El toreo es tristeza

Por Antoniodiaz

Juan Peregrin


O por lo menos el de ayer tarde. Con toros de Valdefresno que, sin ser la alegría de la huerta, se dejaron profanar a su aire. Que es, más o menos, el estilo de la gran mayoría de la cabaña brava: inválidos, descastados y más tontos que Abundio. Aún así, merecieron bastante mejor dicha. Que la mala suerte en los sorteos, también la padecen los negritos.
Lo de Juan Bautista es para hacérselo mirar. Una cosa es ser un torero frío, bucólico, como ausente, que también vende y tiene su atractivo, y otra muy distinta venir al foro de pasota, vestido, como tantísimas -demasiadas- veces con el terno mohíno y oro, a trincar, dar mantazos y cruzar los dedos para ver si suena la flauta. Bonita manera de venir a Madrid.
Érase un torero tan malo, tan malo, tan rematadamente malo, que cuando hacía algo medianamente mal le pedían la oreja. Tejela. Con unos pases muy a modo, ligeritos y de poco peso, para que no nos caigan mal, unas bernadinas, y un sartenazo en lo negro, ha echado una tarde en la que ya lo quieren encumbrar.
Y Daniel Luque, sigue, pasito a pasito, retornando del infierno, camino ya del purgatorio. Mientras mantenga la boca cerrada y el instinto torero despierto, será coletudo a tener en cuenta. Por lo menos en la misma manera que  otros muchos que gozan de mayores simpatías.