El último bastión

Publicado el 26 marzo 2012 por Abel Ros

Los cien días de Mariano no han servido para conquistar el feudo andaluz de la izquierda. Después de cuatro derrotas consecutivas, el expediente de Arenas se ve salpicado por el sabor amargo de la victoria. "La casa de los pobres", en palabras de Lara, invita al comensal soberano a degustar la tarta de sus escaños. Con la mayoría de los votos sobre la mesa, el cetro de la derecha tendrá que esperar nuevos tiempos para empuñar el tallo de la rosa. Los recortes, en palabras de Valenciano, han sido la clave para entender la tendencia triunfalista del partido de las gaviotas.

En contra de todos los  pronósticos demoscópicos, el último bastión socialista seguirá resistiendo al rodillo azul de la derecha. El desmantelamiento literal del Estado del Bienestar y los ecos negativos de la  huelga general no han caído en el saco roto de la incoherencia. El miedo al filo de la tijera en las tierras soleadas  y la falta de disciplina democrática en su cita con las urnas, han puesto los puntos sobre las íes en las sílabas de la pluralidad. Hoy los cuellos azules de Andalucía han dejado inmune la mancha roja de su ideología.

Mientras tanto, la tierra de las gaitas llorará desde la izquierda los efectos de la aritmética. La fuerza más votada, en analogía con  Andalucía, se resignará a ocupar el sillón incómodo de la derrota. La reconciliación entre Cascos y los suyos unirá las grietas del jarrón roto de la  derecha, con tal de sumar veintitrés en la consecución de la mayoría. La aparición en escena de UPyD no ha bastado para conseguir arrebatar por medio de las reglas de la suma el poder al "centro – derecha" asturiano. 

Hoy más que ayer, podemos decir que los ganadores de las elecciones han sido los vencidos en el juego. Las reglas de la democracia impiden al elegido gobernar con el aplauso de sus soberanos. Rajoy. El mismo señor que se llevo de calle a la izquierda en el noviembre del once mira de reojo las orejas al lobo de las urnas. La victoria amarga de Javier se puede interpretar como los frutos recogidos de tres meses de cosecha en los barbechos de un Estado contemplado como problema.