Esta mañana, mientras trinaban dichosos los verderones, ruiseñores y jilgueros, mientras el viento juglar cincelaba en las nubes poemas de amor, he decidido instituir mi propio tribunal. De ahora en adelante seré yo quien tome las riendas desnortadas de tu calesa, para que no te acechen las dudas sobre adónde debes ir y con quién. También te haré saber, para mi propia satisfacción, pues la tuya me es indiferente, cuales deben ser lasrespuestas que darás cuando se te pregunte. Seré el juez que dictamine cada uno de tus pensamientos y movimientos, así como el verdugo que intoxique tu criterio, de manera que tu idiosincrasia parezca tan extravagante como una playa sin oleaje.
Somos análogos en nuestra ordinaria humanidad, pero tu única prebenda será la del testigo mudo de su propia vida. Esta mañana amanecí arrogante y he decidido instaurar un
tribunal, para jugar a ser Dios con tu vida y con la de los demás. Calla, no opines, no discrepes, obedece y punto, pues esta mañana desperté con ínfulas de magistrado y saqué de la chistera un tribunal.