Caixa al PSC de Maragall y Montilla vienen a confirmar una verdad incontestable: los partidos políticos, en general, y especialmente los españoles, sirven a los intereses de quienes los sostienen económicamente. A saber también qué tiene que ocultar el PP, pero este no es el caso de hoy.
Porque la noticia actual es que, con 2.330 millones de pesetas de deuda con la Caixa desde 1994, unos 14 millones de euros, los socialistas catalanes llegaron a un acuerdo para que se le perdonara la mitad del crédito. Este dato se le ocultó al Tribunal de Cuentas.
Los otros siete millones de euros se pagarían al 3 por ciento durante los próximos 15 años, si no volvían a condonarse.
Pero aparte de los miembros del PSC, el mayor beneficiario de estas operaciones es el presidente Zapatero, que alcanzó la Secretaría General del PSOE gracias al apoyo de los socialistas catalanes bien sostenidos por la Caixa. Y el propio Zapatero puso a todo su Gabinete e instituciones públicas al servicio de una operación cuyo relaciones públicas es el ministro de Industria, José Montilla.
Lo que sigue es el texto de una crónica referida al caso Caixa-Endesa, que puede revisarse también en el archivo del 4 de octubre de estas Crónicas Bárbaras:
COMISIONISTA DE TERRASA
Llegaba a los pueblos cargado de paños, zalamerías para las criadas de la pensión, y el orgullo de ser viajante de grandes fábricas catalanas de géneros de lana y algodón.
Soy comisionista de tejidos de Pujol y Coats de Terrassa, anunciaba. Sabía que vendería porque no tenía competencia: aquella España que empobrecía a Cataluña, según los nacionalistas, prohibía la importación de telas extranjeras y tenía que consumir la producción nacional. Así se construyó la gran riqueza y la poderosa burguesía catalana, siempre gobernante, también con el franquismo.
Ah, el viajante: una figura entrañable que ya vemos poco, pero que no desapareció, no.
Ahora hay políticos-viajantes: hoy tenemos a algunos miembros del Gobierno que parecen ser, aparte de viajantes, cobradores de comisiones o comisionistas de las empresas que promocionan sin rubor, y que se supone que les pagarán los favores recibidos.
Conste que, cuando salen al exterior, los políticos de todo el mundo son viajantes al servicio de las compañías de su país, pero no comisionistas: venden armas, fábricas, tecnología o conocimientos que crearán trabajo y riqueza entre sus conciudadanos.
Pero lo que no hacen es promocionar en su propio país una empresa nacional en perjuicio de otra: cuando un político en el poder apoya en España a Gas Natural, y ataca a ENDESA, está actuando como comisionista de la empresa que promueve.
Y José Luís Rodríguez Zapatero está haciendo de comisionista de Gas Natural en apariciones públicas, recomendando a la empresa catalana desde su cargo en detrimento de ENDESA. Lo ha hecho incluso en la base natural de ENDESA, Ponferrada.
En un combate entre titanes, el árbitro que ayuda a uno y hiere al otro está haciendo tongo, y en el tongo siempre hay intereses sucios.
Habrá que saber que espejillos u otros valores, políticos o no, recibe el árbitro Zapatero para actuar como comisionista, sacando de su bolsa milagrosos ungüentos de encantador de serpientes, además de los tradicionales tejidos de Terrassa bordados con bombillitas como las del Jinete Eléctrico.