Forma parte de la naturaleza humana modificar y utilizar el entorno para sus propósitos, y es algo que continuará ocurriendo queramos o no. Modificar el ser humano y reconstruirlo a nuestro gusto es solo ir un paso mas allá en este proceso.
La corriente de pensamiento que defiende el uso de la tecnología y la ciencia para mejorar las capacidades del ser humano y eliminar sus defectos o aspectos indeseables se denomina transhumanismo. En cierto modo las gafas, los marcapasos o las prótesis actuales son elementos transhumanistas pertenecientes a un nivel de desarrollo todavía primitivo. Pero el futuro del transhumanismo nos depara cosas mucho más espectaculares y... peligrosas. Entre sus ideas encontramos a los cyborgs, el diseño genético, los robots humanoides e incluso la inmortalidad.
Condenar el transhumanismo y el progreso como algo antimoral y anti-ético es solo producto del miedo y de una mala comprensión de qué es la naturaleza. La naturaleza no es un templo sagrado intocable. Nosotros los humanos somos parte de ella, somos producto de la naturaleza y por lo tanto que la modifiquemos no tiene en realidad nada de artificial: es la naturaleza modificándose a sí misma, es el curso de la evolución. La naturaleza tampoco es un paraíso terrenal donde los humanos podríamos vivir en paz y armonía con la resta de especies sino que es, bajo el punto de vista humano, cruel y despiadada: hambre, terribles accidentes, enfermedades... Es todo este sufrimiento y dolor el que impulsó a nuestros antepasados a desarrollar la tecnología con la intención de mejorar sus vidas, de hacerlas más cómodas y longevas. Intentar parar el progreso como defienden los primitivistas no es una solución a nada, no haría más que colapsar la sociedad y agravar nuestros problemas y los del planeta.
La naturaleza no tiene nada de adorable cuando eres una víctima de sus juegos de azar.
Eso no significa en cambio que no debamos cuidar la naturaleza y protegerla -algunos post-humanistas desearían destruirla por completo, incluido el ser humano-, ni tampoco que debamos defender el progreso y el transhumanismo a ultranza. Como cualquier herramienta, el transhumanismo puede ser utilizado tanto para buenos propósitos como para malos. Como ya hemos ido viendo en este blog, la ciencia ha quedado en manos privadas y obedece a intereses particulares, en especial, de la élite. La élite solo va a permitir desarrollar aquellas tecnologías compatibles con sus intereses y por lo tanto todo aquello que beneficie a la humanidad que suponga un peligro para el mantenimiento de la jerarquía será desechado. Sin duda alguna el progreso es y va a ser utilizado para el control social y la limitación de nuestras libertades. Un ejemplo de ello es Internet (¿Deberíamos abogar por el fin de Internet? ¿O deberíamos defender un Internet totalmente libre? ).
Lo cierto es que a medida que se habla de tecnología más y más avanzada cada vez es más difícil discernir los beneficios de las amenazas. De hecho, ni si quiera entendemos bien de lo que hablamos: ¿Qué es el "alma"? ¿Qué es la consciencia? ¿Puede ser transferida la consciencia de una persona a un ordenador? Y en caso de que así fuera, ¿Continuaría siendo lo que llamamos "vida"? ¿Qué es la vida?
Muchos transhumanistas están convencidos de tener las respuestas a estas preguntas, y seguro que tienen razones convincentes para ello, pero por el momento son solamente conjeturas e hipótesis que lanzan al aire. Presuponen mucho al pensar que la tecnología está cerca de superar los logros de la naturaleza (La "tecnología" que compone a una simple hormiga supera enormemente la tecnología de un caza F-35). Presuponen mucho al pensar que surgirá una consciencia solamente con diseñar un modelo informático del cerebro. Presuponen mucho también cuando piensan que si se transfiere la consciencia del cerebro a un disco duro, la consciencia del disco duro (si es que es una consciencia) continuará siendo la misma persona (si es que es una persona). Ni siquiera plantean las graves consecuencias que estas ideas tienen para la identidad de la persona; ¿Qué sucedería si se implanta la misma copia en muchas máquinas distintas? ¿Serían clones? Y en caso de que realmente se pudiera transferir la consciencia a un ordenador, ¿Cómo haríamos para protegernos de intrusos? ¿Podrían controlarnos de forma remota, instalarnos virus? ¿Podrían implantarnos recuerdos totalmente falsos y configurar nuestros gustos y personalidades, nuestra forma de ver el mundo? ¿Cómo podríamos conservar y proteger nuestro Yo?
Un proyecto transhumanista ciertamente interesante es Rusia 2045. El objetivo de Rusia 2045 es conseguir construir cuerpos totalmente artificiales y transferir digitalmente nuestra consciencia a dichos cuerpos. A simple vista es fascinante pero se hace difícil creer que algo así se vaya a conseguir en tan corto espacio de tiempo. Para empezar, para poder informatizar un cerebro como pretenden, primero hay que comprender qué es un cerebro, algo de lo que aún estamos muy lejos. Mientras no se sepa nada, todo lo que se diga es pura imaginación dirigida a marcar el camino a seguir. Es por eso que se han puesto y se están poniendo en marcha grandes proyectos como BRAIN, presentado recientemente por Obama.
Pero aunque probablemente Rusia 2045 no conseguirá alcanzar un objetivo tan ambicioso, en el proceso de investigación sí que aparecerán avanzados robots humanoides capaces de llevar a cabo las arduas tareas que nadie quiere realizar, mundos paralelos de apariencia real totalmente virtuales a los que conectarse y otras espectaculares tecnologías por el estilo.
Y junto el avance de estos proyectos, grandes amenazas se ciernen sobre nosotros. Los años van pasando, la biotecnología y la nanotecnología progresan sin cesar y el proceso de neo-evolución se va acercando cada día más. Una vez se ponga definitivamente en marcha comenzará la escisión de la especie humana en subespecies. Todos aquellos que no tengan medios, o simplemente se nieguen a transhumanizarse por que lo consideren antiético y/o un peligro para su libertad, quedarán relegados al estrato más bajo de la sociedad. Los humanos serán vistos con el tiempo como seres imperfectos y subdesarrollados, como meros animales de categoría inferior. Peor todavía, corremos el riesgo de condenarnos o incluso extinguirnos a nosotros mismos si las máquinas que creemos no son verdaderamente "vida".
Poco a poco mediante noticias, películas, libros, series, documentales y cómics se nos va acostumbrando a la idea de un futuro post-humano dirigido por cyborgs e inteligencias artificiales. El ser humano es mostrado como un complicado sistema de engranajes equiparable a la estructura de un simple ordenador, obviando que el cerebro va mucho más allá que cualquier máquina que haya inventado o imaginado el hombre hasta ahora. Lejos de las fantasías post-humanas dirigidas a alimentar el imaginario de la población, es más realista augurar un futuro cercano como el descrito por Asimov en Yo Robot (y ya es decir mucho), donde los robots solo complementan la vida de los hombres en el contexto de un Gobierno Mundial, que un futuro como el descrito por Rusia 2045, donde los hombres ya han dejado de existir.
Calbert
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