Pero no solo es eso, Cataluña en general y Barcelona en particular están sufriendo los efectos de esta deriva, algo que ya está perjudicando y están notando muchos catalanes. Y es que ahí están los datos; las empresas que han cambiado la sede social, con lo que eso conlleva principalmente en el pago de impuestos, la drástica reducción del precio de la vivienda, sobre todo la de lujo; y también la bajada del turismo. Por no hablar del boicot a los productos catalanes que muchas personas están llevando a cabo. Algo que los catalanes deberán agradecer al ‘procés’ y a este sinsentido separatista que lleva años tensando la cuerda.
Y ahora los catalanes tienen una oportunidad de oro para dar carpetazo a todo esto, para acabar con los que les han llevado hasta esta situación, y con los que están hundiendo su economía y llevando a Barcelona a dejar de ser un referente para muchos en muchas cosas. Porque Barcelona, durante muchos años, ha sido una ciudad en la que muchos se han mirado, una ciudad que llegó a su culmen en los Juegos Olímpicos del 92 y que empezó a decaer, por mirarse al ombligo y querer levantar fronteras, desde ese momento. Y el tortazo que se está dando es de los olímpicos, y nunca mejor dicho.