El último caballero

Por Solymoscas


Lo que dan unas vacaciones por Europa central, en Viena la conversación giró sobre el abuelo de Carlos V, el primer Maximiliano, a quien llamaban el último caballero, medio lansquenete y, hasta que uno examinaba con mayor atención el retrato de Durero, medio monarca de naipe. Alguien relataba como rehuía de vez en cuando las tareas del imperio y se retiraba a un remoto castillo en los bosques tiroleses o estirios. Prescindía de mosquetes y ballestas, y armado tan solo con una larga lanza, se ausentaba durante días para cazar ciervos y jabalíes. Durante uno de esos días de asueto compuso una cuarteta y la inscribió, con tiza o negro humo, en una pared del sótano del castillo. Me pareció que esos versos eran como un talismán...
Leb, waiss nit wie lang,Und stürb, waiss nit wannMuess fahren, waiss nit wohinMich wundert, das ich so frelich bin.
Vivir, no sé cuánto tiempo,Y morir, no sé cuándo;Deber ir, no sé adónde;Me asombra que esté tan alegre.
Esa sonrisa perenne de Esplá, heredera de la difícil facilidad de Antonio Bienvenida... ¿serían nuestros últimos caballeros antes de la llegada de los funcionarios de cultura?