El túnel DB. La esperanza de Sarajevo

Por Lparmino @lparmino

Museo del túnel de Sarajevo
Fotografía: Jordan Wooley - Fuente


Uno de los principales atractivos de Sarajevo se encuentra en Butmir, barrio aledaño al aeropuerto de la ciudad. En una destartalada casa en la que todavía perviven los recuerdos de la guerra que asoló el país a principios de los años noventa del siglo pasado, los Kola han creado uno de los museos más visitados de Sarajevo. En el jardín de la casa se han conservado escasos veinticinco metros del túnel que unía la Bosnia libre con la capital, entonces asediada por las tropas serbo – bosnias. En las habitaciones de la casa se acumulan, sin excesivo orden y sin ninguna coherencia museográfica, multitud de objetos relacionados con el túnel y el sitio de Sarajevo: restos de armamento, uniformes, proyectiles, titulares de prensa y muchas fotografías de visitantes ilustres al lugar. Incluso, se ha habilitado un pequeño espacio donde se puede visionar un vídeo dedicado a ensalzar al ejército bosnio y la construcción del túnel mientras que un mapa del Sarajevo olímpico de 1984 muestra de forma ingenua las líneas del frente que atravesaban las colinas que rodean la ciudad.

Interior del túnel
Fotografía: Luis Pérez Armiño

Se considera que el asedio de Sarajevo comenzó el 5 de abril de 1992 y se prolongó hasta que el 29 de febrero de 1996 el Gobierno de Bosnia y Herzegovina declaró oficialmente el final del sitio, el más largo de la historia contemporánea. Durante ese periodo de tiempo, la ciudad sufrió la escasez de los productos más básicos.Las tropas serbias controlaban al comienzo de la guerra el aeropuerto de la capital bosnia. Sin embargo, un acuerdo con las Naciones Unidas entregó el control del aeródromo a los “cascos azules”. Muchos civiles de Sarajevo trataban de escapar de la ciudad atravesando su pista. Sin embargo, los que no eran retenidos por los soldados de Naciones Unidas y devueltos a la ciudad caían bajo el fuego de los francotiradores serbios. En invierno de 1992 los mandos bosnios decidieron la construcción de un túnelque uniría el barrio de Dobrinja, en la ciudad, con el de Butmir, en territorio libre. Una obra de ingeniería rudimentaria, construida con medios totalmente artesanales, que estuvo en funcionamiento en mayo de 1993. En total, ochocientos metros de recorrido que transcurrían por debajo del aeropuerto controlado por la ONU, de apenas un metro de ancho y poco más de metro y medio de altura. El uso del túnel era principalmente militar. A través de él entraban y salían tropas de la ciudad o se introducía armamento y municiones. En determinados momentos de la noche, se permitía el paso de los escasos civiles que conseguían los suficientes permisos para salir de la ciudad. Y en otras muchas ocasiones, previo pago, el ejército facilitaba la introducción de mercancías que deberían abastecer el mercado negro y posibilitar la bajada de los abusivos precios de productos básicos. El túnel llegó a contar con un sistema de raíles que facilitó la introducción de material en mayor cantidad. E incluso, se tendieron conductos a través de los cuales llegaba a Sarajevo electricidad y carburante, logrando aliviar la precaria situación de los habitantes de la ciudad sitiada.

Museo del túnel
Fotografía: Luis Pérez Armiño

El túnel DB (llamado así por unir los barrios de Dobrinja y Butmir) era un secreto a voces en el Sarajevo bélico y asediado. Las tropas serbias sabían de su existencia aunque nunca lograron acabar con su actividad. Las fuerzas sitiadoras denuncian con insistencia la permisividad de las fuerzas internacionales que consentían el uso por parte del ejército bosnio del túnel para aprovisionarse y realizar movimientos de tropas. Incluso, se afirmaba que ni siquiera el presidente bosnio, el musulmán Izetbegović, conocía los planes para construir el túnel. Veinte años después de la guerra, el túnel constituye uno de los muchos atractivos que ofrece la naciente industria del turismo en Sarajevo. Con esa particular ironía de la que hacen gala los habitantes de la ciudad, han convertido el horror pasado en un producto a la venta puesto a disposición de turistas y curiosos que llegan a Sarajevo en busca de los vestigios de una guerra demasiado cercana y todavía latente. Luis Pérez Armiño