Normalmente no es el género de películas que me suele gustar, tampoco soy una gran lectora de John Le Carré, autor del libro en el que se basa la película, y no he visto la mítica serie de televisión. Quizá sea precisamente por todo eso, por no ir con demasiadas expectativas ni condicionamientos, por lo que me ha gustado tanto esta película. En este caso mi decisión fue cien por cien por los actores que trabajan en ella. Gary Oldman, a pesar de que ha tenido algunos altibajos, es uno de los mejores actores de los últimos años, con papeles ya memorables. ¿Qué decir de Colin Firth? Adoro a este hombre desde hace años, haga el papel que haga, lo borda. Otro a quien sigo muy de cerca es a Benedict Cumberbatch, mi adoradísimo Sherlock de la serie de la BBC, un actor que va a dar mucho que hablar, y si no, tiempo al tiempo, camaleónico como él solo, es el hombre de las mil caras. Tom Hardy, espléndido, o los impresionantes John Hurt o Mark Strong, por nombrar solo a algunos. También hay una pequeña sorpresa, un breve papel para Laura Carmichael, conocida por interpretar aEdith, la hermana mediana de la estupenda serie británica Downton Abbey.
Los que seguís el blog ya sabéis que adoro todo lo británico, me encanta la música, el cine, la literatura, el propio país en sí. Aunque en este caso los actores sean británicos, curiosamente el director es el sueco Tomas Alfredson, director de la genial Déjame Entrar, que dio un giro de tuerca al cine de vampiros y que cambia radicalmente en este film de registro. Sin duda, lo mejor de la película son las magníficas actuaciones, pero también la ambientación: una Inglaterra, la de los años 70 gris y plomiza, con viejos edificios en plena decadencia. Los tonos azulados que impregnan las imágenes nos meten de lleno en una historia de espionaje que no abusa de la acción descontrolada o de los momentos de tensión, todo fluye, tranquilamente, sordamente, quizá, al igual que esos mecanismos de poder ocultos, esos engranajes que van funcionando en la sombra, poco a poco.
Gary Oldman encarna a George Smiley, un gris y algo desencantado miembro del M16, el servicio secreto británico, en plena Guerra Fría. Smiley, con la ayuda del joven agente Peter Guillam (Benedict Cumberbatch), es contratado por el Gobierno británico para una difícil misión como agente secreto con el objetivo de destapar a un topo que trabaja para los soviéticos y que se esconde en el mismísimo corazón del M16. Nadie es quien parece ser, las intrigas, los dobles juegos, estarán presentes durante toda la investigación de Smiley. Con esa terrible costumbre de cambiar los títulos se pierde parte de la gracia del mismo: Tinker Tailor Soldier Spy hace referencia a los apodos de los cuatro sospechosos: Tinker, el calderero Percy Alleline (Toby Jones); Tailor, el sastre Bill Haydon (Colin Firth); Soldier, el soldado Roy Bland (Ciarán Hinds); e incluso Spy, el espía, el propio Smiley. Quien quiera cine de acción, diálogos insustanciales que mastican y vomitan al espectador qué está sucediendo en cada momento, que vaya a ver otra cosa. No es una película fácil. Los silencios, los gestos, las miradas, son fundamentales. Hay que estar atentos, ya que tendremos que ir a la par con Smiley e ir tratando de desentrañar la maraña para averiguar quién es el topo. Una película que nos devuelve el espíritu del cine clásico de espionaje, con personajes y tramas bien elaboradas, momentos de tensa calma, conjeturas... Cine del grande para disfrutar. No dejéis de prestar atención a la magnífica banda sonora creada por el compositor español Alberto Iglesias, simplemente magnífica. Os recomiendo también que os paséis por la página oficial de la película: Tinker Tailor Soldier Spy solamente por la estética que han empleado vale la pena perderse un poco por ella.