Los animales son comercializados como mascotas exóticas para circos, exposiciones o coleccionistas, pero también sus pieles, huesos, colmillos u órganos son destinados, sobre todo para la medicina tradicional, aunque también para vestimenta o decoración.
Ese tráfico ilegal produce un enorme impacto en las poblaciones de diferentes especies, muchas de las que se encuentran actualmente al borde de la extinción.
El contrabando de animales es el cuarto crimen organizado internacional en cifras de volumen de negocio, por detrás del tráfico de drogas, la trata de personas, las falsificaciones y por delante de las armas. Los criminales, normalmente dentro de redes internacionales organizadas, distribuyen armas, intimidan a las comunidades y sobornan a los gobernantes para conseguir lo que quieren. Según datos de Naciones Unidas, genera hasta 7.500 millones de euros al año.
Además, el tráfico de especies es la segunda causa de pérdida de biodiversidad en el mundo, después de la destrucción de hábitat. La pérdida de biodiversidad afecta a los suministros de agua potable y la producción de alimentos, y priva de recursos económicos a las comunidades locales. En los países en desarrollo, las familias rurales a menudo dependen de los animales y plantas silvestres para sus necesidades económicas. Los ingresos por turismo, por ejemplo, pueden perderse si los países en desarrollo no pueden depender de sus especies tan únicas para atraer visitantes.
El comercio ilícito de especies amenazadas y en peligro de extinción es un negocio de miles de millones de dólares y la demanda es cada vez mayor de los productos derivados de los animales terrestres más representativos de África y Asia del Sur, como los elefantes, los rinocerontes y los tigres. Las razones del aumento de volumen de comercio ilegal de estas especies está en la demanda en países asiáticos, en parte por su uso como ingredientes de remedios medicinales y también por su uso ornamental y la cuestión del estatus social. En China en la cultura del regalo corporativo es habitual regalar piezas como piel de tigre u oso polar y colmillos de elefantes.
La gran demanda, junto con las difíciles cuestiones de aplicación de las leyes, atrae a las redes criminales transnacionales que también se involucran en el lavado de dinero y el tráfico de armas y narcóticos. Los altos precios de los productos de la fauna silvestre generan corrupción, amenazan el estado de derecho e impiden el desarrollo económico de los países proveedores.
Rinocerontes, elefantes y tigres los más amenazados
Entre 2011 y 2012 la matanza de rinocerontes se ha incrementado un 30% en Sudáfrica. Los propietarios de parques han llegado a teñir sus cuernos de morado o a difundir que les habían inyectado una sustancia dañina para la salud para evitar la masacre. WWF estima que quedan unos 20.000 ejemplares. Un kilo de cuerno de rinoceronte alcanza los 60.000 euros en el mercado negro. En Vietnam, por ejemplo, se ha difundido el rumor de que cura el cáncer, y también está de moda utilizarlo contra la resaca en las fiestas más exclusivas o para bajar la fiebre.
Miles de elefantes en zonas de alta protección son asesinados por su marfil. Cada año mueren cerca de 30.000 elefantes africanos para traficar con sus colmillos. El auge de la demanda de los colmillos de elefantes está mermando las poblaciones de estos emblemáticos animales, sobre todo en África. En ocasiones hay matanzas de gran envergadura. La última ocurrió en febrero de 2012, en un sólo incidente del Parque Nacional de Bouba N’Djida, en Camerún, murieron más de 200 elefantes. Camerún aumentó la presencia de guardas forestales en parques tras este suceso.
Del tigre se aprovecha casi todo. Desde la piel a prácticamente todas las partes de su cuerpo, que son muy apreciadas para la medicina tradicional china. “De los 100.000 tigres que había a principios del siglo pasado sólo quedan 3.200 ejemplares”, apunta Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF España.
El tráfico de animales financia a terroristas y guerrilleros
La caza furtiva destinada al comercio ilegal internacional amenaza la supervivencia de elefantes, rinocerontes y tigres. La preocupación de los Gobiernos por ese comercio está creciendo cada vez más, pues los organismos internacionales lo relacionan con grupos terroristas. Tanto Interpol, como la Comisión sobre Prevención del Delito y Justicia Penal de Naciones Unidas están convencidos de que cada vez más grupos rebeldes se nutren de estas actividades para lograr dinero rápido para financiar sus actividades y comprar armas.
Una investigación del centro de estudios estadounidense Integridad Financiera Global también concluye que este comercio ilegal se utiliza para financiar actividades terroristas. “Se gana mucho dinero y se arriesga poco”. Así resume Carlos Drews, director del programa internacional de especies de WWF, el atractivo que para las organizaciones criminales tiene el tráfico de especies. Según sostiene, este mercado mueve anualmente entre 13.000 y 20.000 millones de euros y ya genera más beneficios que el contrabando de armas.
“Es un problema que trasciende a los ministerios de Medio Ambiente. Es necesario que se involucren también Interior y Asuntos Exteriores”, reclama Drews. Y es que, según asegura, cada año mueren en África central entre 50 y 100 guardas forestales en casos relacionados con el tráfico de especies. “Se ha convertido en un tema de seguridad nacional. El dinero del tráfico de especies se usa para financiar grupos guerrilleros”, denuncia el conservacionista.
La caza furtiva y el comercio ilegal se realiza en todo el mundo, pero especialmente en África central y el sudeste asiático
Tailandia está considerado como uno de los mayores mercados no regulados de marfil. Las redes aprovechan las leyes tailandesas para lavar grandes cantidades de marfil ilegal africano. Tailandia permite el tráfico encubierto de marfil aprovechando un resquicio legal que les sirve de tapadera. En este país no está prohibido comerciar con marfil de elefantes tailandeses que mueren por causas naturales. Y es que determinar el origen del marfil es una tarea muy compleja que facilita el tráfico de otros países. Un anillo o unos pendientes pueden costar 80 dólares. Un colmillo entero sale por unos 190.000 euros.
Nigeria y República Democrática del Congo son los otros dos países con más comercio ilícito. Para blanquear el marfil, las redes preparan artimañas para llevarlo a Vietnam. Como las leyes de estos países permiten que una persona saque los colmillos de un elefante por año como trofeo, les tramitan los permisos, les hacen una foto posando junto al elefante muerto y logran sacar el marfil sin consecuencias. Un cuerno de elefante tallado puede alcanzar los 190.000 euros.
Las redes actúan rápido y con la última tecnología
Los furtivos no han dudado en invertir en tecnología. Desde el año 2007 aproximadamente han ido sustituyendo los arcos y las flechas por rifles de largo alcance y tranquilizantes veterinarios. Para localizar a sus presas usan helicópteros y equipos de visión nocturna.
Las sanciones por tráfico de cuernos de rinoceronte son menores que, por ejemplo, en el caso del tráfico de drogas. Las multas a cazadores furtivos en Sudáfrica pueden saldarse con una multa de 14.000 dólares, mientras que el tráfico de hasta 5 gramos de cocaína supone 5 años de cárcel. En este país, por primera vez, hace meses, un intermediario de tráfico ilegal de origen tailandés fue condenado a 40 años.
Los guardias de parques locales y las autoridades de aplicación de la ley a menudo no pueden hacer frente a los cazadores furtivos armados con fusiles AK-47 y lanzagranadas ni a las redes de traficantes que tratan de corromper a los funcionarios del gobierno para facilitar el transporte a través de las fronteras de las partes de los animales cazados furtivamente. Las autoridades advierten que en algunos países los ingresos procedentes de la caza ilegal de la fauna silvestre probablemente financian la compra de armas y municiones, lo que agrava los conflictos regionales.
El tráfico de fauna silvestre puede plantear también riesgos para la salud pública. Hasta el 75 por ciento de las enfermedades humanas como el SARS, la gripe aviar o el virus del Ébola, pueden ser causados por agentes infecciosos que se transmiten de los animales a las personas. El comercio ilícito de animales o sus partes no pasa por controles de salud pública y pone en riesgo de enfermedad a las poblaciones humanas, según informa la Oficina de Océanos, Medio Ambiente y Ciencia del Departamento de Estado.
¿Qué se hace para parar el tráfico de fauna silvestre?
Muchos gobiernos, organismos intergubernamentales, organizaciones de aplicación de la ley y grupos no gubernamentales de conservación trabajan para poner fin al tráfico de fauna silvestre. La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, es un acuerdo internacional al que se han adherido de manera voluntaria 177 países para velar para que el comercio internacional no amenace su supervivencia. Un deseo que, según WWF, está aún lejos de cumplirse. Estados Unidos fue uno de los 21 signatarios originales en 1973.
Para coordinar los esfuerzos contra el tráfico, el Departamento de Estado de Estados Unidos creó en 2005 la Coalición contra el Tráfico de Fauna Silvestre formada por agencias del gobierno de Estados Unidos y extranjeras, organizaciones internacionales, organizaciones no gubernamentales (ONG) y el sector privado.
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Las redes trabajan en estrecha colaboración con las organizaciones de aplicación de la ley mediante el Consorcio Internacional para Combatir los Delitos contra la Vida Silvestre y con las organizaciones de conservación más importantes, entre ellas la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, Wildlife Conservation Society, el Fondo Mundial para la Naturaleza, TRAFFIC International, el Fondo Internacional para el Bienestar de los Animales, Conservación Internacional , African Wildlife Foundation, WildAid y FREELAND Foundation.
Elena González
@elenagm86