Es un libro de revisión de tantos conceptos olvidados: léxico terracampino, alistano y caló o romaní, lugares que han cambiado o desaparecido, costumbres y enseñanzas, todo ello sin perder de vista al trenín de su padre, que renquea, que resopla en las subidas, que se ralentiza como aquel de la Robla, lo que permite a los viajeros en determinados puntos del camino, bajar, echar una meada y de cuatro zancadas alcanzarle.
Te da a conocer un extenso vocabulario, que roza y sobrepasa al trabajo del filólogo palentino Carlos Vielba que cada lunes recupero en Curiosón y, que les invito a visitar para que conozcan expresiones, sensaciones, historias vivas de nuestra tierra madre.
En este libro de Julián, abregonan los pájaros, se arma bureo, se llena el zamburrio y hay algún que otro sopañindón. Con los ojos de siete años, conoce como los montañeses la chanfaina y las albadas, que no es otra cosa que las sopas de ajo a fuego lento. En ese curioso libro el tártago es un dolor de espalda, la maza es un asiento y la halladura una vuelta de trillo.
El Tren Burra, un libro abierto.
Cada viernes en la tercera de Diario Palentino