El Toro de la Vega, a toro pasado

Por Cooliflower

Hay festejos llamados de este modo, “festejo”, porque “salvajismo organizado” queda largo y antidemocrático. Gobernar, según un manual nunca escrito, consiste en contentar a los votantes más fieles, quieran estos sangre de toro, vísceras en un altar o degollamientos en Youtube. “Hay gente pató” es el dicho popular más bello y aterrador, porque en la variedad también está el disgusto.

A toro pasado, otro toro ha muerto. Aunque lo correcto sería decir acosado, aterrorizado, acorralado y finalmente difunto. El Toro de la Vega se ha convertido en una fecha más en el calendario para festejar unión por descontento; nada crea más sociedad que el odio común.

Es evidente que esta aberración lleva fecha de caducidad, como las cruzadas o los médicos que te fumaban en la cara. El Toro de la Vega muere cada año un poco más, convertido en una batalla entre defensores de animales, y los que luchan por mantener una histórica equivocación (tradición mal entendida). Este año el ambiente se ha caldeado hasta hervir. Ha habido amplia difusión en televisión y redes sociales, pedradas, sangre, antidisturbios… y apenas eco político. Habrá que repetir la pantomima hasta que alguien de dos patas termine criando malvas en medio de la trifulca, y la culpa no será de los que debieron prohibir “la fiesta”, no; los dedos señalarán a “antisistemas” (cualquier tipo ecologista. O con rastas y piercing en la ceja).

El próximo año el mismo numerito, la misma mierda; que no se diga que la España más rancia y miope se rinde al progreso.

En un estado dividido por tantos aspectos, la unión en oposición a una carnicería orquestada debería significar algo. Señores políticos: ¿Cuánta gente con la cabeza abierta hará falta para eliminar un inútil anacronismo? ¿Cuántas voces se tendrán que escuchar, cuántos artículos deberemos escribir, cuánta bilis tendrá que manar para anular un acto que cae por su propio salvajismo?

Quizá a algunos animales les falte inteligencia y sentimientos. Quizá debamos establecer nuevos parámetros para decidir qué o quién es más animal, si el que decide no decidir, o el que es torturado sin saber por qué.

Aquí solo quedará espacio para otro artículo sobre El Toro de la Vega; y será el que anuncie su eliminación.

¡Cuánto animal anda suelto!