El Torcal

Publicado el 15 marzo 2015 por Daniel Guerrero Bonet
Antequera es un pueblo malagueño que tiene la singularidad de hallarse en el centro geográfico de Andalucía y de albergar en su término municipal un paisaje geológico único en Europa: el Torcal. El Torcal de Antequera es un paisaje cárstico formado por rocas a las que la acción erosiva de la lluvia, la nieve y el viento han dado forma circular, como galletas de caliza amontonadas unas sobre otras. Su belleza es impresionante, pero su origen, que se remonta al periodo jurásico, es aún más impresionante: es fantástico, increíble, curioso.
Se trata de un Paraje Natural que debe su nombre a las torcas o dolinas, depresiones redondeadas originadas por el hundimiento de salas subterráneas que el agua ha excavado en el subsuelo y rellanadas por residuos de caliza. Estos sedimentos proceden del fondo de un mar prehistórico, llamado Tethys, que se levaron hace millones de años hasta más de mil metros de altura por la presión de las fuerzas tectónicas que dieron origen a estas cumbres de la serranía subbética. El Torcal es el primer espacio de Andalucía que se protegió al declararlo Sitio Natural de Interés Nacional en el año 1020, antes de ser catalogado como Paisaje Natural por su interés geológico, botánico y paisajístico.
Una nueva visita nos lleva otra vez a adentrarnos por un sendero, el más fácil para los “torpes” en el alpinismo, que nos conduce entre unas piedras que no dejan de sorprendernos por sus formas y disposición, capaces de guardar un equilibrio inaudito sobre altas agujas pétreas o atesorando el secreto fósil de su pasado marino. Paredes y tajos surgen para sobrecogernos por la espectacularidad de sus formaciones erosivas.
Tras la excursión por el “Torcal alto”, nos asomamos al mirador de “Las ventanillas”, desde donde se aprecian unas vistas de la comarca del río Campanillas, al sur de Antequera, hasta la costa de Málaga en la lejanía. En días claros puede incluso visualizarse el continente africano difuminado tras las brumas del horizonte. 
Merece la pena, pues, conocer estos rincones de nuestra tierra y admirar sus encantos para tomar conciencia de la riqueza que poseemos y apenas valoramos. El Torcal de Antequera es una de las joyas más valiosas de nuestro patrimonio cultural que bien merece una visita para medirnos frente aquellos farallones que nos empequeñecen, pero también nos regocijan al permitirnos admirarlos, sabiendo que, desde el neolítico, el ser humano ha encontrado en ellos refugio o material para sus construcciones. Hoy, constituyen un regalo para los ojos.