A los motorizados y conductores de autos particulares hay que felicitarlos. No hacen las cosas tan mal ellos solos. Los ayudan también los choferes de camioneticas de “pasajeros”. Hace un buen tiempo tengo carro, probablemente contribuyendo al desorden que he descrito las últimas dos semanas en este espacio, por lo cual no soy usuaria del mal llamado transporte público. Y digo mal llamado porque el transporte público en Caracas no es público. Todas esas camioneticas son de unas muy privadas manos. Grupos de ellas tienen un solo dueño que explota y esclaviza a los llamados “avances”, que son empleados mal pagados, sin seguridad social, que trabajan más de 12 horas al día. Pero este es otro tema. El de hoy tiene que ver con la forma en que ejercen su oficio estos choferes de carritos.
Los choferes de camionetas, junto a motorizados y choferes de autos particulares, contribuyen decididamente al desorden urbano, al que diariamente nos tenemos que enfrentar estemos montados en dos, en cuatro ruedas o en nuestros dos pies. Estos otros protagonistas del de-sorden sobre avenidas y corredores viales cometen las mismas “fechorías” de los choferes de autos particulares y los motorizados, salvo las que les impide el tamaño de su vehículo: dan vuelta en U en lugares indebidos, se comen la luz y circulan a alta velocidad. A estas infracciones hay que agregarle una que le es intrínseca y característica: dejar a pasajeros fuera de las paradas.
Cuando se dice dejar a pasajeros fuera de las paradas no es que escogen dejarlo en un lugar parecido a una parada. O después de la parada. O antes. No. Los dejan literalmente en cualquier parte. Léase en el canal rápido de una avenida, en el rayado, en plena autopista, etc. Y como cada quien anda en lo suyo, de infracción en infracción, a su lado están los motorizados y los choferes de carros particulares propensos a arrollar a estos pasajeros, que piden: “Déjeme aquí mismo señor”. Todas y todos poniendo su parte.
Los choferes de carritos además de poner en peligro la vida de pasajeras y pasajeros dejándolos en cualquier parte, no se distinguen por mantener sus unidades en buen estado. Muchas son unas “llagas” andantes. “Llaga”, dícese de un carro en muy mal estado, según mi papá.
Además las camionetas contribuyen generosamente a la contaminación ambiental, sea sónica o con humo. La mayoría usa cornetas estruendosas que pueden matar de un susto a cualquier conductor o peatón desprevenido. No respetan ni las zonas donde funcionan hospitales, para hacer bulla con sus bocinas.
En conclusión cientos de miles de unidades de este mal llamado transporte público, ofrecen un servicio de pésima calidad a miles de personas que se ven obligadas a usarlo, a falta de moto, carro, metro o metrobús para movilizarse.
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