El terror de los candidatos al regreso del voto bronca

Publicado el 24 agosto 2021 por Adribosch @AdriBoschMarti

Las encuestas registran que la apatía y la baja participación pueden convertirse en un fenómeno de las PASO.


El terremoto institucional del 2001 no empezó en diciembre. El primer temblor se produjo el domingo 14 de octubre en las elecciones legislativas. Ese día, casi cuatro millones de personas votaron en blanco, impugnaron su voto o directamente no fueron a votar. Una crónica apabullante del periodista Pablo Calvo en Clarín bautizó aquel fenómeno como "el voto bronca".

Los sucesos de las semanas siguientes hasta el estallido que acabó con el gobierno de Fernando De la Rúa ratificaron el acierto de esa calificación, que se convirtió en un símbolo del rechazo electoral a la falta de empatía de la burocracia política.

Ni los encuestadores, ni los candidatos ni el periodismo lo habían visto venir. Con auténtico sabor argentino, el nihilismo de ese domingo se expresó con mensajes originales. Hubo quienes depositaron en la urna boletas escritas con textos de protesta y quienes consiguieron una con el dibujo de Clemente, el héroe de historieta creado por Caloi que no tenía manos y que, por lo tanto, no podía robar. Los más provocadores insertaron en el sobre sellado fetas de salame y preservativos que sobresaltaron a los exhaustos fiscales de mesa. Las redes sociales se hubieran hecho un festival de memes.

El voto bronca fue el inesperado vencedor en cuatro distritos. Llegó al 40% en Santa Fe y al 28% en la Ciudad, donde aventajó a la boleta de la Alianza encabezada por Rodolfo Terragno. Triunfó en Río Negro, en Tierra del Fuego y salió segundo en la provincia de Buenos Aires. No pudo superar al peronismo, que llevaba como candidato a Eduardo Duhalde pero sí a la UCR, que sacrificó a Raúl Alfonsín al tope de esa boleta. La bronca electoral no respetó siquiera al padre de la democracia.

Dos décadas después, la amenaza del voto bronca vuelve a aterrorizar a la política. Las encuestas están registrando el crecimiento sostenido de las opciones negativas. Varios de los consultores más importantes de la Argentina perciben incluso la hostilidad del votante cuando lo visitan, lo llaman o le escriben para saber su intención de voto. "Muchos están muy indignados y no quieren saber nada con responderte", explica uno de ellos.

Mariel Fornoni, de Management & Fit, y Facundo Nejamkis, de Opina Argentina, registran en estas semanas el crecimiento del voto bronca y lo ubican en la frontera del 25%. Esas respuestas negativas estaban en el orden del 10% cuando se encuestaba la elección presidencial de 2019. La irrupción de la pandemia le ha agregado a los comicios una dosis de suspenso en cuanto al nivel de participación.

En las elecciones recientes que se llevaron a cabo en Jujuy, en Misiones o en la ciudad cordobesa de Río Cuarto, las cifras de participaron cayeron entre 15 y 18 puntos respecto de hace dos años. Si la tendencia se repitiera en las PASO, la participación rondaría el 65%. Una verdadera complicación para los candidatos que apuestan a que mucha gente vaya a votar. Las legislativas de Salta, en cambio, tuvieron números algo más alentadores. La participación alcanzó casi el 69% y el voto en blanco superó por muy poco el 3%. De todos modos, tampoco son cifras que llamen al entusiasmo.

En todos los equipos de campaña reconocen que el clima electoral todavía está muy frío. En sus recorridas, los candidatos se tropiezan todo el tiempo con la indiferencia de los posibles votantes y también con algunos episodios de hostilidad. La semana pasada les tocó a Victoria Tolosa Paz y a Leandro Santoro toparse con conductores de autos que les decían a los gritos que no los iban a elegir.
El método Clinton

El método de acercarse a los automóviles en los semáforos funciona muy bien para los candidatos desconocidos en las primarias en los Estados Unidos. Es leyenda la imagen de Bill Clinton en las rutas ofreciéndole donas a los camioneros a la hora del desayuno. Pero la extrapolación a la criolla no funcionó con el talante áspero del conurbano bonaerense. El experimento resultó fallido para los candidatos del Frente de Todos, que vieron amplificado el paso en falso porque un canal de TV kirchnerista transmitía la zozobra en vivo.

Como sucede desde hace tiempo en la Argentina, los estrategas del Gobierno prefieren una elección fría y con bajo porcentaje de asistencia a las urnas. Creen que esa particularidad les permitirá obtener una proporción más alta en las PASO. Sobre todo si se tiene en cuenta que el porcentaje de aquellos que no van a votar o que votan en blanco se reparte entre todos los candidatos. El cálculo clásico es que, en tiempos de crisis, el entusiasmo por ir a sufragar lo sostienen aquellos que votan a las opciones opositoras para protestar contra los oficialismos.

Allí están Diego Santilli y Facundo Manes, o María Eugenia Vidal y Ricardo López Murphy, intentando movilizar a los simpatizantes de sus candidaturas para lograr que una buena cantidad vaya a fiscalizar las PASO, y que la participación sea lo más alta posible para consolidar sus chances en la elección.

No será fácil. La recesión, el deterioro del salario por la inflación y las consecuencias sanitarias de un año y medio de pandemia no son los mejores incentivos para acercarse a las urnas. Y a ese cóctel hay que agregarle el efecto social de las fotos del jolgorio en la Quinta de Olivos mientras el país era obligado a aislarse bajo amenaza de castigo penal. En lo que resta de campaña, los encuestadores intentarán dilucidar si esas imágenes agigantan el voto bronca de la indiferencia o si la bronca se convierte en un tremendo aperitivo para ir a votar.

Origen: CLARIN


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