La gran tragedia de esta España que hoy agoniza es que todo lo que está haciendo Pedro Sánchez está dentro de la ley, aunque sea también indecente y malévolo.
Sánchez parece ser el instrumento elegido por el destino para acabar con la decencia y la democracia en España. Su llegada al poder ha volado por los aires los puentes del consenso sobre los asuntos de Estado que la derecha y la izquierda han mantenido durante los últimos cuarenta años, ha dinamitado la confianza de los demócratas en el futuro, ha dividido el país en dos bandos enfrentados, ha entregado el poder a los más indeseables, a comunistas, golpistas y defensores del terrorismo, y ha llenado España de miedo, inquietud y zozobra.
Pase lo que pase, Sánchez pasará a la Historia como el que abrió las puertas del gobierno a los comunistas y se apoyó para gobernar en la peor ralea totalitaria, golpista y pro terrorista de España.
Lo único positivo de Sánchez es que nos ha demostrado con dolor y angustia que el sistema que teníamos no valía un pimiento porque nuestras instituciones defensivas no han funcionado. Nadie se ha movido mientras los socialistas colocaban la dinamita: ni la Monarquía, ni el Ejército, ni la Iglesia, ni la Universidad, ni el Poder Judicial, Ni el Parlamento, ni la Sociedad Civil, ni los ciudadanos...
Sólo nos quedan dos opciones: o rebelarnos en las calles, protestando de manera pacífica por todo lo que Sánchez está asesinando y poniendo los cimientos de una España mejor y más fuerte que la que teníamos o rezar un responso por una España que hoy está siendo asesinada cobardemente, sin honor y sin ser defendida.
R.I.P. la España libre.
Francisco Rubiales