El transporte de animales salvajes, cuando se detecta, tiende a plantear preguntas sobre la legalidad del mismo. No así el transporte de grandes volúmenes de madera y flora silvestre que, a pesar de ser elementos básicos del comercio internacional, pueden esconderse, igualmente, dentro de la ilegalidad del mercado negro. La tala indiscriminada y bajo ningún control legal ocasiona severos daños a los ecosistemas y a la fauna de esos por defecto, y contribuye al cambio climático y al empobrecimiento de áreas rurales, especialmente entre los grupos indígenas. Los bosques del sudeste asiático, África o América Latina son el hábitat de muchas especies que no se encuentran en ningún otro lugar del planeta, y mientras que el tráfico de vida silvestre extermina a una especie animal, la deforestación puede eliminar ecosistemas enteros en el corto plazo, teniendo un impacto irreversible en nuestro planeta.
Al igual que con otros productos aparentemente lícitos, la legalidad de un lote concreto de madera se basa en los documentos que porta. Así, el papeleo fraudulento es utilizado para una serie de propósitos: por un lado, permite transmutar una madera protegida en una variedad más mundana, por otro, puede hacer que un producto originario de un área protegida se transforme en otro de una fuente autorizada. En Asia oriental, la mayor parte de estos documentos no se producen, pues se compra a funcionarios corruptos en los países de origen, resultando en un negocio tremendamente lucrativo que en años anteriores han llegado a superar el importe total de la industria lícita en Indonesia.
A pesar de que a día de hoy numerosos países cuentan con controles estrictos para evitar la tala y prohibir la exportación de troncos enteros o madera aserrada en bruto, estas medidas siguen sin ser eficaces, pues se escapan de las manos de los grupos criminales organizados.
La naturaleza del problema
La flora, y en especial la madera, pueden llegar a ser producto de contrabando de varias formas. En primer lugar, ésta puede ser cosechada ilegalmente, en contravención a la legislación nacional. También puede talarse y exportar e importar ilegalmente, aunque algunos países prohíben la importación de cepas, particularmente de la madera maciza. Debido al tamaño del producto, la madera es generalmente transportada por mar o por carretera, entrando a través de los pasos fronterizos oficiales. Siendo así, el contrabando puramente clandestino es raro, pero permitir la entrada en la frontera de cargas sin documentación depende sólo de un funcionario de aduanas corrupto. Dado que la importación de madera causa daños ilícitos en el país de origen y no el receptor, puede haber poco estigma moral que, unido a mirar hacia otro lado y la falta de legislación necesaria en la regulación de este tema, facilitan notablemente el contrabando.
Por otro lado, al igual que con el tráfico de vida silvestre, el papel de las zonas “especiales” o autónomas, tanto en los países de origen como de destino, es importante. Estas son áreas donde el gobierno nacional puede tener una autoridad limitada –áreas controladas por grupos rebeldes, por ejemplo–, y por tanto, asumir una responsabilidad limitada. Cuando estas áreas se establecen en una frontera estratégica, son especialmente vulnerables al tráfico.
Y el motivo de este crimen, como todo aquél llevado a cabo por grupos criminales organizados, es puramente económico y, con el comercio globalizado, todas las naciones adquieren cierta responsabilidad. Los datos indican que la Unión Europea (UE) y Asia son dos de los mayores mercados del mundo de madera y productos de madera, y por defecto, también de madera talada ilegalmente. Una de las maderas más preciadas es la merbau, que se encuentra en Malasia, Indonesia y Papúa Nueva Guinea, y se utiliza en China, la Unión Europea y Estados Unidos como parqué de lujo en pisos o muebles de gran calidad. Informes de la UE han estimado que ésta importa alrededor del 20% de la madera de contrabando en el mundo, y se estima que China el 25%.
Las principales rutas del tráfico
De acuerdo con la evaluación de las Nacionales Unidas elaborada de 2008, se concluye que el 40% de los productos derivados de la madera importados a la UE son procedentes del sudeste de Asia y fueron originados a partir de la tala ilegal de bosques. La mayoría de estos llegaron en forma de muebles y otros productos acabados, y su fuente principal fue Indonesia. Durante las últimas décadas, los comerciantes de productos de madera europeos han externalizado su compra cada vez más a Asia. Inicialmente, estos contratos fueron a países con abundantes recursos forestales propios, como Indonesia y Malasia, pero a día de hoy Vietnam y China son los contratistas más destacados. Dado que estos países no tienen suficientes recursos madereros, importan madera ilegal de Indonesia y alrededores para satisfacer así los requisitos de fabricación de la UE. De esta manera, las empresas europeas han reducido sus costes al comprar en China y Vietnam, pero no pueden estar seguros de la procedencia de la madera que se utiliza para hacer sus productos. Las importaciones de la UE de productos de madera y papel de China prácticamente se triplicaron entre 2003 y 2006, pasando de 4 millones de m3 a 11,5 millones de m3. Por el contrario, la importación de productos a base de madera de Indonesia disminuyó en un 15%, de poco menos de 6 millones de m3 a 5,1 millones de m3. Así, se cree que una parte muy importante de esta nueva madera vietnamita y china –más del 80%– es de procedencia ilegal.
En China, el puerto principal de entrada para los registros madereros es de Zhangjiagang, una ciudad portuaria interior en la orilla sur del río Changjiang, provincia de Jiangsu, a pesar de que los puertos cercanos de Nantong, Yangzhou y Taicang también han sido importantes. Además, una gran cantidad de madera es importada desde el sudeste de Asia por las fronteras terrestres con Myanmar, Laos y Tailandia a través de las zonas autónomas en Yunnan.
Como hemos dicho, el segundo mayor importador de la región es Vietnam, donde la madera se utiliza para la fabricación de muebles, especialmente muebles de exterior, para la exportación a Estados Unidos y la UE. En 2010, fabricantes de muebles vietnamitas fueron acusados de abastecerse ilegalmente de materiales, especialmente procedentes de Laos.
Indonesia sigue siendo el país más afectado por la deforestación ilegal, y en particular la isla de Papúa. Históricamente, los dos principales países importadores de madera directamente de Papúa han sido China e India. Aún así, también hay registros de tránsito entre Filipinas, Papúa Nueva Guinea, Singapur y Malasia a través de Pontianak. Kalimantan, en la isla de Borneo, ha sido lugar de tala ilegal incluso dentro de los parques nacionales. Otras partes de Indonesia tales como Riau, provincia de Sumatra, también han sido identificadas como un lugar clave para el comercio de la madera, especialmente en Gaung, Kampar (Sur), Siak Kechil, Bukit Batu (Central), Rupat, Panipahan y Duri (Norte). La madera se transporta primero a Malasia, cada vez más en forma de madera aserrada, y una vez en el país, o bien se procesa, o bien se redistribuye a China o India.
El comercio de madera de Myanmar ha disminuido en gran medida, por una parte, debido a las intervenciones realizadas por China y por otra, debido al hecho de que gran parte del estado de Kachin, la fuente primaria, ha sido ya arrasada. Desde principios de 1990 hasta alrededor de 2005, el comercio ilegal de madera fue enorme, gran parte de ella asociada a zonas controladas por los “grupos de alto el fuego” situados en la frontera. De hecho, el acceso a esta oportunidad económica era una de las razones de estos grupos acordaron dejar de luchar contra el gobierno.
Los traficantes
Las bandas de leñadores ilegales operan a través de sus países de origen, con diferentes grados de asistencia por parte de funcionarios corruptos, sobre todo miembros de los ejércitos. En Indonesia, por ejemplo, en una ofensiva de 2005 sobre la tala ilegal, muchas figuras militares acabaron estando implicadas y, según Human Rights Watch, “el ejército ha tenido un papel destacado en las grandes operaciones madereras que han desplazado a las comunidades de sus tierras ancestrales y alimentado la tala ilegal desenfrenada. Las unidades militares que prestan servicios de protección a estas bandas han estado recibiendo grandes sumas en efectivo, aumentando las preocupaciones serias de corrupción”.
Los partícipes europeos en este asunto son difíciles de identificar. Dado que gran parte de este material se re-exportados desde China, los importadores europeos pueden reclamar creíble ignorancia en cuanto a sus orígenes. Por lo tanto, se hace difícil de clasificar estos operadores como cómplices de la delincuencia organizada, aunque sin sus compras, el tamaño del mercado de madera ilegal se reduciría considerablemente.
Por otra parte, las exportaciones de Myanmar son controlados por los hombres de negocios locales, que también pueden estar implicados en otras industrias extractivas, en cooperación con los comandantes rebeldes de las zonas fronterizas. Para el tráfico a Vietnam desde Laos, los actores de ambos lados de la frontera son importantes, empresas madereras vietnamitas se dedican a la tala mientras que otros grupos procedentes de Laos se encargas del transporte y la logística hasta la frontera.
El Banco Mundial ha estimado que el valor del mercado mundial anual de las pérdidas derivadas de extracción ilegal de madera supera los 10.000 millones de dólares. Un influyente estudio de las Nacionales Unidas en 2004 sobre los impactos financieros de la tala ilegal en el comercio legítimo declaró “hay evidencia creíble que sugiera que del 8% al 10% de la producción mundial de productos de madera y, de manera similar, del valor del comercio mundial de productos de madera se debe a la tala ilegal”. La tala ilegal puede alcanzar proporciones extraordinarias. Entre 2001 y 2004, se estimó que el 98% de toda la madera que sale de Myanmar a China por tierra era ilegal. Del mismo modo, a la altura del problema de la tala ilegal de Indonesia, el 80% de la madera que sale del país era ilegal, y su gobierno estimó que este comercio le estaba costando al mismo unos 4 millones de dólares anualmente, lo que es alrededor de cinco veces el presupuesto en sanidad del país. En 2004 la tasa de deforestación de Indonesia alcanzó un máximo de alrededor de 2 millones de hectáreas al año –equivalente a 300 campos de fútbol cada hora–. Y el Programa Ambiental de las Naciones Unidas declaró en 2007 que la tala ilegal se lleva a cabo en 37 de los 41 parques nacionales de Indonesia.
En el ejemplo indonesio, el mayor margen de beneficio se lo llevan las bandas que organizan la tala ilegal, pues si prevalecen condiciones similares hoy en día, los incentivos para el tráfico permanecen.
Para ampliar: GreenPeace en acción evitando la carga de madera de contrabando en Malasia en 1995, Youtube
Implicaciones para la responsabilidad
El tráfico transnacional de fauna y flora de forma indiscriminada o en peligro de extinción se ve facilitado por el comercio lícito de algunos de estos productos. Por ejemplo, el marfil de elefante no es, en sí mismo, un contrabando, pues la legalidad de cualquier pieza dada de marfil depende enteramente de su procedencia. En algunos países, la legislación permite el procesamiento interno, la comercialización y el uso de marfil, y lo mismo puede decirse de muchas especies de árboles: la legalidad de la madera depende por completo de dónde y cómo se tale. La documentación falsificada o fraudulentamente adquirida es todo lo que se necesita para apuntar a una carga de mercancías como objeto de trata en el comercio ilegítimo.
Incluso cuando un producto está legalmente disponible en el comercio internacional, a menudo obtenerlo de fuentes ilícitas resulta más barato. Una vez que uno de los jugadores clave se aprovecha de este ahorro de costes, la presión del mercado hace que sea muy difícil para los competidores poder evitar hacer lo mismo. Con el tiempo los jugadores honestos son eliminados del mercado, pues no pueden competir con los grupos organizados. Para evitar este ciclo, es necesario crear desincentivos que superen las ventajas de sacar provecho del tráfico de recursos naturales.
Para aquellos productos que no pueden ser completamente prohibidos, la protección del medio ambiente se reduce a un sistema fiable de certificación de origen. Los compradores deben ser capaces de distinguir el ilegal del legal. En este sentido, la supervisión internacional es esencial para eludir la corrupción, pues no es suficiente con las distintas regulaciones nacionales –Malasia ha prohibió la importación de troncos desde Indonesia en 2003, Laos prohibió la exportación de productos de madera no terminados en 2007, Camboya tiene un sistema de cuotas de tala para la demanda nacional, etc.–, que acaban teniendo poco control y efecto disuasorio para las mafias.
Finalmente, una mayor regulación internacional debe ir de la mano con la educación del consumidor. Por ejemplo, la demanda de cierta fauna o flora en peligro a menudo se combina con el fraude de la salud. El reciente aumento de la demanda de cuerno de rinoceronte o de plantas supuestamente medicinales, por ejemplo, es frecuentemente vinculado a rumores de que estos productos pueden curar enfermedades como el cáncer o la diabetes, cuando en realidad no hay evidencias científicas.
Más información: WWF analiza el comercio de madera ilegal, Youtube