“El último día de Terranova”, de Manuel Rivas

Por Guillermo Guillermo Lorén González @GuillermoLorn

«A través de la historia de Terranova y de quienes la habitaron, Manuel Rivas recupera nuestra memoria»

Cubierta de: El último día de Terranova

No es por casualidad que Manuel Rivas quisiera presentar en la librería Rafael Alberti de Madrid su última novela El último día de Terranova, pues esta librería, y quién la regenta, tiene mucho en común con Terranova.  Toda la novela del autor gallego es un homenaje a este oficio y a esos lugares como espacios sociales, culturales, que igualan a todos. “Hablamos con Sócrates, con Descartes, con Rosalía; abres un libro y el libro te habla”, comenta Rivas. Terranova es una librería y echa el cierre.
Tras su última incursión en la narrativa con Las voces bajas, escrita en un registro mucho más íntimo o confesional, a medio camino entre la autobiografía de infancia y juventud y las memorias noveladas, el escritor gallego regresa a la ficción para contar la conmovedora historia de Terranova, una librería de A Coruña que condensa, como un elocuente botón de muestra, el destino incierto de muchas de las de su especie en la actualidad. Como si de una paciente operación de pelar la cebolla se tratara, capa tras capa, la prosa de Manuel Rivas, sensible y acerada a un tiempo, se adentra en contrapuntos temporales y multitud de historias entrelazadas en el alma de la librería, a través de una irresistible voz narrativa en primera persona, la de su peculiar librero Vicenzo Fontana.
Perteneciente a una segunda generación de libreros, Fontana arrastra las secuelas físicas de la poliomielitis que padeció en su infancia, durante la implacable epidemia de la enfermedad que se expandió silenciosamente por el país en 1957. Tras la rebeldía propia de la juventud —que le permitió abandonar temporalmente las muletas, teñirse el pelo de verde, imitar a su admirado Duque Blanco (David Bowie) como letrista de la efímera banda, experimentar con las drogas y traficar con libros—, ya anciano, el librero desgrana su historia y la de la librería dando voz en sus recuerdos a los demás personajes.
Terranova es un lugar con geografía propia, con espacios de nombres tan sugerentes como Sanctum Regnum, Penumbra, Laberinto Mágico, Mobilis in Mobili o Tierra Escondida, en cuyas estanterías habitan amores —algunos de ellos secretos y otros interrumpidos—, lealtades inquebrantables, libros prohibidos por el franquismo que llegaron de América en maletas clandestinas de doble fondo, animales y víctimas de la violencia política de la historia reciente a uno y otro lado del Atlántico…

Con Manuel Rivas

A pesar de la saudade, de «la enfermedad de los horizontes» que atenaza de vez en cuando a muchos de los personajes que dan vida a estas historias, Manuel Rivas construye con ellas una obra luminosa y esperanzadora: si en su más de medio siglo de vida la librería Terranova resistió inspecciones y registros de la censura franquista, delaciones, atentados de los Guerrilleros de Cristo Rey o un incendio intencional de unos mafiosos de poca monta, quizá también pueda sobrevivir al cierre por desahucio.
Además de una sutil y bien tramada novela, El último día de Terranova es una declaración de amor a los libros y a la literatura. La defensa incondicional de una librería que, como sinécdoque de todas las librerías, es a la vez un santuario de la libertad, del arte y de la cultura. La última e imprescindible trinchera desde la que resistir a la intolerancia, a la censura o a la violencia, ya sea política o económica, en tiempos de corrupción y especulación inmobiliaria.

«Hace ahora setenta años, mi abuelo materno, Antón Ponte, en el mar de Terranova y Nueva Escocia, fue pinchando con una aguja la yema de sus dedos para evitar con el calor de su sangre la congelación de las manos. Este hombre tenía un sueño. Yo habito ese sueño.»

El peso que carga el librero Vicenzo Fontana sobre sus hombros —o sobre sus frágiles piernas, mejor dicho— es grande. Se enfrenta a un inminente
cierre por desahucio de la histórica librería Terranova, fundada por sus padres, Amaro y Comba, en 1947, un año después de la muerte por tuberculosis de su abuelo Antón, quien financió el verdadero sueño de la niña que quería ser pianista ahorrando cada peseta conseguida como pescador en el gélido mar del norte. Pero Vicenzo también soporta el fardo de la memoria de los que ya no están: un puñado de vidas malogradas por la injusticia, la intolerancia y la barbarie de la represión y la violencia política que encontraron refugio entre los anaqueles de Terranova.
En primer lugar, está la historia de su propio padre, Amaro Fontana, «el Hombre Borrado» por la represión franquista, que se conserva en su cuaderno secreto Mnémosine in Hispania, un diario manuscrito. Amaro, además de uno de los mayores expertos en la Odisea —no en vano era apodado Polytropos—, colaboró en la fundación del Seminario de Estudios Gallegos, de cuyos 48 miembros, 17 fueron asesinados tras el golpe de 1936 y el resto condenados al exilio o a sobrevivir con la estrategia de los «bichos menudos». Ese fue su caso, ya que tuvo que vivir como un «topo» en lo más oculto de Terranova.

La librería La Poesía, de La Coruña, inspiración de Manuel Rivas. Xosé Castro / La Voz de Galicia

También tuvo que convertirse en un «topo» su tío Eliseo, militante de la Internacional Surrealista, el Movimiento Antropófago, el saudosismo y cuanta vanguardia despuntara. Un narrador oral nato que le contaba historias al pequeño Vicenzo durante la larga temporada que éste pasó en el pulmón de acero porque la poliomielitis le impedía respirar. Historias de viajes extraordinarios por las librerías más excepcionales del mundo; de aventuras literarias que tal vez tuvieron lugar más allá de los muros salvadores de la librería familiar.
Otra historia de peso es la de Estela, BeatrizMika, Giuliana… la mujer de los mil nombres, la enigmática Garúa, una militante argentina que deslumbra a Vicenzo en Madrid, en el otoño de 1975, gracias a una edición porteña de El cazador oculto de Salinger. También para ella Terranova será un refugio donde resguardarse de los vientos de furia que sacuden su país.
Y esas son sólo algunas de las historias que duermen en el corazón de Terranova, verdadero centro de contrabando de libros prohibidos por el Régimen que llegaban en maletas de doble fondo de exiliados y emigrados, sobre todo desde México DF y Buenos Aires. Pero hay muchas más, como la del Croto, que conoce de memoria el largo poema épico Martín Fierro; la del señor Estrada, un confidente del Régimen que acaba recurriendo a los libreros para llevarle los poemas de Emily Dickinson a su hija enferma de cáncer; la de Dombodán, el hermano de leche de Vicenzo, que daría su vida por él… Todas ellas son entretejidas por Manuel Rivas, con verdadera maestría y pulso poético, mediante una serie de objetos cargados de simbolismo que pasan de mano en mano: un revólver Seis Luces sin balas pero igualmente efectivo, incluso en poder de un enemigo declarado de la violencia y las armas de fuego como el tío Eliseo; la Piedra del Rayo, un hacha paleolítica en forma de corazón que protege a quien la posee; o una imagen de la Virgen Grávida de Chor, del siglo XIV, que se resiste a colaborar en el sistema corrupto y especulador, y en la que, tal vez, se encuentre una esperanza para la agonizante librería Terranova.

Lee un fragmento.

El autor:

Manuel Rivas, 2015

Manuel Rivas Barros nació en A Coruña el 24 de octubre de 1957. Desde muy joven trabajó en prensa y sus reportajes y artículos están reunidos en El periodismo es un cuento (Alfaguara, 1997 y 2015), Mujer en el baño (Alfaguara, 2003) y A cuerpo abierto (Alfaguara, 2008). Una muestra de su poesía está recogida en la antología El pueblo de la noche (Alfaguara, 1997) y La desaparición de la nieve (Alfaguara, 2009). Como narrador obtuvo, entre otros, el Premio de la Crítica española por Un millón de vacas (1990), el Premio de la Crítica en Gallego por En salvaje compañía (Alfaguara, 1994), el Premio Nacional de Narrativa por ¿Qué me quieres, amor? (Alfaguara, 1996), el Premio de la Crítica española por El lápiz del carpintero (Alfaguara, 1998) y el Premio Nacional de la Crítica en Gallego por Los libros arden mal (Alfaguara, 2006), considerada como una de las grandes obras de la literatura gallega y elegida Libro del Año por los Libreros de Madrid. En 2012, Alfaguara publicó sus cuentos reunidos bajo el título Lo más extraño.
Su novela Todo es silencio (Alfaguara, 2010) fue finalista del Premio Dashiell Hammett de novela negra, Premio de la Asociación de Escritores en Lingua Galega y Premio Anxel Casal al mejor libro de ficción, y fue llevada al cine por José Luis Cuerda —como ya hiciera con La lengua de las mariposas, basada en tres relatos incluidos en ¿Qué me quieres, amor? En ese mismo año, Rivas publicó Las voces bajas (Alfaguara), un relato de carácter autobiográfico sobre su infancia y la de su hermana María bajo el franquismo. 
Sus últimas obras publicadas son el libro de viaje a la India Vicente Ferrer. Rumbo a las estrellas, con dificultades (2013) y el libro de poemas A boca da terra (2015).

El libro:
El último día de Terranova (título original: O último día de Terranova, 2015) ha sido publicado por la Editorial Alfaguara en su Colección Hispánica. Traducido del gallego por Dolores Torres París. Encuadernado en rústica con solapas, tiene 280 páginas.

Cómpralo a través de este enlace con Casa del Libro.

Como complemento pongo un vídeo realizado por Al Sur de Manuel Rivas presentando su novela El último día de Terranova.

Para saber más:

Manuel Rivas en Alfaguara.