Exceptuando alguna clamorosa excepción, fruto de caprichos personales, Zapatero ha mejorado notablemente su equipo de Gobierno. Es una obviedad que reconoce hasta el PP, en privado eso sí. Ha recuperado a dos pesos pesados como Rubalcaba y Jáuregui y ha dado un golpe de timón necesario para afrontar el año y medio que le queda de legislatura. Hasta ahí todo bonito y plausible. Todo digerible. Pero, como siempre, hay varios peros. Zapatero se queja de que hasta ahora hubo una mala comunicación interna, pero se «olvida» de que sus constantes contradicciones y pasos atrás loquearon a todo su Gabinete. Otro pero es que Zapatero sigue siendo el capitán general y no se moverá ni un milímetro de las ideas e iniciativas que mantenía hace dos días y que tanto han cabreado a la calle. No se moverán ni él ni los recién nombrados, faltaría más, que se incorporan al trenecito monclovita del «si wuana». Conviene recordar que lo que realmente importa son las ideas y su ejecución, y no tanto las personas. Y si no hay buenas ideas no hay brillante comunicación que valga. También es necesario apuntar que Zapatero al parecer escucha, pero ya no hace caso. Por eso ha mandado para casa a tanta gente válida.
Fuera de página :: La labor de comunicación del Gobierno empieza fallando