El teorema de ¿Pitágoras? :La tablilla Plimpton 322

Publicado el 28 junio 2015 por Antonio Fernández Reyes @tonyfdezryes
Sin duda Pitágoras es el matemático más conocido del gran público. Todo el mundo recuerda su famoso teorema. Pero las Matemáticas le deben a Pitágoras y a los pitagóricos mucho más. Ellos son los que pusieron las primeras piedras científicas no solo de la Geometría sino también de la Aritmética, de la Astronomía y de la Música. Pero antes de Pitágoras otras dos culturas habían desarrollado unas matemáticas prácticas muy potentes: los babilonios y los egipcios. Exploraremos sus aportaciones tanto en el terreno de los sistemas de numeración que empleaban, como de sus habilidades astronómicas y geométricas. Del sistema sexagesimal de los babilonios hemos heredado tanto la división de la circunferencia en 360 grados como la forma actual de medir el tiempo en horas, minutos y segundos. Sus tablillas nos reservan unas cuantas sorpresas matemáticas. Quizás la más importante, la tablilla Plimpton, nos desvela el hecho sorprendente de que conocían las ternas pitagóricas mil años antes de que Pitagoras viera la luz.
Los textos matemáticos más antiguos disponibles son la tablilla de barro Plimpton 322 , data de 1900 a de C., el papiro de Moscú de 1850 a de C., el papiro de Rhind de 1650 a de C. En todos estos textos se menciona el teorema de Pitágoras, que es el más antiguo desarrollo matemático después de la aritmética y la geometría básica.
La tablilla babilónica, conocida por el número de catálogo Plimpton 322 (por tener ese número de la colección del mismo nombre) que se encuentra en la Columbia University Library (N.Y.)) ejemplifica perfectamente lo que queremos decir.
Esta tablilla data del período babilónico antiguo (ca.1900 a 1600 a.C.). Es tan sólo el fragmento de una tabla más grande, ahora perdida para siempre, y demuestra no ser un simple registro de transacciones comerciales como muchas de sus hermanas, sino un texto matemático percusor de ideas trigonométricas muy cercanas a las actuales, con extraordinario grado de exactitud, como vamos a ver.
La transcripción de las seis primeras filas es la siguiente:
1,59,0,15_______________________1,59____________2,49____________1
1,56,56,58,14,50,6,15____________56,7____________1,20,25__________2 1,55,7,41,15,33,45_______________1,16,41_________1,50,49__________3 1,53,10,29,32,52,16______________3,31,49_________5,9,1____________4 1,48,54,1,40____________________1,5_____________1,37_____________5 1,47,6,41,40____________________5,19____________8,1______________6
Hemos de tener en cuenta antes de empezar a desentrañar la tablilla que los babilonios utilizaban la numeración sexagesimal, por lo que debemos convertir las cifras a nuestra numeración antes de cualquier intento.
Tomemos la sexta línea, por ejemplo: 1,47,6,41,40________5,19______8,1______6 Tras la conversión en decimal obtenemos: 1,785192901_______319________481________6 La conversión se realiza de la siguiente forma: 1,47,6,41,40=1·600+47·60-1+6·60-2+41·60-3+40·60-4=1,785192901 y de la misma forma los siguientes números. Convendrán conmigo que es una proeza inmensa encontrar la relación entre estos números. Más aun teniendo en cuenta que nuestra tablilla es una más entre un sinnúmero de ellas que recogen cifras sin mayor interés matemático, que bien pudieran ser registros contables de mercancías.
Pues bien: la relación es la siguiente. Si tenemos un triángulo rectángulo (ver figura) cuya hipotenusa valga 481 y uno de sus catetos 319, entonces el otro cateto, mediante el teorema de Pitágoras vale 360.
El cociente entre la hipotenusa y este último cateto es 481/360= 1,33611111, y su cuadrado vale 1,785192901; exactamente hasta el noveno decimal la primera cifra de la primera fila de la tablilla.
Varias cosas hay que comentar llegados a este punto: la primera es que tal exactitud nos sirve para rechazar cualquier procedimiento de medida real de triángulos para llegar al dato: su hallazgo debe ser teórico sin lugar a dudas: no es posible medir hasta la milmillonésima sin error. Por otro lado, el lector habrá observado que el cociente cuyo cuadrado es el número de las primeras columnas es el cociente de dos números, uno de los cuales (la hipotenusa) está en la tablilla, pero el otro no. En efecto, es el cateto restante el que aparece en la tablilla, no el utilizado para el cociente.
Dicho cociente es el inverso del coseno del ángulo que forma la hipotenusa con el cateto que no aparece en la tabla. Por tanto, la primera columna representa los valores del cuadrado de la secante del ángulo citado.
Nosotros sabemos encontrar el cateto restante, dadas la hipotenusa y un cateto mediante el Teorema de Pitágoras, pero presumiblemente los babilónicos lo desconocían. También desconocían lo que era un seno, una tangente o una secante. ¿Se puede mantener tal desconocimiento a las luces de esta tablilla?
Pues sí se puede. Los antiguos eran antiguos, pero no eran idiotas. Parece ser que sin conocer el teorema de Pitágoras, se conocían los valores de ciertas ternas pitagóricas: ternas de números enteros a,b,c que cumplían que a2=b2 + c2. Los constructores de esta tabla debieron comenzar por dos números sexagesimales p,q , para hallar la terna (p2-q2, 2pq , p2+q2). Un simple ejercicio de álgebra nos convence de que en efecto ésta es una terna pitagórica. Limitándose a valores de p menores de 60, y a triángulos rectángulos en los que b= p2-q2es menor que c=2pq, los babilonios debieron descubrir que existían 38 pares posibles de p y q que satisfacen las condiciones, con lo que construyeron las 38 ternas correspondientes.
En nuestra tablilla aparecen las 15 primeras. Quizás, el escriba prosiguiera en otra tablilla con las restantes. El orden de las filas viene dado por los valores de la primera columna, de mayor a menor, y corresponden a ángulos desde 45o hasta 31o.
Esta que ahora nos ocupa es, a juicio de los investigadores una de las tablillas babilónicas más extraordinarias. Una muestra de la extraordinaria exactitud de los cálculos de esta tablilla nos la proporciona la fila décima. Una simple observación de la ilustración de la tablilla basta para comprobar que el primer número de la décima tablilla tiene más dígitos que los demás; efectivamente representa el cuadrado de la secante del ángulo correspondiente con ocho cifras sexagesimales, lo que corresponde a catorce decimales en nuestra notación decimal. Todos ellos correctos.
Ni la Nasa necesita ese nivel de exactitud en sus cálculos de órbitas, pues los errores y las indeterminaciones de todo tipo son de mayor entidad.
Finalmente, en el año 1954 Neugebauer y Sachs publicaron enMathematical cuneiform text, el descifre de la tablilla  (Plimpton 322)(un resumen lo puedes encontrar aquí) . En ella aparecen enumerados los triángulos rectángulos con lados cuya medida sea un número entero, o sea, los tríos de números pitagóricos  x2 + y2 = z2. La reconstrucción del método de su elección conduce, aparentemente, a las fórmulas: x = p2 – q2 ; y = 2pq ; z = p2 + q2, conocidas en la Teoría de los Números como diofánticas.