El telescopio rojo

Por Alma Ruiz Velasco @almaruizvelasco

Mi primer telescopio llegó una Navidad hace 20 años. No era muy sofisticado pero a través de él descubrí que existen cosas más allá de las que los ojos pueden ver. 

Dibujo de Johannes Hevelius con un telescopio (Selenographia: sive Lunæ descriptio, 1647).

Ese día supe exactamente lo que le iba a pedir a los Reyes Magos. Ahí estaba, un flamante telescopio tasco color rojo con tripié de madera posando sobre un estante. Fue amor a primera vista.

Mi objeto del deseo se tardó una eternidad en llegar, no sé si porque el camino de Belén estaba en muy malas condiciones o porque el caballo, el camello y el elefante no pasaban la inspección fitozoosanitaria, pero finalmente pude abrir la caja y liberar a mi nuevo amigo de su prisión. Aparte del instructivo, venía con un diagrama del Sistema Solar y un poster de la Luna que ahora tengo enmarcado en mi cuarto (en comparación, los telescopios de ahora incluyen software astronómico, sistemas de guiado computarizado y conexión a internet).

Es curioso que ahora que se puede comprar un telescopio tan fácilmente haya tan poca gente con uno. Hace 400 años cuando Galileo miró por primera vez las lunas de Jupiter estaba usando la tecnología más avanzada de su tiempo. Seguramente imaginó que de ser más accesibles cada hogar tendría su propio telescopio.

Afortunadamente ha llegado el momento del año en el que los niños tienen la oportunidad de escribir sus deseos en una carta, y si se portaron bien, recibir un regalo excepcional: su primer telescopio.  Pero ¿cómo elegir correctamente en un mar de productos? Hice una lista de las cinco características más importantes que debes considerar antes de tomar una decisión.

Tu primer telescopio debe ser:

  1. Económico. No gastes todo tu aguinaldo en un telescopio carísimo. Esos telescopios suelen ser muy complicados y terminan arrumbados en el closet. Si no estás seguro de que la persona a quien se lo vas a regalar lo vaya a usar o no tienes mucho dinero, considera seriamente comprar unos binoculares. Son tan buenos como un telescopio pequeño, además de que también sirven para observar aves o cualquier otra cosa durante el día.
  2. Sencillo. Puede ser muy tentador comprar ese telescopio con guiado electrónico, filtros Hα y adaptador para el iPhone. En la práctica, todo eso puede ser más bien abrumador y hasta frustrante.
  3. Portátil: Hay telescopios pequeños que se pueden meter en una maleta y llevar a cualquier lado, en un viaje a la playa o de campamento en las montañas. Este factor cada día es más importante debido a que la contaminación lumínica que hay en las ciudades no nos permite ver mucho desde el patio de nuestras casas. Para aprovechar un telescopio al máximo hay que llevarlo a donde haya cielos oscuros.
  4. Robusto. Si es un regalo para un niño, mejor que aguante su proceso de aprendizaje. Seguramente se le va a caer, lo va a ensuciar o tal vez pierda una que otra pieza. El telescopio deberá ser propiedad exclusiva de esa personita y tendrá que hacerse responsable de su uso. Un telescopio frágil o de juguete no le va a durar y va a terminar en la basura.
  5. De buena calidad. Aunque sugiero que sea un telescopio económico, no debes escatimar en la calidad de la óptica (lentes y espejos). Marcas como Celestron, Orion, Meade, etc., tienen versiones a buen precio que permiten ver con claridad aún cuando no se trate del telescopio más poderoso. Es preferible ver con nitidez la nebulosidad alrededor de las Pléyades con un campo de visión amplio que ver Júpiter como una enorme bola borrosa sin ningún detalle.

Refractor vs Reflector

Hay muchos tipos de telescopios, pero para que no te hagas bolas, éstos son los dos más comunes:

Un telescopio refractor* es muy simple: un tubo con una lente en la entrada y un ocular en la salida. La lente captura la luz y la enfoca al final del tubo, donde pondremos nuestro ojo. Este tipo de telescopio tiene una gran ventaja: Es fácil de usar, solo hay que apuntar hacia donde queremos ver y listo. No requiere mantenimiento y, como está cerrado, no se le mete el polvo. Además, es el clásico telescopio que todos esperamos usar la primera vez y resiste a los niños pequeños que luego se cuelgan de él para alcanzar a ver.

Un telescopio reflector en cambio consiste en un espejo curvo que recoge la luz y la envía a otro espejo secundario que a su vez la hace pasar por un ocular colocado por un lado del tubo. Es menos intuitivo porque no estamos viendo directamente por donde apuntamos y la imagen final puede verse al revés. Algunos telescopios necesitan pequeños ajustes y pueden acumular polvo en el espejo principal. La ventaja es que este telescopio es mucho más sensible que el refractor, lo que lo hace ideal para ver objetos tenues como nebulosas o galaxias. También puede ser más barato y compacto. Es recomendable para niños más grandes o al menos más pacientes.

* Para que no se te olvide: La refracción es el fenómeno que se produce cuando la luz atraviesa un medio, en este caso la lente, y cambia de dirección. La reflexión es lo que le pasa a la luz cuando rebota sobre una superficie reflejante como un espejo.

Apertura vs Amplificación

Seguramente verás muchas cajas que digan 300 X, 600 X, etc. Este número indica el “aumento” y es común que se use en los microscopios. Ten mucho cuidado porque aunque te prometan un aumento de “800 veces”, la imagen que obtengas puede no ser lo que esperabas. En lo que sí debes fijarte es en la apertura. En principio, entre más grande sea ésta, mayor será la cantidad de luz que entrará al telescopio y en consecuencia la imagen que obtengas será mejor. La apertura suele indicarse en milímetros o en pulgadas y es de cierta forma el tamaño del “ojo” del telescopio. Por eso los telescopios profesionales se miden de acuerdo al tamaño del espejo principal (en metros en lugar de milímetros) y no en cuantas veces se amplifica la imagen.

Entrada al Observatorio Astronómico Nacional en San Pedro Mártir en Baja California, México. En las señales se indica el tamaño del espejo principal de los telescopios (2.12, 0.84 y 1.5 metros).

Aunque la investigación se hace con telescopios extremadamente grandes, la curiosidad se alimenta gracias a los telescopios pequeños. Todavía tengo mi telescopio rojo. Es una reliquia que a veces saco cuando vienen mis sobrinos y creo que les gusta mucho.

¿Que ver?

¿Te regalaron un telescopio? ¡felicidades! Ahora solo hay que armarlo y esperar a que llegue la noche. Los cráteres de la Luna, los anillos de Saturno y las lunas de Júpiter son algunas de las primeras cosas que puedes ver para estrenarlo.

Ten paciencia. Tal vez al principio te sientas un poco decepcionado si no sabes que hacer con él (aparte de espiar a los vecinos). Busca clubes o sociedades astronómicas en tu área, ahi encontrarás personas con muchas ganas de ayudarte. Pregunta en las universidades, planetarios, o en las tiendas especializadas donde venden telescopios. 

Si eres más independiente, hay muchos recursos en internet y software libre que te ayudará a usar tu nuevo telescopio en todo su potencial.

Un mejor regalo

Personalmente no me gusta que la gente se sienta presionada cada Navidad y gaste tanto dinero en regalos, muchos de los cuales solo dan por compromiso. Podría escribir otras mil palabras en contra del consumismo y del sistema capitalista, pero en lugar de eso quisiera sugerirte que si tu presupuesto está muy apretado recuerdes que también existen los libros. Un buen libro puede ser la primer herramienta para que un niño se interese (o no) por la astronomía. Que aprenda a ver el cielo con sus propios ojos tiene mucho más valor que cualquier telescopio del mundo. En mi caso, varias guías y revistas me ayudaron, pero el libro de Cosmos de Carl Sagan fue decisivo.

Para ti, ¿cuál fue el libro que despertó tu gusto por la astronomía? ¿Hay algún libro en particular que le recomendarías a alguien que apenas está empezando? Deja tu comentario en la parte de abajo.

¡Feliz Navidad!