Perteneciente a la cultura Tolteca, el Templo de Tlahuizcalpantecuhtli es un monumento del tipo piramidal, decorado extrañamente con múltiples escenas relacionadas con ciertas especies de animales transportando órganos humanos en sus hocicos, así como también por ciertas representaciones aparentes de órdenes militares de otras criaturas similares a la anterior. Entre tanto, una escalinata de gran tamaño atraviesa al edificio para dar acceso a la cumbre del mismo, lugar donde se pueden apreciar las esculturas de cuatro metros denominadas “Atlantes de Tula”; estas obras cumplían con la función de sostener el techo de una habitación, que se cree, existía con fines rituales en donde sólo podían participar cierto público electo por el pueblo, ya que, la cumbre de la pirámide es el lugar más cercano al cielo y por tanto, es un lugar sagrado.
El templo se asienta sobre una plataforma rectangular utilizada como base de setenta metros de ancho, mientras que su altura es de veinticuatro metros, los que se dividen en cuatro plataformas sin contar la cumbre, donde se supone se encontraba el área sagrada de la pirámide.
Por otro lado, justo enfrente del edificio, se pueden apreciar un grupo de columnas (o pilares por su forma rectangular) que podrían representar a los guerreros caídos de la cultura, a fin de que fueran como una especie de homenaje para sus espíritus y su labor en la tierra, en contrapunto de los atlantes en la cumbre de la pirámide, que cumplen con ciertas características para ser considerados guerreros (dardos, cuchillos de pedernal, armas curvas, pectoral de mariposa, entre otros), de modo que pudieran ser apreciados por los habitantes como héroes e incluso como dioses, así como ídolos y ejemplos a seguir para las generaciones futuras de soldados rasos.
Razón por la cual estos personajes se encontraban en un área tan sagrada para los Toltecas, aunque no es un argumento con bases muy fuertes puede considerarse de esa forma por el valor que se les otorgaba a las imágenes solo por el hecho de ubicarse en ese lugar en específico.
Por otra parte, las decoraciones de los alrededores de la pirámide que se mencionaron al inicio del texto, no solo cumplen con la función de adornar el monumento, sino que por los atributos que se les proporciona (los órganos humanos en sus bocas) simulan entonces que los ritos ejecutados en la cumbre del templo no eran otra cosa que sacrificios humanos en honor a las deidades animales ya mencionadas, pero para ser más explícitos, águilas y jaguares.
No obstante, no es la primera vez que vemos a los felinos siendo considerados dioses por el hombre y por las culturas prehispánicas, tal vez por el hecho de que sea un animal de fuerza extrema, difícil de cazar, veloz y además un asesino ejemplar, es que esta cultura los considere como una deidad capaz de defender y representar a su pueblo.
Ahora bien, aunque el águila y el jaguar son parte de su cultura, también se ve muy marcada la participación de Quetzalcóatl y su eterno rival, Tezcatlipoca, en las pilastras ubicadas detrás de los atlantes. Resulta curioso, entonces, que la adoración de la serpiente emplumada siga conservándose a pesar de que existan otros dioses, como es el caso del señor de las lluvias, Tláloc, a quien también se le asigna una de las pilastras mencionadas anteriormente.
Por tanto, la cultura Tolteca es, como otras, politeístas. Del mismo modo cumple con una de las características fundamentales de las culturas prehispánicas, el sacrificio humano. Mientras que, por otra parte, también podrían considerarse como una civilización militar o guerrera, gracias a la existencia de los Atlantes de Tula…