Revista Coaching

El tigre, las esposas, y la salida de la ratonera

Por Kheldar @KheldarArainai

Lo que estás a punto de leer se va a convertir, si mi tiempo y mi inspiración me lo permiten, en mi próximo escrito de gran tamaño. Es un esbozo de libro, si bien querría dejarle un sabor diferente y una tónica distinta. Tengo ganas de que cualquiera al leer sus palabras pueda sentir las historias reales en las que se fundamentan.

Tengo ganas de que, al mismo tiempo, cualquiera que lea estas palabras sienta como si pusieran voz a su propia situación… Algo sin duda más complejo, pero no imposible. Así que, por lo pronto, todo lo que voy a hacer es dejarte con el texto.

El tigre, las esposas, y la salida de la ratonera.
Mis saludos, amigo lector o amiga lectora. Permite que te acoja en este rinconcito donde nos hallamos ambos intercambiando impresiones. No sé si has venido a mi encuentro. No sé si he sido yo quien ha acudido en tu busca… Pero aquí estamos. 

Permite además que me presente. Soy un ser humano, un homo sapiens sapiens. Del género masculino, en la etapa adolescente tardía. Tengo el mismo nombre que muchos otros de mi especie. Ese nombre es Sergio, por si te lo preguntabas. Acepto la curiosidad, es buena compañera aunque a veces peque de indiscreta.

Tengo los mismos pensamientos y sentimientos que muchas personas ahí fuera. Pero… ¿Te has preguntado por qué, aunque todos compartimos ciertas cosas, dentro de cada uno resultan tan distintas? Yo lo hice en su día… Y tuve una curiosa impresión. Me estaba esposando a mí mismo. ¿Esposándome a qué?

A la creencia -errada para mí, ahora- de que podría conocer a los demás a través de mis propias interpretaciones. Esto es un pensamiento egoísta y vanidoso.

¿Por qué digo esto? Porque si quiero conocer como piensa o se siente otra persona, no puedo preguntarme a mí mismo lo que creo que piensa o siente. Es una cuestión de lógica, y bastante sencilla.

Estamos atrapados en una ratonera cuya salida tranquilamente abierta queda (por tanto, podemos escapar cuando queramos), pero por la cual nos negamos a pasar. El orgullo, un innecesario y exacerbado proceder, nos retiene.

Somos nuestros propios carceleros. Así pensé un día.

Y pensar así me hizo daño, porque la verdad siempre duele.

De repente, vino a mi mente la imagen de una escena descrita en un tema de uno de mis artistas musicales favoritos: “Salta entre las hojas el gato y parece un tigre“.

Quizás no sea más que un gato que terminó guardado en la ratonera, y que tanto ruido me haga parecer un tigre… Quizás, en esencia sigo siendo parte de todo lo que me rodea y estoy escogiendo con qué identificarme. Para muchos y muchas ahí fuera soy “el brujo”, en tanto que para otros y otras yo soy “el gato”. Todo tiene su justificación.

Probablemente tú, si piensas, sepas que te ganaste un apelativo similar.

Un pensamiento vino a mí con cada vez que una persona me relataba la impresión que de mí obtenía, la imagen del recuerdo que en ellos/as quedaba. Me han dicho de todo, en todos los tonos, de todos los modos… Y sigo vivo. No sé por cuanto, pero sigo vivo.

Y mientras sigo vivo, sigo pensando. Una persona que quiero me dice con frecuencia que no pienso en cosas realmente trascendentales, que tiendo a dejarme llevar por un pensamiento orientado hacia lo más sencillo en este mundo: relacionarse.

 Relacionarse… ¿Con quién? Conmigo mismo, con los demás. Es posible que compartas esa inquietud conmigo y por eso estás aquí… ¿Es ese el caso? Entonces, deja que intente ayudarte a ello compartiendo lo que estoy pensando.

Espero que al saberlo, te puedas hacer preguntas adecuadas. Así pues…

El tigre, las esposas, y la salida de la ratonera.

¿Qué estoy pensando? Que un día hace tantos años me pregunté por qué la gente está tan loca de hablar del deseo que siente de compartir su tiempo en relaciones…

Cuando luego hablan de ellas desde el resentimiento profundo. Desde el dolor. Desde el miedo. Desde la total incomprensión. Desde la falta de aceptación… Desde la negación de la naturaleza misma de este microcosmos de incertidumbre.

Esa naturaleza, bajo mi impresión personal es la siguiente:

No hay necesidad de hacer ninguna clase de esfuerzos añadidos… Sencillamente, mantenerse auténtico, mantenerse en calma, y ser honesto sin importar nada más.

Ya sabes que ahí fuera hay un montonazo de desquiciados y cabronazos haciendo toda clase de mierdas para aprovecharse de los demás, manipulándoles en una mascarada de falsedades que van más allá de la falsedad que puedan estilar las personas que se enfrentan a estos simpáticos seres.

Honestamente pienso que nosotros como personas, sin entrar en una batalla de sexos, queremos exactamente lo mismo: comprensión, conexión, divertirnos, pasar un buen rato, conocer gente nueva y llegar más lejos con los que ya conocemos…

Sin llegar más lejos en las motivaciones de realización personal, claro.

Pero, volviendo sobre nuestros alegres cabroncetes, son la clase de gente que vive bajo la idea de que abusar de la ingesta de estupefacientes y tratar de follarse toda persona que les pase por alrededor y llame su atención… Y asimilan que esa es la idea de “convertirse en una mejor persona”, o dicho de otra forma, lo llaman “desarrollo personal”.

Y cuando te enteras de lo que ocurre en las vidas de esas personas, encuentras vacíos existenciales. Encuentras que no hay contacto real entre ellos y los demás. Encuentras que tratan de aparentar madurez, una mentalidad abierta y esas cosas…

No obstante, siguen siendo infantiles.

Esconden sus miedos, tapan sus heridas con cataplasma, beben aceite de serpiente… Todo sea por conseguir la panacea que los lleve a no sentir angustia y desolación. Se niegan a sí mismos y prefieren identificarse con avatares irreales.

Sacados de contexto, incluso. Si bien este es otro tema.

Pero permíteme que deje de hablar de estas personas tóxicas… No soy el primero que lo hace, aunque llevo tiempo exponiendo sus despropósitos con la esperanza de que las personas de bien entren en razón y no se dejen embaucar por sus palabras bonitas.

Admito que suena genial la idea que obtienes de lo que cuentan. Que puedes follarte a quien quieras y cuando quieras. A la persona que siempre has deseado, a quien te acabas de cruzar ahora mismo…En teoría, a cualquier persona viva sobre la Tierra.

Pero, si yo te dijera que eso no sólo no es así sino que no te llenará, ¿me creerías?

El tigre, las esposas, y la salida de la ratonera.

¿Qué estoy pensando? Que sobre este tema, he dejado de pensar.

Que sobre este tema, me dedico únicamente a sentir, y hacer sentir. Que si no pongo una sonrisa en sus labios, si no le hago cosquillas en el alma, si no participa su mente y me brinda su intimidad a la par que comparte la mía; no merezco su atención.

Y te puedo dar millones de explicaciones tan extensas como la que le dí al pensamiento anterior a éste… Pero no me parece que valga la pena hacerlo. Quiero animarte a que trates de justificarlo, explicarlo o incluso rebatirlo; por tu propia mano. Inténtalo.

  • Pero comienza por este camino, si quieres una orientación. Cuando digo sentir y hacer sentir, también digo dejar que las cosas pasen sin tratar de hacerlas ocurrir yo mismo.
  • Digo escuchar a los demás y dejar que me expliquen cómo piensan y se sienten… Sea verdad o mentira, eso pesa sobre sus conciencias. A mí no me debe preocupar nada eso.
  • Digo entender que todos tenemos necesidades, tiempos y ritmos y defiendo que ya que todos tenemos estas tres cosas… Seguro que hay una parte de los míos que coincide con una parte de los del resto. Todo lo que hace falta es conectar. Nada de esfuerzos inexistentes o innecesarios.

Y al respecto de eso… Del tema esfuerzos vamos a hablar.

¿Qué estoy pensando? Que los esfuerzos únicamente valen para ir a cagar.

Que una persona que se acepta como ser humano sabe que siente y padece y no por ello se niega esa experiencia, pues sabe que vive bajo el constante deseo de que alguien escuche y haga eco de sus deseos… Y no trata de embotarse o evadirse, ni de la vida ni de sus responsabilidades personales.

Toda posible carga se alivia al no eludir esta responsabilidad. Constantemente veo personas ahí fuera quejarse de lo mal que les va la vida, de los fallos que tienen, etc.

Pero, ¿sabes lo peor de ver eso? Que también veo que se vuelven mediocres al asumir sus fallos o la situación PERO NO HACER NADA POR CAMBIARLO. Es muy usual que digan “qué se le va a hacer” al enfrentarse a esto… Y así quedará, en nada.

Porque han asumido que no pueden hacer nada; indistintamente de haberlo intentado o no anteriormente, indistintamente de si han agotado o no todas las opciones disponibles.

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Por ahora voy a dejar el texto aquí. Posteriormente seguiré desarrollando más y más que añadir a esto… Y si alguien siente el deseo de hacer aportaciones, bienvenidas son.

Con todo cariño,

Kheldar (Sergio)

 


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