En 2007, justo antes del estallido de la burbuja inmobiliaria, vi hablar a Salvador Rueda en el simposio Tourism XXL, que celebran en Intelligent Coast sobre el futuro de la costa mediterránea. Había acudido a tomar imágenes para La Cara Oscura del Turismo.
En el debate había voces famosas de escritores y arquitectos reconocidos. Me acuerdo de lo que dijo un arquitecto cuyo nombre he olvidado: “igual no hacer nada es bueno, yo conozco un lugar donde hay un vertedero y ahora de forma espontánea se alimentan de él multitud de aves”. El famoso escritor Huellebecq también fue invitado (¿por qué se considerará a los escritores de novelas expertos en todos los temas?) para soltar que “Ahora necesitamos algo más exótico. Dubai está marcando tendencia, España está a la baja, quizá pueda mantenerse con el turismo de la tercera edad” (dicho esto último con un tonillo despectivo).
Ante tanto discurso para la galería, el presidente de Greenpeace, Juan López de Uralde (cuando aún no era famoso por por ser detenido en Copenague) y Salvador Rueda fueron las únicas voces que en mi opinión mostraban algo de sentido común denunciando el estado de las cosas en plena burbuja inmobiliaria. De este último quería hablaros.
Salvador Rueda
Salvador Rueda es el director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona y autor de varios artículos y libros como: “Ciudades más sostenibles: la ecología y las estrategias empleadas por la naturaleza”, “El Código ‘genético’ en los sistemas urbanos”y “El futuro de Barcelona: la sostenibilidad y el conocimiento en un único modelo”.
He encontrado esta entrevista, en la que habla de la sostenibilidad de las ciudades, de la que comparto una sola pregunta:
El turismo, ¿enemigo de la sostenibilidad? ¿El modelo actual de turismo en Barcelona puede llegar a ser sostenible?
El tema de la sostenibilidad o la insostenibilidad es muy relativo, porque sin que haya una explotación del sistema no hay vida. La pregunta debería ser hasta qué punto podemos explotar los sistemas. Se trata de conocer el grado de explotación a la que podemos someter el sistema de forma que garantice su renovabilidad en el tiempo.
La ciudad está preparada para el turismo, la capacidad de carga de Barcelona es muy elevada. Nuestro problema es que hemos superado los límites, porque hemos acumulado la gente en determinados lugares y hemos sobreexplotado estos espacios, hemos desvirtuado el espíritu propio de la ciudad y la relación de los que viven de manera cotidiana. Cuando esto sucede, hay que tomar medidas, en todo caso, debe desplazar el turismo hacia otras áreas que no son fruto de la actividad turística, es decir, hay que descentralizar el turismo, se han de establecer límites determinados que impidan estas aglomeraciones.
El turismo es bueno, sí, pero es como una paella, si le pones sal puede estar muy buena, pero si te pasas, puede ser incomible. El turismo trae sangre nueva, hay gente a quien le gusta la ciudad y viene a vivir, es una inyección económica, hay gente que se empareja, etc. Pero si hay muchos turistas, hay más carteristas, el olor de las calles aumenta, los precios suben para aprovechar el volumen de turismo, etc. Todo está ligado a la sobreexplotación.
El problema del turista es que pasa volando, viene por un interés muy determinado, el resto no le interesa. Y otra vez se aplican las ventanas de la conciencia de cada uno.
Fuente:
Revista Educació i Sostenibilitat
Autoras: Maria Rosa González Siso y Ana Lucía de Oliveira
Entrevista completa: Econoticias