“EL TIEMPO DE LAS MOSCAS” de Claudia Piñeiro

Publicado el 24 enero 2023 por Marianleemaslibros

"Resulta que la cosa es porque para las moscas el tiempo pasa más lento que para nosotras. Y ahí está la clave de por qué resulta imposible atrapar una mosca. Cuando avanzamos sigilosas (si hay un sigiloso, que se dé por incluido) con nuestra mano en forma de garra, dispuestas a tomar por asalto una mosca que se posó sobre la mesa, sobre nuestra comida o sobre el borde de una copa de vino, el insecto levanta vuelo, raudo (rauda) y, antes de que terminemos el movimiento, la mosca ya se posó en otro sitio. ¿Por qué?
La respuesta correcta es que para una mosca la vida pasa en slow motion. Si la aguja de nuestro segundero tarda determinada cantidad de tiempo en cambiar de posición, para una mosca tarda cuatro veces más. Ella tiene más posibilidades que nosotras para evaluar cualquier movimiento de alguien que aceche. El mundo sería otro si todas tuviéramos el tiempo de las moscas."


Tercera novela que leo de esta autora argentina, Claudia Piñeiro (1970), que tanto me gusta y tan buenos ratos me hace pasar. De hecho tras leer "Catedrales", ya pasó a mi lista de mis favoritas, y hace unos días, me tiré de cabeza a por esta, su última novela publicada, “El tiempo de las moscas” (2022).
La trama a grandes rasgos sin spoilerInés ya ha cumplido su condena de quince años por haber asesinado a Charo, la amante de Ernesto, su exmarido. Aunque no se siente una asesina, porque ella no quiso matar a nadie, solo quiso matar el dolor que sintió, el enorme daño que ambos le causaron. Tiene una mancha negra en el ojo izquierdo que pulula por su humor vítreo, subiendo, bajando, como si de una mosca se tratase, según su oftalmólogo un cúmulo de células muertas no necesariamente debido a la edad.
Veo una mosca. Una mosca que no existe, delante de mi ojo izquierdo. Y me gusta decirlo así, casi como una declaración de principios: Yo, Inés Experey, veo una mosca. Ésa es bien mía y de nadie más. Es una mosca única, la mancha negra que me acompaña desde hace años. Para mí, algo real y en movimiento, por más que digan que son células muertas. Se lo discuto a quien haga falta, no hay nada más vivo que mi mosca. Así la tomo y así la trato. Somos familia.

A su mosca le debe el haberse interesado acerca de la vida y costumbres de los insectos, de las moscas en particular, haber devorado libros y estudiado todo lo que puede sobre ellos durante el encarcelamiento. Ya en el exterior, se encuentra muy perdida los primeros meses porque el mundo parece ser otro, no reconoce la sociedad que tiene ante sus ojos, con tantos cambios sobre todo referentes a la vida de las mujeres y el feminismo, definitivamente son otros tiempos.
No encontraba el camino. Fueron momentos de incertidumbre, de desconcierto (¿qué mierda les pasa a las mujeres?). Sin embargo, esa mosca, mi mosca, me recordaba cada día que en la vida hay dos opciones: ver, aunque moleste, o suprimir. Y yo, Inés Experey, esta vez y contra cualquier pronóstico, decidí ver. ¿Cómo iba a sospechar semejante cambio en las reglas del mundo en tan poco tiempo?

Cuando su amiga La Manca, sale de prisión unas semanas después que ella, deciden buscarse la vida juntas aunando conocimientos y creando una empresa de investigación y de desinsectación, "MMM, CONTROL INOFENSIVO DE PLAGAS" (lo de MMM por "muerte, mujeres y moscas"). Porque La Manca es detective privado y ella lo sabe todo sobre fumigación de insectos, también algo sobre la implicación de estos en las pesquisas policiales, de hecho, a Inés le habría gustado trabajar de entomóloga forense y no de fumigadora. Así que Inés fumiga y su amiga investiga, aunque ambas se ayudan mutuamente.
El nombre, MMM, lo eligieron juntas. De las tres M hay dos que comparten: la de muerte, porque fumigación e investigaciones allí conducen o de allí vienen; la de mujeres, porque ellas lo son y prefieren que sus clientes lo sean, aunque cada tanto aparece un varón, a quien atienden ante el temor de que se las señale por discriminación de género en sentido inverso. En cuanto a la tercera eme, ésa fue una concesión que la Manca le hizo a Inés: la primera letra del nombre de su insecto preferido, mosca, la musa que la inspira en todo lo que hace. La que la acompaña delante de su ojo izquierdo.

Inés tiene una hija, Laura, que no quiere saber nada de su madre, y que solo fue una vez a visitarla a la cárcel. Laura estaba embarazada de Guillermina y parió justo el día en el que su madre, que ni siquiera sabía de su embarazo, mató a la amante de su padre. Inés se encuentra ahora con que tiene dos nietos desconocidos, Guille, la mayor y Dante, todavía hoy un bebé. Pero Laura no está sola, vive con su pareja, Javi, el padre de Dante que además ha adoptado a Guillermina. 
A La Manca y a Inés la empresa les va bien, hasta que un día una clienta, la señora Bonar, contrata sus servicios para desinsectar la casa, pidiéndoles además un favor muy extraño y peligroso para las dos amigas a cambio de una importante suma de dinero: pretende comprarle veneno para matar a la amante de su esposo. Un favor y un dinero que podría cambiarlo todo, ¿a mejor? ¿a peor?.
Los puntos fuertes de la novela
Los personajes, como en todas las novelas de Claudia Piñeiro no tienen desperdicio. Son cuatro las protagonistas principales de la historia: 
Inés: antes era una mujer de mentalidad conservadora, muy machista, pero al salir de prisión se encuentra con una sociedad patas arriba, que ha tirado por tierra todas sus certezas acerca de la mujer y su rol en el matrimonio. Ella aunque se resisite, siente que debe cambiar para adaptarse, para poder encajar en el mundo actual. Inés es también una mujer en continuo rechazo y conflicto con su maternidad y la maternidad en general. Se siente estafada por haber sido repudiada tanto por su madre como por Laura, su propia hija. Admira y adora a su única amiga, La Manca, y haría cualquier cosa por ella. 
La Manca: la admiración y adoración es mutua, con el añadido de que la Manca está enamorada de Inés,  por mucho que sepa que en ese aspecto no hay reciprocidad.  
Laura: la hija de Inés que ignora a su madre. La ignora porque no puede perdonarle lo que hizo y la llevó a la cárcel, ni que no se diera cuenta o no quisiera darse cuenta de su embarazo mientras vivían juntas con Ernesto. 
● El cuarto personaje importante aunque en menor medida es la señora Bonar, una mujer de oscuras intenciones, excéntrica, de clase alta, conocida y exitosa productora de televisión, acostumbrada a salirse siempre con la suya sin importarle el dinero que tenga que pagar por ello.
El argumento aborda asuntos variados, pero la base, el eje principal alrededor de lo que todo gira, es el mundo íntimo de las mujeres: 
El feminismo, los feminicidios, el machismo todavía imperante incluso todavía después de los quince años que Inés pasa encerrada en prisión, el patriarcado, pero sobre todo se hace hincapié en el tema de la maternidad, la elegida y la no elegida, el aborto. 
Me cuestiono la maternidad a diario, desde que me levanto hasta que me acuesto. Me parece atroz. Mi madre no se atreve a comprobar que yo no quiero ser madre y ella no será nunca abuela, por eso no pregunta. El mundo está lleno de desubicados y desubicadas que cuestionan la maternidad o no del otro. ¿No dicen que en la maternidad las situaciones felices lo compensan todo? Por supuesto que no: no hay suficiente compensación para tanto trabajo gratuito que aportamos las mujeres al mundo civilizado. El matrimonio tiene fecha de vencimiento siempre, aunque se olviden de ponerla en el envase, y por más que dos personas sigan bajo el mismo techo hasta que la muerte las separe. Si una lo supiera, si al aceptar ese contrato de sociedad conyugal nos advirtieran cuál es la fecha en que termina, entenderíamos que no es cuestión de amor o esfuerzo y sufriríamos menos. En cambio, ¿la maternidad cuándo acaba?, ¿no hay derecho a una jubilación tampoco? Es agotador.

Los obstáculos que las mujeres encuentran en los trabajos por el mero hecho de ser mujeres y existir la posibilidad de quedar embarazadas y tener hijos a su cargo.
Hay una inequidad absoluta en las posibilidades de desarrollo laboral de mujeres y hombres, no por el género sino por la maternidad. Si existiera la posibilidad de que una mujer le garantizara a su jefe, con certeza absoluta, que nunca será madre, tal vez tendría igualdad de oportunidades con un hombre. Dudo, a muchos jefes les molesta hasta que menstruemos. Yo ya no menstrúo. También les molesta la menopausia. Lo que molesta, siempre, es el cuerpo de la mujer.

● La Sororidad, un término que me encanta y últimamente se escucha mucho (alianzas, complicidad, solidaridad, hermanamiento, empatía entre mujeres que luchan por su emponderamiento ante un contexto hostil) aquí es relevante. Me ha encantado la extraña amistad que las une de lazos irrompibles, a La Manca y a Inés, forjada en la cárcel, de vínculos perdurables basados en la mutua protección. Una amistad muy al estilo Thelma y Louise.
Es curioso como las continuadas alusiones al mundo de las moscas y al de los insectos que causan las tan temidas plagas, no me han resultado aburridas, al contrario, me ha parecido interesante lo contado porque además lo trata con cierto tono de humor que me ha gustado mucho. Pero entendería que a alguien le hubiera podido cansar un poco tanta mosca y tanto insecto. 
Más allá de mi amistad con la doméstica y mis respetos por las taquínidas, mi favorita, la que admiro, la que pongo en el escalón más alto del podio mundial de las moscas, es la mosca azul. Pertenece al grupo de las llamadas moscas de la carne, pero ella se merece ese otro nombre propio más bello: “Azul”, término poético que apela a su hermosura y elegancia. Con alas que brillan y cambian de tonalidad según cómo incida la luz, revolotea como mariposa sobre las carnes en putrefacción. Y la carne podrida puede ser tanto un churrasco que quedó fuera de la heladera como un cadáver. De ahí mi admiración hacia ellas, porque marcan el camino de la muerte, la fechan, dejan pistas para determinar, no quién mató ni por qué, pero sí cuándo y hasta a veces dónde. Después, a partir de allí, que trabajen los forenses, que para eso les pagan.

He leído por ahí que a Piñeiro siempre le interesó el uso de las moscas como material científico a la hora de resolver muertes dudosas, cómo a partir de distintas variables (tipo de mosca, huevos que pone, etc.), estos insectos ayudan, por ejemplo, a determinar fecha y lugar de muerte. Por ello durante el confinamiento se apuntó a un curso de “Entomología Forense”. Además, se ha asesorado bien para escribir la novela, consultando a biólogos, a licenciados en Criminología y Ciencias Forenses y a expertos en el uso de insecticidas para el control de plagas. Alude a ello en los “agradecimientos” del final.
Hay que dejar claro que Inés mata insectos, pero no mata moscas, ¿Cómo va a matar moscas si tiene una en su propio ojo y las considera sus aliadas?
El único insecto al que yo respeto es a ellas: mis moscas. Las saludo, les digo que por mí no teman. Hasta las siento casi de la familia (si es que hoy perteneciera a una). Es más, yo tengo una mosca propia que me vuela dentro del ojo. ¿Qué mal le hacen las moscas a nadie? No comen las plantas como las hormigas o los pulgones, no pican como los mosquitos, no mastican la madera como el bicho. A mí, en alguna reencarnación, me gustaría ser una mosca azul. Servidoras anónimas de la comunidad, gracias a ellas —y a otros insectos y bichos que las suceden en el trabajo— no nos topamos con animales muertos cuando salimos a caminar.
.✔ La prosa de esta mujer, como siempre, magnífica, especial. Es curiosa la herramienta narrativa utilizada en esta novela por la autora, intercalando un conjunto de voces que responden a las dudas y preguntas que Inés y la Manca se hacen a ellas mismas y que representan al colectivo feminista.
Que nos quejemos de lo que el patriarcado hace con la maternidad no quiere decir que no la disfrutemos. La disfrutaríamos más sin patriarcado. Eso seguro. Un día, más pronto que tarde, una debería poder jubilarse de maternar, que venga alguien y te diga, okey, hiciste todo muy bien, o más o menos bien, o tan bien como podías, o hasta mal, pero ahora descansá, ya esos seres que pariste, amamantaste y criaste no son más tu responsabilidad. Tengo malas noticias: ese día nunca llegará. No me jodas. ¿Nunca? Nunca. Mierda. O sí, pero junto con la muerte.

Resumiendo: "El tiempo de las moscas" me ha parecido otra maravilla de la autora, una novela inteligente con una trama interesante que puede llegar a incomodar por abordar ciertos temas sin tapujos. Un relato basado en el feminismo y en la verdadera amistad entre las mujeres.
El asunto no es que te pongan el bebé en brazos, el asunto es que a partir de entonces ya nadie lo retira, lo declaran tu apéndice. Entonces, ¿dejamos de maternar? Se acabaría el mundo. Parir, sólo parimos nosotras, pero maternar debería ser compartido: los hombres también deberían maternar.

¿Os recomiendo leer esta novela? por supuesto. Incluso sabiendo como sé ahora que, “El tiempo de las moscas” es la continuación de “Tuya” (2005) y sigue con la historia y el personaje de Inés Pereyra años después de la primera novela de Piñeiro, porque se pueden leer por separado sin ningún problema. De hecho, yo no he leído “Tuya”, pero creo que sería interesante leerla para comparar el cambio sufrido por el personaje y la sociedad en ese lapsus de tiempo transcurrido. 
Mi nota esta vez es la máxima, para variar, dicho sea irónicamente: