No ha sido mi mayor año lector, lo admito, pero tampoco el peor. Una mudanza de por medio y la adaptación a un nuevo lugar han hecho algo de mella en mi ritmo habitual. Aunque el número de novelas ha sido el más bajo hasta la fecha, tan solo 18 (más una de la que no puedo hablar, guiño, guiño), la cantidad de novelas cortas, antologías, y sobre todo, manga, ha sido muy superior a mis cifras habituales. Lo cual, me alegra en parte, por haber equilibrado la balanza.
Goodreads me informa de que han sido unas 18.239 páginas a lo largo de 97 libros, en las que 49 son cómics o manga, 18 son novelas, unos 17 son antologías o revistas, 9 son novelas cortas y luego, algún que otro relato importante o suelto que he ido marcando. No he llegado a mi meta de los 100 que me había marcado, pero tampoco es algo que me traiga de cabeza. Goodreads es para mi una herramienta de control lector, más que otra cosa (o eso me digo, para que no duela). Pero bueno, vamos a lo que vamos ¿qué ha sido lo mejor del año para mí? Veamos.Novela
Suelo ser bastante transparente en esto durante el año, y cuando algo me gusta, me gusta de verdad y no paro de repetirlo una y otra vez. No creo que hayan sido pocas las conversaciones donde haya sacado a pasear el maravilloso título de Ferran Varela. La marcha de Mezen por todo Hann ha conquistado a cientos (o miles) de lectores. Tampoco que haya hablado lo suficiente de Elaine Vilar Madruga y Los años del silencio. Una historia teatral, dramática, con fantasía y ciencia ficción, en un mix de lo más curioso. Y por último, y no menos importante, una de las historias que más me han tocado la fibra (aunque a muchos otros no, si, te miro a ti Carla). La historia de Elias Bonfim que narra el portugués Afonso Cruz es todo un viaje metaliterario que homenajea a los libros y a todas esas paginas que nos engullen cada día.
Novela corta
El formato corto ha sido una de mis salvaciones este año. Historias de apenas un centenar de páginas que suponen grandes perlas literarias, en su sentido más estricto. Formatos que permiten experimentar, mantener la tensión y narrar historias de lo más curiosas. Es el caso de las tres elegidas. La primera, la historia de Vanesa Santiago, una reflexiva oda al libre albedrío que habla sobre la mente colmena y el ser humano. La segunda, obra de mi querida Laura Tejada, es todo un thriller psicológico con una narradora no fiable al mando. Como tampoco es nada fiable, para acabar, esa visita a el Clot y su peligrosa laguna que propone Guillem López en una novela corta que juega tanto con el narrador como con el formato físico.
Antología
El mundo de las antologías me ha dado unas cuantas alegrías este año, entre ellas, ser jurado por primera vez de algo. En concreto, de los Premios Guillermo de Barkerville 2019. Pero también a nivel de lector, he asistido un año más a ideas fascinantes recopiladas en formato físico. Es el caso de La vida secreta de los bots y otros relatos, que este año pudimos leer gratis gracias a Ediciones Gigamesh y su obsequio habitual del día del libro. O de la antología, que salvo algún cuento más normal roza para mí lo extraordinario, de un nada desconocido China Miéville. Pero también, poder volver a ese universo de Hann con el que Ferran Varela me conquistó. Un año, donde este formato de antología, ha sido de lo que más he leído.
Cuento
Si las antologías me han aportado esa nota extra de ideas fascinantes, de la misma manera -y por no contradecirme- el cuento ha supuesto lo mismo. De revistas, de blogs, de antologías o de lektu, ha sido el año que más cuentos he leído. Y los he disfrutado. Como esa historia de horror cósmico que propuso Santiago Eximeno en De la carne, el viaje especulativo alrededor del universo de Tchaikovsky o, la historia de un culto secreto en Londres más imaginativa que he leído en mucho tiempo gracias a China Miéville. Tres historias elegidas, donde podría haber elegido diez fácilmente, pero las reglas son las reglas.
Cómic
El cómic -al igual que diré luego con el manga- ha sido una de mis salvaciones este año. Ha sido la cuerda sobre el barranco a la que cogerme para conseguir escalar la montaña. Gracias a ellos volví a coger tanto mi ritmo como mi hábito lector. Y buena culpa de ello, lo tienen historias tan deliciosas, preciosas e impresionantes como En un rayo de sol, de Tillie Walden. O que despierten un fanatismo desconocido por Marvel y todos sus personajes o trayectoria, tal como están haciendo Mark Waid y Javier Rodríguez con estas fascinantes entregas de Historia del Universo Marvel. Y también, historia maravillosas, con un aire de cuento de hadas que me llevan derecho a la infancia, tal como ha hecho Jen Wang en El príncipe y la modista.
Manga
Y tanto como el cómic, el manga ha sido otro de los cómplices para elevar el número de lecturas este año. Series tan adictivas como The Promised Neverland, un shônen al uso lleno de giros y acción, donde cada tomo se consume como si fueran palomitas gracias a la buena ejecución de Kaiu Shirai y Posuka Demizu. O mis queridos furros. Beastars y Paru Itagaki siguen siendo mi ojito derecho (creo que es el manga que más he mencionado nunca) y con cada tomo me sigue dando la razón de que es algo más que un simple drama de instituto con animales. Y por último, To your eternity, la serie de Yoshitoki Oima, que supone una continua reflexión sobre la vida.
Hasta aquí ha llegado mi pequeño repaso a lo que ha dado de si este 2019. Si quereís leer el top 3 de otra gente mucho más interesante y llevaros un buen puñado de recomendaciones, tenéis un par de entradas en el Especial fin de año 2019 Parte I y Parte II. Por otra parte, si quereís ir abriendo apetito a lo que se nos viene en este 2020, podéis visitar la entrada de Anticipando 2020, donde repasó 15 títulos (y algunos más) que están por venir en fechas venideras. Gracias por estar un año más ahí, detrás de tu monitor o pantalla, leyendo este pequeño espacio virtual. ¡Nos vemos durante este 2020!