Por desgracia esta sociedad patriarcal ha triunfado porque ha conseguido que creamos que sólo hay ese modelo, incluso la mujer se ha llegado a convencer que sólo existe el modelo del hombre para poder triunfar en esta vida. La prueba la tenemos en mujeres de poder como Angela Merkel, Mª Dolores de Cospedal o Margaret Thatcher, cuyas políticas y comportamientos son similares a los que cualquier hombre podría tener.
Esto nos da a entender que el modelo patriarcal ha triunfado mucho más de lo que sus mentores, los pueblos indoeuropeos que nombraba en mi anterior entrada podrían haber llegado a pensar.
Podemos comprobar esto en la educación de nuestros hijos viendo cómo éstos están faltos de modelos, cayendo en las redes sociales y dejándose llevar por lo que ven en la tv o escuchan por la calle. ¿Por qué?, porque en nuestra la prioridad es el trabajo.
Por ejemplo, si nos levantamos una mañana y nuestro hijo está enfermo, tenemos un problema porque no vamos trabajar o llegamos tarde. En ocasiones las personas debemos trabajar en ciudades o incluso países diferentes que nos separan de nuestras familias. Nuestros horarios, en general no nos permiten pasar suficiente tiempo con nuestros hijos y tenemos que apuntarlos a infinidad de clases extraescolares para que pasen la tarde mientras los padres trabajan, cuando a quien realmente necesitan es a sus padres.
En definitiva, el trabajo es el centro de nuestra vida, nuestro objetivo y tiene un precio: nuestros hijos que están huérfanos de modelos paternos por culpa de una sociedad, que no se centra en lo realmente importante, las personas.
La pena de todo esto es que hemos olvidado lo esencial que es tener y criar hijos, cuidar las cosas que crecen, ver cómo crecen nuestras cosechas en paz y fuertemente, y cualquier sociedad que olvida esto está condenada a medio o largo plazo.
Sólo se vive una vez. ¿de verdad creéis que debemos sacrificar nuestra felicidad y de las personas que nos rodean para ser esclavo del trabajo?