En breve llegará el número de diciembre con el extra para las compras de Navidad. Consumismo puro y duro, y mientras intentando educar a dos personitas para que no vivan las fiestas navideñas con esa fiebre de los regalos, aunque no dejan de mirar los catálogos de juguetes con ansia. Aún así hace poco he adquirido dos revistas, una porque regalaba un paraguas que he dejado en el trabajo para emergencias y otra porque el obsequio eran dos botes de crema de una marca que me encanta. Pero no he podido leerlas. He descubierto que me aburren. Que ya no son para mí o yo no soy lectora para ellas. Me es suficiente con ojearlas en la peluquería Como no me tiño, no me dejo caer mucho por la peluquería, así que apenas las cato.Supongo que si me aburren estas revistas que he comprado desde los 19 años todos los meses hasta hace no tanto es por la edad o porque tengo otras muchas cosas en la cabeza. Lo que va marcando mucha de mis opciones, hasta las más insignificantes –voy al kiosko a por cromos, por ejemplo- son mis hijas. La semana pasada estuvimos con las calabazas de Halloween y la decoración la acabé yo, hasta la medianoche dos días, porque entre deberes, baños, extraescolares y demás no teníamos tiempo para las manualidades. Cuando desconecté sólo me apetecía mi momento de placer, que se resumía en un cola cao y leer un poco. Después limpiar e hidratar la piel bien, que es algo muy recomendable, aunque no use una crema de esas con polvo de diamante que he visto en estas publicaciones alguna vez. Un sencillo automasaje facial y completado el ritual nocturno me sentí tremendamente relajada, sin estar en ninguna playa paradisíaca a la sombra de un cocotero.
El thigh gap y mi 'adiós' a las revistas femeninas (por Arantxa)
Publicado el 04 noviembre 2015 por ImperfectasEn breve llegará el número de diciembre con el extra para las compras de Navidad. Consumismo puro y duro, y mientras intentando educar a dos personitas para que no vivan las fiestas navideñas con esa fiebre de los regalos, aunque no dejan de mirar los catálogos de juguetes con ansia. Aún así hace poco he adquirido dos revistas, una porque regalaba un paraguas que he dejado en el trabajo para emergencias y otra porque el obsequio eran dos botes de crema de una marca que me encanta. Pero no he podido leerlas. He descubierto que me aburren. Que ya no son para mí o yo no soy lectora para ellas. Me es suficiente con ojearlas en la peluquería Como no me tiño, no me dejo caer mucho por la peluquería, así que apenas las cato.Supongo que si me aburren estas revistas que he comprado desde los 19 años todos los meses hasta hace no tanto es por la edad o porque tengo otras muchas cosas en la cabeza. Lo que va marcando mucha de mis opciones, hasta las más insignificantes –voy al kiosko a por cromos, por ejemplo- son mis hijas. La semana pasada estuvimos con las calabazas de Halloween y la decoración la acabé yo, hasta la medianoche dos días, porque entre deberes, baños, extraescolares y demás no teníamos tiempo para las manualidades. Cuando desconecté sólo me apetecía mi momento de placer, que se resumía en un cola cao y leer un poco. Después limpiar e hidratar la piel bien, que es algo muy recomendable, aunque no use una crema de esas con polvo de diamante que he visto en estas publicaciones alguna vez. Un sencillo automasaje facial y completado el ritual nocturno me sentí tremendamente relajada, sin estar en ninguna playa paradisíaca a la sombra de un cocotero.