Hay ocasiones en la vida que la fortuna cae de tu lado, y te encuentras cosas buenas, incluso excelentes, y casi sin buscarlas (¡enhorabuena, te ha tocado el premio!, quizá no sea el gordo que estabas esperando, pero a nadie le amarga un dulce.)
Por desgracia, esto no es lo habitual, y el que quiere encontrar algo que merezca la pena, tiene que buscar con insistencia, con fe y sin desanimarse nunca, pero siempre con lógica, y no a cabezazos (aunque los hay que tienen un tarro tan duro, que incluso han derribado paredes, y además, sin casco, ¡ya les vale!)
No hay que caer en la paranoia, de aquel que deja su jardín como un auténtico queso gruyere, de tantos agujeros que hace a base de pico y pala, excavando de forma compulsiva, buscando un cofre de monedas de oro, que nunca aparece, ni lo hará en el futuro, salvo que el jardín destrozado sea el del Pirata Barbarroja.
Sigamos pues buscando, pero con los pies en el suelo, y con el casco puesto, por si hay alguno que en un momento de incontenible cruce de cables, le da un violento arrebato y estrella el cráneo contra el ladrillo, cual delantero rematando un córner.
Fran Laviada