El tiempo sin ventanas - Elena Chizhova

Publicado el 05 julio 2012 por Esperanza Redondo Morales @esperedondo
Título original: Время женщин; traducción del ruso por Ioulia Dobrovolskaia y José María Muñoz Rovira
Publicación: Barcelona: DeBolsillo, 2011
Edición: 1ª ed.
Descripción física: 233 p.; 19 cm.
ISBN: 978-84-9908-895-2
CDU: 821.161.1-31"19"
Signatura: N CHI tie
Precio: 8,95 euros en la Casa del Libro
ENTRE MUJERES
Este libro no lo conocía de nada, ni había oído hablar nunca de su autora; pero lo vi un día que fui de visita a casa de mi padre, junto con otros libros más que estaban esperando a que en las estanterías hicieran hueco para poder encontrar su lugar... Y como yo no puedo resistirme a ver un libro desvalido, les pregunté si me lo prestaban junto con algún otro más que también me llamó la atención. Lo que no sé es si al final volverán a su sitio o se quedarán conmigo, porque en mi familia cuando no tienen hueco en casa me suelen llevar los libros a la mía...
Como decía, Elena Chizhova era totalmente desconocida para mí, aunque al ver su apellido ya me quedaba claro que sería rusa. Investigando un poco he averiguado que nació en San Petersburgo en 1957, que estudió Empresariales y que hasta bien entrada la década de los 90 estuvo trabajando en diferentes empresas hasta que finalmente decidió dedicarse por entero a la literatura. En 2009 le concedieron el premio Booker Prize, muy prestigioso en Rusia, por esta novela, El tiempo sin ventanas. Aprovecho para hacer aquí un inciso y mencionar esto del título, que no sé muy bien por qué a veces los traductores se empeñan en cambiar lo que les da la gana; el título original de la novela es El tiempo de las mujeres, y además después de haberla leído no entiendo muy bien a qué viene eso de las ventanas. En fin...
Argumento y personajes
La novela nos sitúa en el San Petersburgo de los años sesenta (aunque si no recuerdo mal, en esa época la ciudad aún se llamaba Leningrado). La protagonista de la historia es Antonina, una joven campesina que ha llegado de una aldea para trabajar en la gran ciudad, donde cree que estará a salvo de las habladurías; su situación es un poco complicada, ya que es madre soltera porque el padre de su hija Sofía ha desaparecido sin dejar rastro. Pero en esta época todo es de todos, hay que ayudar a las mujeres y, como le dice a Antonina una representante del sindicato, no hay hijos huérfanos porque todos son hijos de la patria.
A Antonina, el comité le adjudica una habitación como las que había en aquel entonces (bueno, y hasta no hace mucho todavía existían), en un piso compartido. Y en el mismo piso viven además tres ancianas, Ariadna, Eudocia y Gliceria, que no tienen familia (a sus maridos y a sus hijos se los han llevado la guerra, el hambre y las miserias) y tratarán a Sofía como si fuera su propia nieta. Antonina está encantada, porque así ella puede echar más horas en el trabajo para tener más dinero, y además las tres abuelas le echan una mano en lo que pueden, colaborando sobre todo con algo de su escasa pensión, porque las tareas del hogar le tocan siempre a Antonina. Sofía no ha pronunciado ni una palabra desde que nació, así que su madre piensa que es casi mejor que se quede en casa al cuidado de las ancianas, porque seguro que en el colegio se reirán de ella cuando lo descubran.
El tiempo va pasando y Sofía sigue sin pronunciar palabra, aunque sin embargo entiende todo lo que le dicen y se expresa a través de dibujos; pero en el comité empiezan a preguntarse por qué esa niña no va al colegio. Antonina hará todo lo posible por ocultar la incapacidad de su hija para hablar, aunque sabe que en algún momento puede que el Estado reclame a la niña para comenzar su formación escolar. Las cosas empiezan a complicarse y se ve obligada a pedirle ayuda a Nicolás, un compañero de trabajo que parece que está interesado en Antonina y piensa que entre ellos puede llegar a haber algo más que amistad algún día.
Conoceremos también a los representantes del comité, a los inspectores, a funcionarios y médicos corruptos y no corruptos... Todos ellos personajes secundarios que aunque hagan apariciones breves tendrán también su importancia en el desarrollo de la historia.
Mis impresiones
La primera palabra que me viene a la cabeza a la hora de definir esta novela es tristeza, aunque no debería sorprenderme a estas alturas porque los escritores rusos no se caracterizan precisamente por ser la alegría de la huerta, salvo alguna rara excepción. Y una cosa que me despistó bastante fue lo del título, como comento un poco más arriba. Normalmente tengo la manía de mirar cuál es el título original de los libros que leo, incluso aunque hayan sido escritos en idiomas que no conozco; es una costumbre de toda la vida que no puedo evitar... Y me llamó la atención eso de que a este libro lo hubieran titulado El tiempo sin ventanas; porque hay veces en que los títulos son un juego de palabras, o algo que no se puede traducir con facilidad. Pero en este caso, que está clarísimo que el título es El tiempo de las mujeres, la verdad es que no tengo ni idea de por qué lo han cambiado así tan alegremente; y más teniendo en cuenta que después de haber leído el libro, no sé si yo seré torpe o es que no tiene relación, pero eso de las ventanas me parece que no tiene ningún sentido...
Si nos interesa conocer detalles de cómo era la vida en Rusia en los años sesenta (me refiero a la vida de cualquier trabajador normal, que aquí no aparecen señores nobles ni zares), esta historia es bastante útil para ello. Sabremos cómo vivía la gente normal en aquella época, y no sólo porque nos cuenten el hecho de que vivan en pisos compartidos, sino detalles tan concretos como los remedios caseros que utilizaban para quitar manchas, o para curar heridas, o para hacer que la comida cundiera mucho más. Y también veremos cómo en aquellos tiempos la gente estaba de lo más controlada por el Estado (bueno, seguro que ahora también lo estará aunque se note menos) e incluso tenía miedo de las posibles represalias que se podían tomar contra los ciudadanos. Y conoceremos detalles sobre el hambre, las consecuencias de la ocupación nazi y el racionamiento, entre otras cosas.
Una cosa bastante original de la novela es que la historia está escrita en primera persona, pero no nos la cuenta siempre el mismo personaje, sino que se van alternando las cosas que nos cuenta cada uno. Esto al principio me despistó un poco, porque no queda del todo claro quién está hablando hasta que una frase o un pequeño detalle te da la pista de quién es; además se intercalan también a veces escenas que corresponden a sueños, con lo cual si no estás muy pendiente te despistarás más aún. Al principio pensé que la pista la daría el título de cada capítulo, que lleva el nombre de uno de los personajes; pero no siempre es así. Aunque por supuesto, este recurso no supone ningún impedimento a la hora de enterarse bien de la historia, y además nos servirá para conocer los diferentes puntos de vista de un mismo hecho; por ejemplo veremos que las tres abuelitas echan de menos los tiempos en los que se vivía con los zares, y por su parte Antonina está convencida de que no podrá ver el régimen comunista que se les ha prometido a los ciudadanos después de la revolución de octubre.
Estas cinco mujeres protagonistas de la historia formarán una piña y se apoyarán unas a otras en el día a día; en un principio se supone que mientras Antonina trabaja, las tres ancianas cuidan de Sofía. Pero nos daremos cuenta de que, a pesar de la forma de ser que tiene cada una, que a veces choca con la de las demás, en realidad acabarán cuidándose todas, unas a otras. Esto, por otra parte, era bastante habitual en esta época, porque lo de compartir no sólo piso sino también penurias solía unir mucho a la gente. Eso sí, que nadie piense que por el hecho de que las protagonistas sean mujeres estamos ante una novela dirigida a mujeres; que ya sabéis que a veces se tiende a pensar así, y no deberíamos tener esos prejuicios. Los hombres en este caso tienen un papel algo más secundario, pero también importante para el desarrollo de la historia, como iremos viendo según avancemos en su lectura.
En cualquier caso, se trata de una historia que nos despertará sentimientos de lo más variado: ternura al ver cómo estas mujeres se preocupan tanto las unas por las otras, tristeza al ir conociendo detalles de las condiciones en las que se vivía en Rusia en esta época, importencia de saber cómo solían actuar los capataces de las fábricas e incluso los representantes sindicales... Desde luego es toda una mezcla de ingredientes de lo más variado.
Conclusión
Creo que esta es una novela muy recomendable, y aunque yo no la conocía de nada, me ha sorprendido gratamente (a pesar de la tristeza que se siente al leerla). Pero si sois de los que preferís las comedias y las lecturas ligeras, está claro que esta historia no os terminará de convencer, o lo mismo incluso acabáis con algún que otro lagrimón o un nudo en la garganta, porque tiene pasajes bastante duros. Por otro lado, si os interesa saber más cosas sobre cómo era la vida en Rusia en los años 60, estoy segura de que esta novela os podrá gustar.
A pesar de que destila tristeza, creo que la autora lo ha planteado así en parte por hacer una crítica a cómo era la sociedad rusa de ese tiempo. Seguro que las protagonistas, que durante toda la historia lo pasan realmente mal, están inspiradas en alguien de su familia (ella en esa época era demasiado joven y supongo que no recordará la mayoría de las cosas) o en alguien cercano a ella. Pero en el fondo creo que el mensaje que nos quiere transmitir es que, a pesar de todo, siempre hay esperanza si consigues no rendirte y hacer frente a todas las adversidades que la vida te va poniendo por delante.