Con esa forma de pensar mantenemos las propuestas y los servicios de promoción del empleo, insistiendo a las personas en que busquen lo que no existe, de formas que ya no funcionan aunque eso justifique nuestro trabajo y parezca que justifica el de las personas.
Para mi no es así. Vívimos ya en un mercado de trabajo difícil de reconocer comparado con el de una década atrás. Los cambios son profundos y no siempre positivos. Y con el mercado de trabajo también ha cambiado la búsqueda de empleo. Nunca fue echar curriculums, pero ahora mucho menos.
Por la contra muchas de las actuaciones que promovemos para apoyar a las personas en búsqueda de empleo no han cambiado. Es más, tenemos un sistema de control que especifica el número de CV que hay que “echar” para justificar que se busca empleo. Independientemente de que esta práctica reciba críticas desde el propio ámbito de RRHH, es de sentido común que pedir que nos sellen la entrega de un Cv o solicitar un justificante por una entrevista no parece que sean acciones que vayan a contribuir positivamente. Pero, en la linea de lo que decíamos, tampoco queda nada claro que estas justificaciones sean mínimamente efectivas. Las personas no encuentran empleo así. Las personas suelen enfrentar situaciones mucho menos estandarizadas y difíciles como trabajar sin cobrar y sin contrato, a modo de prueba. O como sucede en Inglaterra con el contrato de zero horas, cada vez más extendido.
Como criterios para justificar que alguien busca empleo tampoco parecen muy ajustados. Muchísimas personas pueden presentar estas justificaciones y no por ello realizar una búsqueda de empleo constante y mucho menos acertada. Es decir, no por ello están llevando a cabo acciones que realmente les puedan mejorar sus perspectivas de empleo. Si queremos buscar esto, que deberíamos, habría que pensar en las posibilidades de contar con una plantilla en la que los profesionales de orientación sean protagonistas.
Pero no es así. El Servicio Público de Empleo se gasta 243 millones anuales en una plantilla que sigue creciendo. Pero es incapaz de dar servicios útiles a sus clientes. Sólo control y personal administrativo. Así no es de extrañar que quien colabora con los servicios de empleo acabe llamándole orientación laboral a cualquier trabajo administrativo, como se ve en esta oferta que no solo es real, también incomprensible. Cuando menos, yo no la entiendo. Pero es un claro ejemplo del todo vale en el que se han convertido los servicios de empleo y los de orientación específicamente.
En este año he tenido que ayudar a distintas personas a justificar sus búsquedas de empleo para solicitar la Rai u otras prestaciones. En muchos casos lo realizado y estos criterios tienen difícil encaje. Hay personas que están muy alejadas del mercado de trabajo y se han centrado en formarse fuera del Servicio Público de Empleo. Otras deben pasar por una recuperación emocional o cubrir previamente aspectos que refieren a sus competencias básicas, las digitales sin ir más lejos. Y casi nada de esto se hace en el paraguas del Servicio Público de Empleo, algo que se pide en la relación de actividades a justificar.
En el ámbito del emprendimiento, por ejemplo, se menciona que contarán acciones de formación e información. Pero yo tengo el caso de una chica que ya ha ganado un par de pequeños premios de emprendimiento a la que estas acciones no le han sido suficientes. Y eso que trabaja por horas en verano y trata de combinar el desarrollo de su idea con la entrada de dinero por cuenta ajena. Hace un trabajo intenso. Mejorable y muy necesitado de cambios, pero intenso, constante y de mucha presencia social. Pues ni con los premios. Para ella no fueron justificación suficiente.
Por cierto, estas prestaciones o programas ligados a prestaciones también participan de la confusión y han situado el concepto de persona desempleada de larga duración en un depende.
Desde hace muchos años todos entendíamos que una persona pasaba a estar en situación de desempleo de larga duración cuando pasaba un año sin trabajar. Incluso se concretaba el concepto diciendo que trabajar 90 o más días en un periodo de 365 hacía perder la condición de parado de larga duración. Pero ahora ya no es así. Ahora depende del programa, pues en el Prepara, en la Rai o en el Programa Extraordinario de activación se dicen cosas distintas. Para mi los conceptos son importantes y no deben saltar por los aires por mucho que aumente la población en desempleo en esta situación. Es más, el INE cuenta con una definición fácilmente respetable en términos de gestión, sin necesidad de ahondar en este todo vale que pretendo señalar. En el caso que menciono hubiera sido suficiente con especificar más y mejor los criterios concretos sin mencionar nada de “parado/a de larga duración”. Y en el caso específico de los parados de larga duración, un gran y difícil problema de nuestro mercado de trabajo, estaría muy bien seguir las recomendaciones que recientemente ha dado la Comisión Europea en forma de tres medidas concretas.
Con todo, no se ve que adecuemos ni los sistemas de control ni los servicios de apoyo a lo que entendemos que están necesitando las personas y el mercado de trabajo. En julio se aprobó un nuevo Plan Anual de Empleo y en los Presupuestos Generales del Estado parece que se incrementa la inversión. Pero solo parece. En realidad el peso presupuestario de las Políticas Activas ha caído del 0,7% del PIB al 0,4%. Una inversión escasa e incomprensible tratándose del principal problema de los españoles. Igual de incomprensible que la falta de nuevas propuestas organizativas, especialmente las que deben situar a la orientación en el lugar que le corresponde.
Un tiempo de cambios tan grandes siempre es un buen momento para recuperar el para qué hacemos las cosas y el conocimiento de a quién se las dirigimos. La apuesta pasar por contar con profesionales de la orientación para conocer con más detalle con quién trabajamos. Profesionales con recursos legales que les permitieran manejar las prestaciones con cada uno de sus clientes, independientemente de que estén en un programa o no.
El control de las prestaciones es imprescindible y debe mejorarse. Pero también es cierto que debemos mejorar las propuestas y los servicios que ofrecemos. Yo sigo echando de menos propuestas de dinamización, foros, apoyos individuales y, si, formación. Sé que es costosa pero debemos ver de una vez cómo en otros países se arman de inventiva para contar con una oferta formativa mayor. No pondré ejemplos. En este blog he hablado otras veces de lo que se hace en Austria, del sistema de orientación de Dinamarca o de cómo funcionan los programas de formación y de contratación de aprendices en UK. No todo es trasladable y no todo funciona bien. Pero si podríamos probar opciones que funcionan en otros territorios. Y no por que sí. No es una cuestión banal. A pesar de la recuperación, nos enfrentamos a un escenario en el que parece que tendremos que vivir con altísimas tasas de desempleo. Justo a esto es a lo que habrá que dar una respuesta más adecuada que la que hemos dado hasta ahora, demasiado centrada en las poco efectivas ayudas a la contratación.