Así que tiré del hilo y junté a los siguientes amiguetes en un supuesto ucrónico. Primero me regodeé en los de carácter indeseable y después, por efecto benéfico del oxígeno en la sangre, en los momentos literarios que debieron de molar.
De los primeros no digo nada. Pero, ¡ay, qué no daría yo por haber asistido, detrás de una cortina, a los siguientes episodios que forman el top-ten de los momentos estelares del cotilleo literario, que diría Stefan Zweig.
1) El viaje del gato Spider, que pasó de las manos de Patricia Highsmith a las de Muriel Spark.
2) Proust envuelto en manta+manta+manta+abrigo+abrigo eligiendo chulazo entre los camareros del Ritz. Y ver la cara del camarero... Moi? Pourquoi moi?
3) Byron retando a Shelley, a Mary Shelley y a Polidori a escribir una novela de terror en Villa Deodati.
4) Galdós, ciego y a punto de morir, palpando su propio rostro de piedra en el monumento de El Retiro.
5) El corazón de Thomas Hardy en una caja de galletas.
6) El complot entre Edith Wharton y Scribner's para que parte de los beneficios de "La casa de la alegría" fueran a Henry James.
7) El duelo entre Pushkin y D'Anthes.
8) John Cheever de cruising.
9) Carson McCullers de gorrona en la casa de Elizabeth Bowen.
10) Y de rebote, pero por honores: la hija de Larra inventando la estafa piramidal.
Hay más. Ya tengo otro top-ten. Mañana, tal vez, cinta mediante.